Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999)

Reseña de Aiala Belzunegui:

Todo sobre mi madre es el decimotercer largometraje del director manchego Pedro Almodóvar. Estrenada en 1999, es para muchos críticos su obra maestra, galardonada con numerosos premios como el Oscar de Hollywood (mejor película extranjera), Festival Internacional de Cine de Cannes (mejor director) , Premio Goya (mejor director, mejor película, mejor actriz: Cecilia Roth, mejor sonido, mejor música original, mejor montaje) y numerosos premios más.

El título de este largometraje es un homenaje a Joseph L. Mankiewicz y su película Eva al desnudo (All about Eve) de 1950. No en vano la historia comienza con Manuela y su hijo Esteban cenando en su casa mientras ven en la televisión esta película, esto hará que Esteban imite al personaje de Eva Harrington y espere a su ídolo, Huma Rojo, en las puertas del teatro, al final de su representación. No es el único guiño a Eva al desnudo, Manuela, como Eva, terminará convirtiéndose en la asistenta de Huma, para finalmente remplazarla en la representación de la obra.

«Manuela representa a las actrices que hay en todas las mujeres, un pensamiento que Almodóvar expresa en el press book de la película:

‘Mi idea al principio fue hacer una película sobre la capacidad de actuar de determinadas personas que no son actores. De niño yo recuerdo haber visto esta cualidad en las mujeres de mi familia. Fingían más y mejor que los hombres. Y a base de mentiras conseguían evitar más de una tragedia'»[1]

En las películas de Almodóvar son frecuentes el manejo de diferentes roles entre los personajes femeninos, el director parece que no introduce grandes novedades en lo que es la sociología tradicional de la mujer. Sus principales personajes son madres, mujeres dedicadas a profesiones de mal vivir, religiosas y otras actividades que podríamos denominar clásicas. Sin embargo su novedad psicológica es que las madres, pese a serlo, combinan sus caracteres básicos con otros poco convencionales.

La mayoría de sus personajes habituales son individuos condenados a la marginación de la sociedad: homosexuales, putas, yonquis, policías machistas, amas de casa, camellos, etc. Seres que aunque no estén aceptados por la sociedad comparten sus pasiones, problemas y deseos. Almodóvar ni los juzga ni los compadece, simplemente los representa como parte del mundo.

“Yo reivindico la libertad de autodestruirse. También reivindico el derecho a dejar de drogarse, me refiero a la heroína. En lugar de utilizar la droga de manera reaccionaria, como se está haciendo, deberían proporcionar los medios para que el que la quiera dejar, la deje”[2]

El director no siente ningún pudor en hablar de temas que podrían considerarse tabú, no sólo en sus inicios, en los años 80, sino también en la actualidad. Los travestidos y transexuales son comunes en sus films y el sexo esta patente en casi todas sus películas. Desde sus inicios como director, Almodóvar reclama el derecho a disfrutar del propio cuerpo sin miedo.

La figura de la madre es muy importante para Almodóvar. En sus obras podemos encontrarnos numerosas figuras de madres y, sin embargo, escasas figuras de padres y estos, poco relevantes, el padre es el gran ausente. Esto puede entenderse porque su mundo ha sido siempre más femenino, convivía con sus padres y hermanas, pero su padre no pasaba mucho tiempo en casa, por ello se crió casi sólo con mujeres, teniendo como figura principal a su madre. Esto se refleja en sus obras, en las que salen representadas muchas veces y siempre con un papel importante.

Dentro de Todo sobre mi madre hayamos muchos de sus “tópicos”. Podemos encontrarnos representada a la madre, en el personaje de Manuela, la protagonista, una mujer afectuosa y amable, madre soltera, que vive en Madrid con su hijo Esteban, al cual le oculta un gran secreto, quién es su padre. Terminará siendo una mujer destruida por la pérdida de su único hijo y partiendo entonces en la búsqueda de su padre.

Encontramos también al homosexual, representada por Marisa Paredes haciendo el papel de Huma Rojo, lesbiana desgraciada en amores. Una mujer neurótica y desesperada por encontrar el amor de la joven actriz que actúa en el teatro con ella, Nina, la cual es una mujer borde y desconfiada, que está enganchada a la heroína.

