Tengo ganas de ti (Fernando González Molina, 2012)

Reseña de Pietro Ditano.

Tengo ganas de ti es una película de 2012 dirigida por Fernando González Molina y escrita  por Ramón Salazar basada en la novela homónima (en italiano: Ho voglia di te) de Federico Moccia.

La obra es la secuela de 3MSC, de los mismos autores. Tengo ganas de ti continúa con la historia de Hache (Mario Casas), un joven conflictivo que tras una temporada en Londres tratando de olvidar a Babi (María Valverde) -su amor en 3MSC-, vuelve a Barcelona.  De regreso, conoce a Gin, una chica de “espíritu descarado, efervescente y vital” [1] con quien vive una nueva aventura. Todo va bien hasta que se cruza con Babi.

Tengo ganas de ti alterna momentos de Hache, Gin y Babi; un triángulo amoroso destinado a la colisión. Las escenas en que se desarrolla la acción van desde el hogar familiar hasta exteriores solitarios, pasando por el mundo de la TV y bajando hasta los suburbios del puerto, donde se hacen carreras ilegales.

Todo ello parece tener un denominador común: la pulsión. Pero, ¿llega a tener la relevancia suficiente para convertirse en el motor de la acción de la película?

Según el profesor González Requena las obras cinematográficas pueden dividirse en tres categorías: clásica, manierista y postclásica. Para él, el ejemplo paradigmático de film postclásico es El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991), ya que contiene los tres elementos clave: la pulsión, el goce y lo siniestro. La pulsión es la violencia que nos habita; el goce, el placer extremo; y lo siniestro, lo oscuro.

La sub-trama de la muerte de “Pollo”, el mejor amigo de Hache, que proviene de 3MSC, recoge las tres: “Pollo” competía en carreras de motos ilegales hasta que murió accidentado; la búsqueda del goce para liberar su pulsión lo llevo a la cumbre de lo siniestro: la muerte violenta. Tengo ganas de ti es una obra postclásica. “En el film postclásico nos aguarda un espectáculo que, de manera directa, se ofrece a la pulsión que habita nuestra mirada.” [2]

Para entender al protagonista, siguiendo con el mismo autor, podemos echar un ojo a su propuesta de film clásico: La diligencia (John Ford, 1939). Si dicha obra “presenta el relevo entre dos tipos de héroes: el paso del caballero romántico –reelaboración decimonónica  todavía aristocratizante del héroe de la novela de caballerías- al héroe moderno, encarnado en la figura acentuadamente democrática del cowboy”[3], podemos decir que Tengo ganas de ti, presenta a un héroe posmoderno que bebe del romanticismo del caballero romántico, pero encarnado en la figura anárquica del chico problemático ¿Dónde habita la pulsión?

Hache, que como recogen los diálogos es un nombre bajo el que se oculta otro (Hugo), o una identidad, es definido por su acciones: corre (con el coche de su hermano o con su moto), boxea (en el gimnasio y en la calle), besa, hace el amor desnudo en espacios públicos, fuma, bebe… verbos propios del instinto; y en definitiva, pulsionales.

Gin, que significa ginebra (literalmente), es, en palabras del propio Hache:  “una que hace lo que le da la gana y que no le da explicaciones a nadie”. Hace trampa para entrar en los gimnasios sin pagar, boxea, besa, también hace el amor desnuda en lugares públicos, fuma y hace fotos. Con la Modernidad “se decretó el fin del tabú y, con él, el del universo de lo sagrado. (…) Todo debería desde entonces ser reducido al ámbito de lo visible” [4], por eso Gin hace fotos, para captar lo real. Lejos quedan los films clásicos, donde lo prohibido era de acceso reservado a los antagonistas; p. e. en La diligencia los salvajes indios.

Hache tiene una situación familiar que retrata a la perfección la Modernidad, período que es, según González Requena, “un proyecto que, en su punto de partida, exigía suprimir cualquier autoridad del pasado”. Eso es lo que hace el protagonista: ante la ausencia de su padre, que es un hombre débil y alcohólico (impotente) y la enemistad con su madre, convierte su propio deseo en la única ley. Ante esta situación, “los nuevos ideales serían los de placer. (…) La locura se convierte en la única vía posible hacia el goce”. Ahí es donde entra Gin, cuyos padres no aparecen ni en foto. Esto conduce al “derrumbe inexorable de la sociedad patriarcal.”[5]

Lo que llevará a los dos protagonistas al goce, será la comunión de sus deseos. Ante las carencias de Hugo (Hache), Gin se convierte en la “antropomorfización del deseo”, y “un objeto para mi deseo es destinado a superponerse y a tapar aquello que causa mi desasosiego, mi angustia.” [6] La madre de Hugo pasa de ausencia por enemistad con su hijo a ser hospitalizada, con lo cual la cobertura de necesidades afectivas del personaje va de mal en peor. Esto está íntimamente relacionado con la Imago Primordial: la “imagen deseable que el bebé tiene de la madre como todo absoluto, que representa la máxima definición del placer del bebé. Ella lo es todo para él”. En Tengo ganas de ti, el caso de falta absoluta convertirá a Gin en su Fetiche.

