Vivimos tiempos difíciles, económicamente hablando, que afectan a todos los sectores empresariales y el mundo audiovisual no puede mantenerse al margen. Estos últimos días hemos visto cómo la crisis afecta de manera particular al mundo de la comunicación produciéndose el cierre de la edición impresa del diario Público, escuchando las palabras del ministro Montoro acerca de los altos costes de algunas producciones audiovisuales del ente de RTVE o viendo que las once líneas de ayuda que tuvo la industria cinematográfica española en el año 2011 este año se han reducido a seis. Pero la directora general del Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales Susana Prieto dice que no debemos perder el optimismo y nosotros debemos intentarlo.

Ante esta situación aparecen nuevos retos como la alternatividad en los procesos de producción. Nos debemos plantear hasta qué punto son imprescindibles las ayudas del estado en materia cinematográfica y hasta qué punto está planteado el cine español bajo las directrices presupuestarias estatales. Ya sé que si algún productor cinematográfico está leyendo estas líneas estará pensando que sin las ayudas estatales el cine español se verá gravemente afectado, y estoy completamente de acuerdo, pero ahora es el momento de plantearse formas diferentes de producción y financiación.

El director de cine Juan Cavestany con su mediometraje experimental El señor, realizado exclusivamente para ser distribuido por Internet a cambio de tres euros por copia distribuida, se ha planteado la posibilidad de realizar un producto audiovisual al margen de la industria cinematográfica comercial. Experiencias como la de Cavestany o como la de El Cosmonauta, la primera película española producida a través del sistema de financiación en masa o crowdfunding, demuestran que utilizando las herramientas que Internet nos brinda, como las redes sociales, las comunidades, los blogs… es posible otra financiación audiovisual.

Durante el Renacimiento tuvo especial relevancia una forma de financiación basada en el mecenazgo, que consistía en que miembros de familias acomodadas con gran interés por la cultura y en especial por el arte se dedicaban a proveer fondos a determinados artistas para que pudieran llevar a cabo sus manifestaciones artísticas. En la actualidad se está recuperando una fórmula de mecenazgo similar para llevar a cabo proyectos de diferente índole que tienen difícil cabida en el mundo comercial y que por su originalidad o aporte a la cultura social deberían ser producidos. Así nace la microfinanciación colectiva o crowdfunding.

El crowdfunding se basa en un proceso muy sencillo: un creador expone su proyecto presupuestado en una plataforma creada exclusivamente para este tipo de financiación; los usuarios que consideran que este proyecto debe llevarse a cabo hacen diferentes aportaciones económicas durante un plazo de tiempo limitado a cambio de obsequios, descuentos, experiencias… Estas aportaciones sólo se harán definitivas en el caso de que acabado el plazo esté completada la financiación.

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La originalidad y el atractivo del proyecto son imprescindibles para atraer a un mayor número de usuarios potenciales para financiar la obra. Aquí entran en juego las redes sociales, una de la herramientas básicas para difundir el proyecto, imprescindibles en este tipo de experiencias.

En España han aparecido diferentes plataformas que albergan proyectos de financiación colectiva. Partizipa fue la primera empresa de crowdfunding española, fundada a finales de 2007. Después han aparecido diferentes propuestas como Lanzanos, Verkami, Kifund, especializada exclusivamente en el sector audiovisual o Goteo, que pretende hacer posible proyectos que contribuyan al fortalecimiento del bien común compartido con la filosofía de open source (código abierto).

En cualquiera de estas plataformas se pueden encontrar múltiples proyectos audiovisuales que al no encontrar en la producción comercial cinematográfica un hueco han apostado por alternativas que están funcionando y están dando sus frutos.

¿A qué esperas para convertirte en un mecenas del Siglo XXI?

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2 comentarios

  1. Está claro que hay que buscar alternativas para evitar la muerte lenta del arte y las expresiones audiovisuales en los momentos que vivimos.

  2. Está claro que hay que buscar alternativas para evitar la muerte lenta del arte y las expresiones audiovisuales en los momentos que vivimos.

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