También en esta obra aparecen las figuras de transexuales, concretamente dos personajes, estará Lola (el antiguo Esteban), marido de Manuela y padre del joven Esteban y, Agrado, una mujer extremadamente extrovertida que no tiene más remedio que ejercer la prostitución. Amiga en la juventud de Manuela con la que se reencontrará años después en Barcelona.

Como último personaje principal femenino Almodóvar elige a Rosa, una monja de la caridad, guapa y de buena familia, bondadosa y delicada, que se encargará de ayudar a las prostitutas. Un papel representado por Penélope Cruz, en su segundo trabajo con el director. No es la primera vez que Almodóvar elige a monjas y que estas no tienen el rol típico de una religiosa. No hay más que pensar en sor Rata y sor Estiércol de Laberinto de pasiones.[3]

La película está guiada por los diferentes deseos de los personajes, todo el mundo desea algo o a alguien. El inicio de la obra nos muestra a un joven Esteban que ansía sobre todas las cosas convertirse en escritor y conseguir un autógrafo de Huma Rojo, Manuela, su madre, anhela ser actriz, y Huma Rojo, por su parte, desea el amor de la joven Nina, que está más interesada en la droga.

Estos deseos van cambiando a lo largo de la película. El primer punto de giro, la muerte de Esteban, hace que la vida de Manuela cambie por completo. Deja de interesarse por su propia existencia y se convierte en una persona obsesionada por saber quién lleva el corazón de su hijo. Más tarde su deseo vuelve a cambiar, cuando viaja a Barcelona para encontrar al padre de su hijo, Lola (Esteban), y decirle éste ha muerto.

Agrado desea dejar las calles y ser reconocida como mujer aunque ella misma afirma “a los hombres les gusta que tengamos tetas y una buena polla”. Rosa a su vez busca ayudar a los más desfavorecidos, centrándose y volcándose tanto en su trabajo que terminará acostándose con Lola (Esteban), adquiriendo dos características muy poco recomendables para una monja, infectada de VIH y embarazada.

Todo sobre mi madre nos enseña que hay mucho más allá detrás de los personajes, que hay que aprender a leer entre líneas. Todos estos personajes que tendrán deseos muy marcados parecen fingir sus propias vidas, se crean identidades o armaduras invisibles para ocultar su realidad, utilizando la mentira como mecanismo de defensa y de supervivencia.

“Todas estas mujeres tienen además una relación muy especial con el espejo, y no por vanidad, o no solo. Ellas rechazan la imagen que les devuelve el espejo, porque también les devuelve su imagen interior, sus dobleces y sus miedos”[4]

Las mentiras o los secretos que todas ocultan, en la medida que van tejiendo la relaciones,  van encontrando vías, si no de solución, si de terapia emocional.

Manuela nada más llegar a Barcelona no le cuenta a nadie el motivo de su visita, ni que ha perdido un hijo. Agrado que parece la alegría de la huerta y la más extrovertida esconde su imposibilidad de ser feliz,  convirtiéndose en una mujer de verdad, ya que vive de su cuerpo “ambiguo”.

Rosa, dedicada a los demás por la falta de atención de su madre, siente miedo al quedarse embarazada, esconde su angustia, viendo como única solución pasar esos meses de gestación en El  Salvador, como misionera.

Huma sufre mal de amores, enamorada de Nina, no comparte con nadie su mayor carga, su novia es drogadicta y es incapaz de plantearse ningún compromiso.

Todos estos personajes que en un inicio no tienen nada en común terminarán juntándose, en una singular solidaridad femenina para resistir la realidad, los golpes que les da la vida. Y aunque no consiguen sus deseos, el consuelo que obtienen al relatarse sus angustias entre ellas, palia gran parte de la frustración que sienten.

La habilidad de Almodóvar es ese azar dirigido a que todos los personajes terminen cruzando sus caminos, y no sólo de paso, si no apoyándose unas en otras, compartiendo sus miserias como si así la vida fuese más fácil.

El cruce de Agrado y Manuela es fortuito, esta última va a Barcelona a encontrarse con Lola, buscándola a las afueras de la ciudad, en una zona de prostitución. Allí, de casualidad, salvará a Agrado de una agresión, esta agradecida y contenta de ver a su amiga después de muchos años la lleva a su casa y al día siguiente le presentará a Rosa. La monja, dedicada a sacar prostitutas de la calle, confundiendo a Manuela con una de ellas, le buscará primero un trabajo en la casa de su madre y más tarde será Manuela quien ayudará a Rosa acogiéndola en su casa el tiempo que dura el embarazo.

