Condenados a vivir (Joaquín Romero Marchent, 1971)

Reseña de Enrique Agudo

Los débiles y los fracasados deben perecer; ésta es la primera proposición de nuestro amor a los hombres. Y hay que ayudarlos a perecer”.[1]

Joaquín Romero Marchent es conocido, además de por ser el pionero del euro western -antes incluso de Sergio Leone-, por haber realizado las mejores películas de vaqueros rodadas en nuestro país. Títulos como El sabor de la venganza (1963) o Antes llega la muerte (1965), demuestran el saber hacer de este director, que  poseía una visión cinematográfica más cercana al universo de John Ford[2] que al del citado Leone. Del realizador italiano llegó a decir: “Sergio Leone simplemente buscaba el efecto, obtenido por la ironización de la violencia. En cambio, yo soy incapaz de hacer nada como eso porque no puedo tomarme en broma nada que esté relacionado con la violencia.”[3] En lo formal, la mayoría de sus westerns cuentan con poca influencia del Spaghetti[4]; Prefería utilizar la técnica narrativa del oeste de Hollywood, para después, en las historias, alejarse de los estereotipos del cine norte americano para tratar sus temas propios.

En 1971, y tras unos años de rodar junto a su hermano una buena cantidad de Euro westerns, Marchent abandona el género con un film atípico: Condenados a vivir (1971); El director madrileño (Hastiado por no ser considerado diferente a los demás directores del spaghetti) parece querer cerrar está etapa de su carrera dando un portazo, ya que estamos ante una película que se distancia de las convenciones usadas en este tipo de productos. Es su película más personal, una visión brutal y despiadada del ser humano, un film que se sumerge en el cine de horror y supervivencia, y que se convierte en el más claro ejemplo de nihilismo[5] dentro del western.

La película comienza con el viaje de un grupo de presos custodiado por el ejército confederado. Al paso por una cadena montañosa, la caravana es atacada por unos ladrones y vuelca. Sólo sobreviven los condenados, un Sargento y su hija. Se inicia así una odisea a través de un inhóspito paisaje; sin víveres ni esperanzas de sobrevivir, el camino se irá sembrando de traiciones y muerte; Ya desde el título, Condenados a vivir[6], la cinta de Marchent nos invita a un paseo por el Hades en el que las cuestiones morales y éticas no tienen cabida, y en el que planea constantemente el pesimismo existencial esgrimido por Nietzsche[7].

Marchent se olvida de su estilo clásico, y aunque sigue dominando el factor psicológico de los personajes, uno de sus mejores rasgos, aparta a un lado lo sugerido y nos muestra la violencia de forma gráfica y sangrienta. El director madrileño, que durante su anterior filmografía había hecho gala de un depurado uso de la violencia, aquí nos la muestra en primer plano, y muchos consideran este film como un antecedente del subgénero slasher[8].

El autor de Antes llega la muerte, estaría más cercano al estilo feísta del Django (1966) de Sergio Corbucci[9], que a la obra  de Peckinpah. Si Django contiene los rasgos del anti héroe nihilista tan propios del Spaghetti western,  en Condenados a vivir llama la atención la falta de un héroe o anti héroe en el que poder apoyarnos. Para el personaje del Sargento, Marchent funde en una dos figuras nihilistas que parten de planteamientos parecidos: El héroe, o anti héroe del spaghetti western, y el antihéroe del dirty Western norteamericano[10], nacido de films como La balada de Cable Hogue(1970), de Sam Peckinpah. El primero, preocupado por sí mismo, sin importarle el mundo y su alrededor. El otro, crepuscular, abatido, solitario. Este Sargento, interpretado por Robert Hundar, es un hombre derruido por la muerte de su mujer, que sólo se mueve por venganza, ya que su asesino se encuentra entre los presos pero no sabe quién es; Es un tipo que no tiene escrúpulos en disparar a la cara a un hombre desarmado y se muestra frío y distante; Ocurre que, justo cuando parece mostrar su humanidad salvando a su hija de morir congelada, es atacado por los presos y encuentra una muerte horrible a mitad de la película.

Otro personaje que aspira a anti héroe es un preso que parece enamorado de la hija del Sargento y que la defiende cuando sus compañeros intentan violarla; Pero el reo resulta ser el asesino sin conciencia que mató a la madre de la chica, el hombre del que quería vengarse el Sargento. La hija de Hundar, interpretada por Emma Cohen, sería el único asidero moral al que aferrarnos, y aunque influye en la resolución del film, tiene muy poco peso en su desarrollo.

