APRENDIZAJE EN LA PRÁCTICA Y DIARIO REFLEXIVO
El trabajo de un fisioterapeuta es identificado sobre todo con su faceta asistencial, entendida esta en esencia como la aplicación de técnicas y procedimientos. Sin embargo, también se solicita al fisioterapeuta para pedirle consejo o se le demanda enseñanza de pautas o ejercicios. En estos aspectos y en la docencia como tutor o profesor el profesional pretende la consecución de un aprendizaje.
Además, desempeña labores de investigación y se forma a lo largo de toda su carrera, con independencia del área de trabajo. Aprendemos constantemente, consciente e inconscientemente, e intentamos que nuestros pacientes y estudiantes aprendan. Ese aprendizaje es resultado de la experiencia previa y sirve para situaciones posteriores iguales o similares. La vivencia y su recuerdo son el núcleo del aprendizaje y nuestro interés en los diferentes ámbitos profesionales es propiciar que ese aprendizaje sea fructífero.
Centrémonos en nuestra vertiente docente intentando llegar al alumno y transmitirle conocimiento, experiencias, aptitudes y actitudes que le sirvan para su futura inmersión profesional. Una de las estrategias que utilizamos es el diario reflexivo, del que hablamos en una entrada anterior (1). Hoy lo volvemos a hacer integrando ideas desde el conocimiento de algunas nociones sobre aprendizaje y memoria y una experiencia de varios años en su empleo. Sucintamente, proponemos al estudiante el relato de lo vivido como fuente de reflexión en la que afloren conocimientos, dudas, recuerdos, inquietudes, respuestas, opiniones, emociones, propuestas, quejas. Debe hacer un esfuerzo consciente por recordar, organizar, conectar, elaborar todas esas cosas. Con ello se amplifica lo vivido, se rescata antes de que pueda ser olvidado como una experiencia pasajera. Ese proceso supone una codificación y un almacenamiento más robusto de contenidos que posiblemente recuperaremos en el futuro.