El futuro de la televisión: El 3D

         Cuando queda poco más de un año para el <<apagón analógico>> y la consolidación del proceso de adaptación hacia la TDT todavía parece un reto, algunos se atreven a predecir el futuro de la televisión más allá de esta próxima realidad televisiva ‘multicanal’ y ‘digital’.  En la conferencia del American Film Market (AFM), feria fundamental del cine en los Estados Unidos celebrada recientemente, algunos expertos en desarrollo de tecnologías aplicadas a la televisión señalaron que los programas de televisión se verán en tres dimensiones (3D).

 

           Aunque el fenómeno ya está siendo probado en ciertas emisiones de eventos deportivos y electorales, estos promotores de la nueva generación de sistemas y contenidos para visionado en tres dimensiones han explicado en el seminario titulado «Trough Rose (and Aqua) Colored Glasses: The Future of 3D» » que el mismo prosperará sobre todo en un plazo de dos años. Además, primero será en salas de cine y luego en la pequeña pantalla.

 

           El precedente más directo lo encontramos en la industria cinematográfica, donde existe una tendencia clara tanto en la producción como en la exhibición de películas en 3D. «En los últimos tres años el número de cines con capacidad de proyección en 3D ha pasado de 87 a 1.300 en Estados Unidos y esta cifra superará las 6.500 salas en todo el mundo en 2009» [Josh Greer, presidente de la compañía Real D], año en que se prevé la exhibición de 16 películas de este tipo. Si ampliamos la duración de nuestra prospectiva, debe destacarse el dato acerca de que se espera que la producción en 3D domine todos los géneros: «En cinco años, las temáticas de películas en 3D no serán solo de animación o para toda la familia: habrá de todo, incluso terror. ¿Qué puede ser  más terrorífico que un filme de miedo en el que sientes que estás dentro de la historia?» [Charlotte Huggins, productora de «Viaje al centro de la Tierra» (2008)].

 

           Técnicamente hablando, producir en 3D no es tan complejo como pudiera parecer de antemano: «Hacer 3D se ha simplificado y ahora no se altera la forma de trabajar del cineasta, ni se ralentiza el proceso, si bien hay cosas que no se pueden hacer  (como algunos efectos especiales) e implica un aumento de coste del filme de un 15 a un 30 por ciento» [Steve Schklair, fundador de 3ality Digital Systems]. Económicamente hablando, en contraste a lo anterior, el 3D otorgará claras ventajas, pues no se espera el fin a medio plazo de las películas tal y como se ven actualmente, sino todo lo contrario: muchas producciones optarán por ofrecer los dos formatos, 3D y 2D, para llegar a un mayor número de público y multiplicar su beneficio.

 

          Hablar de 3D como realidad  en la televisión implica la superación de varios obstáculos adicionales, pues el desarrollo de las tres dimensiones en la pequeña pantalla deberá enfrentarse a la falta de estándares tecnológicos para la reproducción de este formato, así como a la necesidad de introducir los dispositivos electrónicos requeridos en los televisores, lo que supone una implantación más dificultosa todavía que en el caso del cine.

 

          Frente a todo ello, los experimentos ya han comenzado. Un ejemplo lo encontramos en la programación especial con motivo de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos en este mes de noviembre de 2008. Concretamente, ha sido la cadena CNN quien ha inaugurado una nueva tecnología que permite obtener una proyección tridimensional de una persona remota en tamaño real como si de un holograma 3D se tratara. El despliegue tecnológico y económico, necesario para conseguir este resultado, no es pequeño: 35 cámaras de alta definición grabando en un habitáculo circular con paredes chroma de color verde. La información capturada es enviada a los estudios centrales donde los distintos proyectores siguen a la persona manteniendo su posición y proporciones originales dando un efecto bastante real a la representación tridimensional (Fuente: www.theinquirer.es).

 

          Sin embargo, la tecnología en 3D para televisón se limita, por ahora, al campo de la producción. El espectador de televisión, a diferencia del espectador de cine, no va a tener la sensación inmersiva de encontrarse en un entorno 3D como ocurre en las salas de cine donde se proyecta este tipo de formato. No obstante, se están haciendo pruebas en este sentido: «Vamos a emitir un partido de la NFL -liga de fútbol americano- en un puñado de teatros, es una prueba, pero será en directo y en tres dimensiones. Hay muchos programas que se pueden mostrar en 3D, también conciertos, y hemos visto que funciona en test en Reino Unido» [Steve Schklair, fundador de 3ality Digital Systems].

 

          ¿Será el 3D una moda pasajera que no llegará a tener una presencia realmente destacada o se impondrá como forma audiovisual única? ¿Seguirán siendo necesarias en tal caso las características gafas de colores también en los hogares o surgirá un nuevo medio de visión más cómodo a un espectador que utilizará el 3D varias horas cada día? ¿Qué hábitos se acomodarán también entonces para los profesionales de la televisión? Mar de dudas y pocas evidencias. Sin embargo, de él resurge una verdad muy potente: si podemos definir la televisión como el discurso del espectáculo, entonces no cabe duda de que la mayor espectacularidad que prefigura el 3D acabará haciendo de éste un hecho, antes o después. El 3D se asoma ante nosotros como una apasionante aventura, a la que no podemos resistirnos (y nunca mejor dicho)…

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2 comentarios

  1. Ahora tengo 77 años pero recuerdo perfectamente que cuando tenía 10, en los cines de esa época ofrecían películas en tres dimensiones, para lo cual al entrar nos daban unas gafas (anteojos) de cartón, con celuloide de dos colores, uno verde y el otro rojo, para poder visualizar el relieve. O sea que ya hace más de sesenta años que se comercializaba el tema de las tres dimensiones. Claro que en esa época no existía la televisión, ese es el único detalle que hace la diferencia.

  2. Este nuevo formato publicitario no es casual y tiene un claro objetivo, el consumo móvil y descentralizado. Los usuarios consumen cada vez más contenidos audiovisuales

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