Los demás personajes van más allá de los depravados, sucios y desdentados malvados del spaghetti western. Se mueven por la codicia y la ruindad, sí, pero están impregnados de tal amoralidad, que caen continuamente en comportamientos  relacionados con el nihilismo pasivo[11] y con el rechazo a Dios. Un ejemplo: Los presos van encadenados y uno de ellos ha resultado herido durante el accidente de la caravana. Sus compañeros no están dispuestos a ayudarle, y le piden al Sargento que lo suelte. Este se niega, por lo que los presos deciden matar al herido. Una vez muerto, el Sargento decide castigarlos y les obliga a cargar con él. Poco después, el Sargento descubre que los presos han echado el cadáver encadenado a una hoguera. Los presos bromean sobre el cuerpo humeante y calcinado, y Marchent nos muestra un primer plano del infeliz quemado. Con un machetazo, el Sargento mutila el pie del muerto y lo separa de las cadenas. En esta secuencia  (además de la amoralidad mostrada por todos los personajes) vemos que  la destrucción y el ensañamiento con el cadáver funcionan como perfecta metáfora de la profanación  cristiana, y por ende, de la negación de lo religioso.

La película tiene numerosas alusiones a la muerte y al más allá.  Un preso habla con otro de un tercero que estuvo a punto de ser colgado, y cuenta de este que, aunque sobrevivió al ahorcamiento, justo antes de que le pusieran la soga recordó todos los momentos de su vida como si fueran “sucios chispazos.” Esta alusión derrumba esa visión dulcificada que se tiene de los momentos anteriores a la muerte, con sus recuerdos felices, sus luces y sus túneles divinos. Quizás el momento que resume el carácter nihilista del film sea una breve conversación que mantiene la hija del Sargento y el preso que está enamorado de ella. El preso intenta animar a la joven diciéndole: “La vida es lo único que tenemos.” Y ella responde: “No es mucho, ¿Verdad?”

Y es que en Condenados a vivir no hay sitio para el amor. Los recuerdos de los personajes aparecen como turbias ensoñaciones narradas a cámara lenta. Como decíamos antes, el preso enamorado resulta ser el asesino de la madre de la hija del Sargento, mientras que otro preso, jugador de cartas, recuerda como disparó a su mujer en la cabeza después de que esta le fuera infiel. Marchent no permite la salvación a ninguno de los personajes. El Sargento es asesinado sin saber quién mató a su mujer. Los presos, que descubren que sus cadenas son de oro, se masacran entre ellos o son dinamitados por la hija del Sargento al final de la obra; Y es que la hija del Sargento, que ha visto como el preso del que estaba enamorada es finiquitado por sus compañeros, decide sacrificarse esperando a que la dinamita que ha encendido haga su efecto. De este modo la muerte triunfa, “Y la vida no parece tener significado o valor intrínseco”[12].

Ningún otro western anterior o posterior ha mostrado tal grado de desafección por la vida, tal grado de autodestrucción en el ser humano. Grupo salvaje (1969) de Sam Peckinpah, contaba con las bases del pensamiento nihilista, tenía a los anti héroes, pero en último término también se hablaba de la amistad como lazo inquebrantable. Django poseía al anti héroe, pero se marcaban claramente las diferencias entre buenos y malos. Spaghettis enormes como Hasta que llegó su hora (1969), de Leone, o Infierno de cobardes (1972), de Clint Eastwood, mostraban una gran crueldad, pero también personajes enteros y finales redentores. En Condenados a vivir, el último fotograma y la palabra Fin, quedan congelados en la explosión que acaba con la vida de los últimos supervivientes de la película. En la época de la que data la película se estrenaron varias producciones de otros géneros con influencias del nihilismo: La naranja mecánica (1971) de Stanley Kubrick, El último tango en Paris (1972), de Bernardo Bertolucci o El discreto encanto de la burguesía (1972), de Luís Buñuel. Cada una con un grado mayor o menor de nihilismo, pero muy distintas entre si, y muy diferentes al film de Marchent, que estaría más próximo a films como Deliverance (1972), de John Boorman, o a la reciente y muy nihilista Infierno Blanco (2012), de Joe Carnahan.