El camino de Huma y Manuela se cruza desde el inicio de la película. Esta intersección es la que provoca la historia. Manuela obsesionada con la obra Un tranvía llamado Deseo, que ha marcado su vida, primero porque representándola conoció al padre de su hijo Esteban y segundo porque la última vez que la vio perdió a su hijo, acudirá en Barcelona a ver la obra de Tenesse Williams una y otra vez. Acercándose a conocer a la actriz, Huma, es también por azar, cuando descubre el mayor tormento del personaje que representa Marisa Paredes y se entreteje  entre amabas otra relación de verdades a medias.

Manuela será la que irá conociendo los lados oscuros de todos los personajes. Ante la pérdida brutal de su hijo, terminará adoptando el papel de madre de todas ellas, apoyándolas y guardando sus secretos.

“Cada personaje femenino va depositando su historia más íntima en otro, con una naturalidad que ilustra la propia obra de teatro incluida en la narración; la frase de Blanche “Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos”[5]

Esta complicidad entre personajes, esta ansia de evadirse por un momento de lo que les atormenta, se muestra muy bien en dos conversaciones que mantienen las cuatro en la casa de Manuela.

MANUELA (a Rosa): Ven, siéntate aquí y deja de moverte.

HUMA (refiriéndose a Rosa): ¿Qué le pasa exactamente?

ROSA: Un accidente.

HUMA: Ah, ¿De qué tipo?

ROSA: Uyy…

MANUELA (interrumpiendo a ROSA): Uy ¿por qué no se me había ocurrido antes? Agrado podía ocupar mi puesto.

ROSA:Claro

HUMA: ¿Agrado es a la que no querías abrir la puerta?

MANUELA: Bueno, esas son cosas nuestras, pero para tí es ideal.

HUMA pone cara de no entender nada.

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Sigue la reunión y ya han bebido varias botellas de cava

ROSA: A mi Prada me parece ideal para monja

HUMA: Mi problema es que como me sienta todo tan bien, soy muy ecléctica

MANUELA: ¿Sabes que me han salido sabañones desde que estoy en Barcelona?

HUMA: A ¿si? Pues mi madre tenía una recta para…

AGRADO: ¿Quieres que vaya a por mas? (refiriéndose al alcohol)

HUMA: Me encantaría…pero ¿dónde está el baño?

HUMA se levanta y AGRADO se sienta JUNTO A MANUELA  y ROSA

AGRADO: Me tendreís  que poner al día de lo que está pasando en esta casa, que ni que fuera una extraña

MANUELA: mañana te lo cuento

ROSA: No le digas nada, que esta no es capaz de tener la boca cerrada

AGRADO: Yo sé muy bien como tener la boca cerrada, os he seguido la corriente…Pero si soy un modelo de discreción, hasta cuando me estoy comiendo una polla se ser discreta. Con la cantidad de pollas que me he comido en lugares públicos sin que nadie, excepto el interesado, se diera cuenta.

Aparece HUMA que viene del baño

HUMA: El tiempo que hace que no me como yo una polla

Todas se ríen a la vez.

ROSA: Pues a mí me encanta la palabra polla y pollón.

Todas se ríen otra vez

HUMA: Bueno , yo me tengo que ir

ROSA: ¿estás bien?

HUMA: mejor que nunca.

HUMA se va acompañada de AGRADO.

 

En la primera parte de la conversación vemos que Manuela y Rosa ocultan sus problemas a Huma, tanto su embarazo como su enfermedad. Aparentan una falsa  tranquilidad, teniendo como única preocupación el bienestar de Agrado.

En el segundo diálogo, que ocurre en la misma secuencia, minutos después, da la impresión de que esas cuatro mujeres han tejido unas redes difíciles de deshacer, que son amigas de toda la vida. A las cuatro la interacción les ha ayudado a tener una perspectiva diferente de sus problemas.