Según Freud, una de las claves para entender la psicología de un individuo reside en la observación de los sueños. La película arranca con un sueño o pesadilla de Hache en la que está semidesnudo con Babi en una playa desierta y ella desaparece en el mar produciendo su angustia. Podemos deducir su obsesión con la figura materna.

Por otro lado está Babi, que nos recuerda a baby, bebé. En Psicoanálisis se considera bebé a alguien que está en la fase anal, es decir, que no sabe valérselas por sí solo ¿Es ése el caso del protagonista? Mientras Gin se vale por sí misma, Babi vive con sus padres y Hugo necesita el hogar y el coche de su hermano, el enchufe de su padre para conseguir trabajo, a Gin para cubrir sus necesidades afectivas, etc. El héroe ve mermadas sus fuerzas pese a su aparente potencial: fuerte, valiente; anulado por su inutilidad como hombre.

Durante los dos primeros actos, Babi parece ser la única del triángulo protagonista capaz de someter sus deseos al intelecto, dado que piensa en Hache pero decide no actuar. Cuando cambia de idea, y opta por acabar con la tensión existente en su cuerpo, concierta una cita secreta con él y provoca el segundo punto de giro: una cascada de pulsión. Babi lleva a Hugo a la playa donde lo hicieron por vez primera y vuelven a hacerlo. A continuación, ella le confiesa que sólo quería asegurarse de lo que sentía porque en dos semanas se casa y lo deja en medio de la calle. Mientras, ante la ausencia del protagonista, los directivos de la cadena de TV violan a Gin en los camerinos y éste los descubre tras su escena turbadora y descarga violentamente contra ellos.

El profesor Basilio Casanova afirma que cuando en un relato con una buena construcción ocurre algo “flagrantemente inverosímil, encierra una verdad”. En Tengo ganas de ti, que cuenta con una estructura bien organizada, hay varios momentos así: p. e. en el primer punto de giro, cuando Hugo y Gin pasan de estar solteros a salir juntos, ofrece una nueva posibilidad a la cuestión central: ¿logrará Hache volver a ser feliz sin Babi? Pero como culminación del cortejo, los protagonistas hacen el amor desnudos en un lugar público sobre una colina al amanecer desde el que se ve toda Barcelona ¿Se trata de un pasaje onírico del goce, o más bien esconde la verdad del fin absoluto del tabú y de cualquier autoridad moral propios del Modernismo?

Como diría Kubrick sobre una película sin misterio “¿Sabes lo que hicieron? Explicarlo todo. Explicar lo que significaba cada cosa. Se la cargaron. Si explicas a la gente qué significan las cosas, dejan de tener sentido” [7] ¿Es entonces Tengo ganas de ti una obra maestra, o por el contrario, pura gratuidad?

Repasando los elementos visuales recurrentes destaca el motor: el del avión con el que llega, el del Porsche de su hermano que él conduce, el de su moto, el de la moto de su amigo… Hugo al mando de todos ellos, pero, ¿es capaz de controlar su potencia, o, por el contrario, la potencia le conduce a él?

¿Qué es un motor? Según la R.A.E.: “máquina destinada a producir movimiento a expensas de otra fuente de energía” ¿No es entonces Hugo un motor… y su fuente de energía su propia pulsión? ¿No llevan los dos protagonistas cazadoras de cuero, que literalmente son pieles que fueron arrancadas a otros animales junto con sus vidas? Lo más básico e instintivo está presente en cada detalle del film ¿No es acaso pulsión lo que mueve a la hermana de Babi a querer hacer el amor a toda costa antes de cumplir los 18, incluso si ello implica consumir drogas o hacerlo en el baño con un desconocido? ¿No es pulsión lo que lleva al padre de Babi a engañar a su mujer y a regalarle joyas caras a su amante? ¿Por qué se esconden estos personajes entonces si no están haciendo algo prohibido? ¿Tiene algo que ver la pulsión con lo prohibido? Que hablen las consecuencias: una familia troceada, una adolescente embarazada por un sujeto / objeto desconocido, un amigo muerto, una ambulancia que viene a recoger la sangre derramada por Hugo… ¿No conduce lo prohibido a lo siniestro? Inexorablemente. Y es que según González Requena, el sexo y la muerte, se confunden.

Demostrada la presencia y el dominio del principio de la pulsión como motor de la acción, cabe plantear una cuestión para la reflexión individual:

El profesor Ubaldo Cuesta estudió en profundidad “el concepto de aprendizaje vicario”. Según él, “es a través de este mecanismo como se produce el llamado moldeamiento (“modeling”), que constituye una de las herramientas “más importantes de transmisión de influencias a través de los medios”. Es decir, que los medios tienen la capacidad de modelar el comportamiento de la sociedad.