Condenados a vivir es un film valiente, trasgresor, políticamente incorrecto para su época y de un nihilismo exacerbado, una buena muestra del talento de un director que merece el reconocimiento del cine español y no sólo la etiqueta de realizador de culto.

 

BIBLIOGRAFIA

AGUILAR, Carlos: Joaquín Romero Marchent: La firmeza del profesional, Diputación de Almería, Almería, 1999.

CASAS, Quim: Películas clave del Western, Ediciones Robinbook, Barcelona, 2007.

DE PRADA, Juan Manuel: “Condenados a vivir”, [En línea]. Disponible en Internet: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/cultural/2010/06/12/039.html [Última consulta: 2 de Mayo de 2013]

ESBILLA, Adrián: Condenados a vivir, el Western horror de Joaquín Romero Marchent, [En línea]. Disponible en   Internet: http://esbilla.wordpress.com/2012/01/10/cerca-del-animal-condenados-a-vivir-el-western-horror-de-joaquin-romero-marchent/ [Última consulta: 2 de Mayo de 2013]

GALÁN, Diego: “Joaquín Romero Marchent, creador del Western español”,  [En línea]. Disponible en Internet: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/23/actualidad/1345758237_619463.html [Última consulta: 29 de Abril de 2013]

GONZALEZ, José Félix: El héroe del Western crepuscular: Dinosaurios de Sam Peckinpah, Editorial Fundamentos, Madrid, 2007.

HARO, Jesús: “Spaghetti Western, parte uno”, [En línea]. Disponible en Internet: http://cinedesencadenado.blogspot.com.es/2013/04/spaghetti-western-parte-i.html#outer-wrapper [Última consulta: 5 de Mayo de 2013]

LOPEZ DÍAZ, María José: “J. Romero Marchent: Hacer consideraciones de uno mismo conduce a pecado”, [En línea]. Disponible en Internet: http://elpais.com/diario/1999/12/06/andalucia/944436144_850215.html  [Última consulta: 2 de Mayo de 2013]

MOLINA FOIX, Vicente: “El cine posmoderno: Un nihilismo ilustrado”. Historia general del cine, el cine en la era del audiovisual (Vol.XII), Cátedra, Madrid, 1995

NIETZSCHE, Friedrich: El anticristo: Maldición sobre el cristianismo, Alianza editorial, Madrid, 1997.

NIETZSCHE, Friedrich: Más allá del bien y del mal, preludio de una filosofía de futuro, Alianza editorial, Madrid, 2005.

PRATT, Alan: “Nihilism”, [En línea]. Disponible en Internet: http://www.iep.utm.edu/nihilism/#H2 [Última consulta: 4 de Mayo de 2013]

 

Enrique Agudo, 2013

 



[1] NIETZSCHE, Friedrich: El anticristo: Maldición sobre el cristianismo, Alianza editorial, Madrid, 1997. Pág 10

[2] Marchent utilizaba el paisaje como personaje activo, incluso como alter ego existencial de sus protagonistas.

[3]  AGUILAR, Carlos: Joaquín Romero Marchent: La firmeza del profesional, Diputación de Almería, Almería, 1999.Pág 49

[4] Marchent solía evitar los típicos zooms del Spaghetti.

[5] Corriente filosófica de Nietzsche que afirma la muerte de los valores tal y como los conocemos. Suele presentarse como nihilismo existencial,  y rechaza, entre otras, la existencia de una instancia suprema, afirmando que todo es valido y a su vez, todo es indiferente.

[6] Cut-Throats nine en el original: Nueve sin escrúpulos.

[7] Desarrollada en libros como Más allá del bien y del mal, preludio de una filosofía de futuro(1886), o El anticristo (1888)

[8] Subgénero del cine de terror en el que se muestran los asesinatos de manera explícita y sangrienta, regodeándose en mutilaciones, destripamientos y otras delicatessen.

[9] Revisitada por Tarantino en su Django desencadenado (2012)

[10] Término acuñado por el periodista Richard Schickel para definir el western crepuscular, aquel que marca el fin del oeste, con la decadencia del héroe y la llegada del progreso. Su origen podría situarse en Centauros del desierto (1962) de John Ford.

[11] El nihilismo pasivo sería la decadencia y el retroceso del poder del espíritu, el activo sería lo contrario, el signo creciente de ese espíritu.

[12] Definición del Nihilismo del investigador Alan Pratt.

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