El librómetro
Confieso que hoy es de esos días en que me gusta deslizarme por la pendiente descendente del tobogán del desaliento para, completamente abatido por la cruda realidad de los datos, resurgir de mis propias cenizas. ¿Y esta pseudopoética introducción a que viene, a deshoras y a destiempo? Hace pocos días, el 3 de mayo, Vicente Verdú publicó en el diario El País su habitual columna de los jueves, en este caso dedicada a “El marketing cultural del tocomocho“, a la suplantación o sustitución de los valores culturales más altos y refinados de la sociedad occidental, sustanciados, en este caso, en contenidos literarios, por obras pasajeras y a veces residuales que, mediante una adecuada y convincente estrategia de promoción, se convierten en obras maestras o, al menos, en bestsellers. El tocomocho cultural consiste, en consecuencia, en hacer pasar por obras literarias lo que no son sino puros acontecimientos comerciales, y la cultura literaria se resiente en raíz misma, porque no conviene olvidar que la génesis de todas las artes está en su rebeldía contra la monetarización, en su desapego respecto a las demandas más descarnadamente comerciales. En fin, quízás fueran otros tiempos. Verdú dice en su columna:
Oferta y demanda se comunican en una lengua cada vez más elemental y juntos ruedan hacia un llano donde impera la banalidad y la ganga de la inmediatez.
Con ocasión del Día del Libro el diario El País publicó una lista de los libros más leídos del año 2006, y en esa relación -arrastrándome cada vez más abajo en la pendiente del tobogán-, encontramos los consabidos códigos y catedrales envueltos en diversas sábanas o sudarios. Estos son los libros -y mi afirmación por categórica me costará más de una desautorizacion- de los que no leen, o al menos de los que no leen habitualmente, de aquellos cuyo gusto literario, competencia literaria, está escasamente desarrollada, por las razones que sea.
de la sábana santa” src=”http://www.elpais.com/comunes/2007/dia-del-libro/images/librometro/libro8.jpg”>
El informe anualmente publicado por la Federación de Gremios de Editores no dejaba lugar a dudas sobre los hábitos lectores de nuestra población en el año 2006, no cabe que nos lleva a engaño alguno:
TOTAL MATERIAS: 20 TÍTULOS MÁS LEÍDOS EN 2006 | ||
NÚMERO DE ORDEN | TÍTULO | AUTOR |
1 | EL CÓDIGO DA VINCI | DAN BROWN |
2 | LA SOMBRA DEL VIENTO | CARLOS RUIZ ZAFÓN |
3 | LOS PILARES DE LA TIERRA | KEN FOLLETT |
4 | ÁNGELES Y DEMONIOS | DAN BROWN |
5 | LA CATEDRAL DEL MAR | ILDEFONSO FALCONES |
6 | EL QUIJOTE | MIGUEL DE CERVANTES |
7 | MEMORIAS DE UNA GEISHA | ARTHUR GOLDEN |
8 | LA CONSPIRACIÓN | DAN BROWN |
9 | LA BIBLIA | |
10 | LA HISTORIADORA | ELIZABETH KOSTOVA |
11 | HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE | J.K. ROWLINGS |
12 | EL SEÑOR DE LOS ANILLOS | J.R.R. TOLKIEN |
13 | EL ULTIMO CATÓN | MATILDE ASENSI |
14 | LA HERMANDAD DE LA SÁBANA SANTA | JULIA NAVARRO |
15 | EL CLAN DEL OSO CAVERNARIO | JEAN M. AUEIL |
16 | EL MÉDICO | NOAH GORDON |
17 | EL OCHO | KATHERINE NEVILLE |
18 | LA FORTALEZA DIGITAL | DAN BROWN |
19 | EN EL BLANCO | KEN FOLLETT |
20 | CABALLO DE TROYA | J.J. BENÍTEZ |
Ayer mismo hablaba con una colega editora de los disgustos que la comercialización de sus libros le provocaban, comido el terreno en las mesas de novedades por libros tan explícitamente comerciales, hechos para paladares poco rigurosos, como los de… [va de asesinatos en un tren y miembros de bandas armadas, con o sin sortilegios mágicos y envueltos o no en sábanas y sudarios], que iban por la quinta edición en menos de un mes, y copaban todos los espacios publicitarios de las librerías con pilas altísimas de novedades (que habrán pagado, en cualqueir caso, a precio de oro).
La cuestión de fondo es la misma que hace cuatro décadas o más: ¿es posible que una mayor parte de la población disponga de los recursos y las competencias necesarias para apreciar y disfrutrar de productos culturales más selectos? ¿se trata, meramente, de una utopía inalcanzable propiciada y mantenida por una izquierda cultural que vive, precisamente, de fomentar ese espejismo? ¿debemos, por tanto, conformarnos con que la oferta sea cada vez más burda y los paladares menos exigentes? ¿debemos aceptar el tocomocho cultural como un hecho consumado y el degradado futuro del libro y sus contenidos como un sino de nuestro tiempo?
Ahora, que llega la Feria del Libro con su pasarela de novedades iridiscentes, nos toca resurgir de las cenizas.
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A pesar de estar, en cierta manera, de acuerdo contigo, no puedo evitar considerar que exageras un poco. Reconozco los perjuicios que suponen estos best-sellers para otras publicaciones (y sus editores) en las librerías, pero, sinceramente, no veo el atentado a la cultura. La gente lee. Y qué triste sería si todos leyésemos lo mismo. Qué suerte que a la gente les gusten cosas diferentes, aunque una triste mayoría sean borregos que dicen disfrutar de algo sólo porque la publicidad los ha convencido de su calidad. Pero sin bazofia en las estanterías las obras maestras no serían obras maestras. Sin libros-hamburguesa no destacaría un buen libro-pato-a-la-naranja. Sin variedad, para diferentes personas, para diferentes estados de ánimo, para diferentes épocas, ni la mejor obra de la historia sería suficiente. El borreguismo está en todas partes, en todas las esferas del mercado, y gracias a eso el resto de ovejas nos consideramos superiores. No creo que lo seamos. Esa utopía me da escalofríos, como si se quisiese convertir el mundo en una reunión de filósofos en el ágora donde todos se consideran una élite que quiere imponer su criterio y gasta su saliva en ver cuál es la mejor obra de la historia. Hay gente a la que le gustan esas cosas de verdad, por sorprendente que parezca, y no merecen menosprecio. Siempre habrá diferentes opiniones. Siempre habrá quien disfrute más con la lectura de una historia que con conocer su fin. Como dice Kundera, el pato a la naranja se saborea mientras se come, no se disfruta sólo por haberlo comido. Y, sin embargo, siempre habrá quien prefiera llenar su estómago sin más. Y, sin embargo, leen.