“La ficción como protección es para Almodóvar parte natural de la vida. El suero, el oxígeno, las máquinas, sujetan artificialmente la vida del mismo modo que lo hace la escena teatral o la cámara. Es natural también que proponga esa equiparación tan hermosa entre los donantes y la figura de la madre; entre los hijos y los receptores, que esperan su milagro particular para poder vivir. No es casualidad que con esta ecuación el hijo termine convirtiéndose en donante; y ambos, hijo y madre, entreguen el corazón. Tampoco es casualidad que el hijo muera el día en que celebra su nacimiento: las estructuras circulares (como el autógrafo que inicia el drama y que Estaban recibe después de muerto), se reiteran a lo largo de la narración, apoyadas visualmente por los coches que circulan alrededor de las prostitutas, y por lo túneles redondos (como úteros) a través de los cuales la protagonista va y viene una y otra vez en busca del origen de las cosas (formando un círculo en el que se repiten Madrid y Barcelona, que son el hijo y el padre) con el pretexto de estar huyendo”[6]

La historia comienza con Manuela perdiendo un hijo, las peripecias que le llevan a conocer y empatizar con el resto de mujeres, hará que el círculo se cierre de manera limpia. Su entrega a los cuidados en el embarazo de Rosa la convierte en la candidata más adecuada para cuidar a ese niño que nada más nacer es huérfano. Convirtiéndose así de nuevo en madre de un niño llamado Esteban, en honor a su hijo fallecido.

Las mujeres de esta película se apoyan, comparten su sufrimiento, el dolor de la pérdida y creen en la posibilidad del perdón y el respeto.

Si no rehabilitan, al menos, son tullidas que se apoyan mutuamente, y eso les impide caer. Ninguna de ellas tiene un fin brillante fuera del ámbito sórdido en el que han desarrollado su vida, pero no se desinflan, siguen apasionadas en hacerla durar soportando todas las contingencias. Una sociedad de mujeres, no un club de élite femenino, constituye tanto su pasado como su futuro.

“La película está dedicada a todas las personas que juegan a ser alguien diferente, a transformarse como si fueran seres en continua evolución o personas de novela o guiones que el narrador y el escritor puedan modificar en cualquier momento”[7]

BIBLIOGRAFÍA

ALMODÓVAR, Pedro: “Entrevista en Cambio 16”, núm. 693, Madrid, marzo, 1985

ALLISON, Mark: «Un laberinto español. Las películas de Pedro Almodóvar». Ocho y medio,Madrid,2003.

GARCÍA DE LEON, María Antonia; MALDONADO, Teresa: “Pedro Almodóvar. La otra España cañí (sociología y crítica cinematográficas). Diputación provincial de Ciudad Real, Ciudad Real, 1989.

HOLDIN, Antonio: “Pedro Almodóvar”. Cátedra, Madrid, 1994

MANZANO, Cristina: “Todo sobre mi m adre”. En CASTRO,Antonio (coord..): “Las películas de Almodóvar” , Ediciones JC, Madrid, 2010

MÉJEAN, Jean-Max:”Pedro Almodóvar”. Ediciones Rodinbook, Barcelona, 2007

VIDAL, Nuria: “El cine de Pedro Almodóvar”. Instituto de Cinematografía y las Artes Audiovisuales, Madrid, 1988

 


[1] ALLISON,Mark: «Un laberinto español. Las películas de Pedro Almodóvar». Ocho y medio,Madrid,2003, pag, 280, que cita el press book de la película.

[2] Entrevista a Almodóvar, Cambio 16, núm. 693, Madrid, marzo, 1985, pag.33

[3] Laberinto de Pasiones dirigida por Almodóvar en 1982

[4] MANZANO, Cristina: “Todo sobre mi m adre”. En CASTRO,Antonio (coord..): “Las películas de Almodóvar” , Ediciones JC, Madrid, 2010, pag. 225.

[5]MANZANO, Cristina: “Todo sobre mi m adre”. En CASTRO,Antonio (coord..): “Las películas de Almodóvar” , Ediciones JC, Madrid, 2010,pag.217

[6]MANZANO, Cristina: “Todo sobre mi m adre”. En CASTRO,Antonio (coord..): “Las películas de Almodóvar” , Ediciones JC, Madrid, 2010, pag.215

Aisala Belzunegui, enero de 2012.

 

[7] MÉJEAN,Jean-Max:”Pedro Almodóvar”. Ediciones Rodinbook, Barcelona, 2007, pag.116.

 

 

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