“Las personas influyen a su vez sobre la propia construcción del medio, mediante la tiranía de las audiencias, (…) puesto que los medios necesitan elevadas audiencias para sobrevivir. Este último mecanismo es conocido como usos y gratificaciones, puesto que, en definitiva, la audiencia premia un programa (filme, en nuestro caso) con su visionado, o lo castiga con su indiferencia.“ [8]

Tras el estreno español, Tengo ganas de ti recaudó un total de 3.070.000 € en el primer fin de semana de exhibición en los cines. Teniendo en cuenta que 3 metros sobre el cielo, su anterior entrega, también logró una gran aceptación comercial, con más de un millón y medio de espectadores en España, siendo la película española más taquillera de 2010; convendría plantearse seriamente el potencial de influjo social de estos “modelos” de comportamiento y sus posibles consecuencias.

Con la destrucción de lo sagrado, el trono antiguamente ocupado por Dios se convierte en el nuevo trono Hombre, un Hombre-Dios ¿Qué ocurre cuando quien antes obedecía ocupa ahora el lugar de quien pone las normas? Lo prohibido es la nueva Ley.

YO, Tengo ganas de ti. El YO como centro del universo y la cosificación del TÚ. No es, Tengo ganas de estar contigo, sino Tengo ganas de TI.  Con la Modernidad y la Posmodernidad el prójimo pasa de sujeto, una PERSONA, a objeto de deseo, una COSA; destinada únicamente a satisfacer los impulsos del YO. Fin de la Ley divina: principio de la Ley “humana”. El YO por encima del TÚ. La pulsión por encima del Amor. Y es que, guiada por el principio de placer, ésta pasa a ser el nuevo motor de la acción. No sólo en el cine, sino en nuestra sociedad. Cuando esto ocurre, se suprime la empatía y la convivencia se vuelve imposible ¿Qué futuro le espera a la familia si sus miembros reman según los intereses del YO? La respuesta es real, como lo que busca Gin: su destrucción total y absoluta: el presente la sociedad occidental ¿No tendrán los medios de comunicación algo que ver en todo esto? ¿No conduce el YO inexorablemente a la autodestrucción? ¿No es ésta la conclusión clara del profesor González Requena en su libro El club de la Lucha, deletreando el mensaje oculto en la película de David Fincher? ¿Por qué premiamos en taquilla a películas que hacen apología del YO, de la autodestrucción y del USO del TÚ? Tengo ganas de… Dios.

 

Bibliografía.

CUESTA, Ubaldo: Psicología Social Cognitiva de la Publicidad, Editorial Fragua, Madrid, 2004.

DAVIS, Flora: La comunicación no verbal, Alianza Editorial, Madrid, 2002.

FREUD, Sigmund: La interpretación de los sueños, Amorrortu, Buenos Aires, 2004.

FREUD, Sigmund: Más allá del principio de placer, Alianza Editorial, Madrid, 1977.

GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: Clásico, manierista, postclásico, Ediciones Castilla, Valladolid, 2006.

GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: El club de la Lucha. Apoteosis del psicópata, Caja España, Valladolid, 2008.

GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: El Horror y la Psicosis en la Teoría del Texto, Trama & Fondo nº 13: Arte y Psicosis, Asociación cultural Trama y Fondo, Madrid, 2002.

RAPHAEL, Frederic: Aquí Kubrick, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1999.

Z. MOYA, Bruno: Blue Velvet, o el ansia como eje de un título, Trama & Fondo nº 14. Teatro, cine y psicosis,  Asociación cultural Trama y Fondo, Madrid, 2003.

 

Webgrafía.

Página oficial de Tengo ganas de ti http://www.tengoganasdetipelicula.com/ (última consulta 14 de mayo 2013)

Página de Tengo ganas de ti en Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Tengo_ganas_de_ti (última consulta 14 de mayo de 2013)

 

Pietro Ditano, 2013.

 



[1] http://www.tengoganasdetipelicula.com/index.php?inc=Sinopsis

[2] GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: Clásico, manierista, postclásico, Ediciones Castilla, Valladolid, 2006. Pág. 14.

[3] GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: Clásico, manierista, postclásico, Ediciones Castilla, Valladolid, 2006. Pág. 27.

 

[4] GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: El Horror y la Psicosis en la Teoría del Texto, Trama & Fondo nº 13: Arte y Psicosis, Asociación cultural Trama y Fondo, Madrid, 2002, pág. 9.

[5] GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: El Horror y la Psicosis en la Teoría del Texto, Trama & Fondo nº 13: Arte y Psicosis, Asociación cultural Trama y Fondo, Madrid, 2002, pág. 10.

[6] Z. MOYA, Bruno: Blue Velvet, o el ansia como eje de un título, Trama & Fondo nº 14. Teatro, cine y psicosis,  Asociación cultural Trama y Fondo, Madrid, 2003. Pág. 57.

[7] RAPHAEL, Frederic: Aquí Kubrick, Editorial Grijalbo, Barcelona, 1999. Pág. 78.

[8] CUESTA, Ubaldo: Psicología Social Cognitiva de la Publicidad, Editorial Fragua, Madrid, 2004. Pág. 52.

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