El muerto y ser feliz (Javier Rebollo, 2013)

Reseña de Manuel Muñoz Martín:

«Esta película no es contradictoria, es paradójica» –Javier Rebollo.

Javier Rebollo escribirá y dirigirá El muerto y ser feliz, una road movie diferente que presenta un recorrido por una cálida Argentina sobre el que se articula un relato frío, donde la vida es más que nunca un peregrinaje hacia su propio final. El muerto y ser feliz es una cinta que muestra una cosa mientras dice la contraria, una metáfora de la vida y de la muerte, materializada en unos personajes con miradas melancólicas, que miden los silencios y viajan a ninguna parte.

Santos es un asesino a sueldo que no asesina, reza un omnipresente narrador mientras el título de la película, que encierra también en sí mismo un contrasentido, se muestra en pantalla. José Sacristán interpretará a Santos, el protagonista de la historia, que emprenderá un viaje por la Argentina profunda acompañado de Erika, Roxana Blanco. Ambos recorrerán cientos de kilómetros a través de carreteras secundarias, sin un destino claro más que la muerte.

Santos sabe que va a morir, «Soy una fábrica de tumores»[1] le dice a Erika cuando ésta lo sorprende inyectándose la morfina que consiguió antes de fugarse del hospital donde estaba interno. Erika y Santos viajarán a lomos de Camborrio, un Ford Falcon Rural Deluxe. A modo de rocinante, flaco y viejo, será el medio por el cual escape este Don Quijote de nuestro tiempo, que aunque con más sombras que luces, sigue siendo un caballero.

El muerto y ser feliz se articula como un western moderno, con su caballo -Camborrio-, su pistola y su travesía sucia y cubierta de polvo por la que avanzará Santos, el vaquero, más héroe que el villano que fue en su pasado como sicario de Perón.  «Nos esforzamos en vano en reducir el western a uno cualquiera de sus componentes manifiestos. Los mismos elementos pueden encontrarse en otra parte, pero nunca los privilegios a los que parece que estén ligados» (como se cita en Casas, 1994:12)[2]

«Solo reconozco y agradezco una virtud a El muerto y ser feliz y es que solo dura 90 minutos» escribía el crítico de cine Carlos Boyero en el diario El País[3]. La película de Javier Rebollo ha sido víctima de reproches por ser aparentemente pretenciosa y arriesgada, con elementos poco convencionales y reiterativos, el más significativo, la voz en off que se puede escuchar durante toda la cinta.

Las voces de Lola Mayo, guionista de la película, y del propio Rebollo, acompañan al espectador desde la primera secuencia hasta la última, en ocasiones descriptivas, en otras irónicas, a veces incluso contradiciendo directamente a lo que está sucediendo ante nuestros ojos.

La voz en off describe, en un principio, las acciones que los personajes llevan a cabo. La impresión que ofrece en las primeras escenas es la de un narrador propio de una película audioescrita. De pronto, descubrimos su faceta burlona, cuando narra la caída de una botella de vino al suelo, o cuando se corrige a sí misma por haber descrito a una mujer de edad media con la palabra «chica». Recuerda a las francesas Jules et Jim (François Truffaut, 1962) y 2 ou 3 choses que je sais d’elle (Jean-Luc Godard, 1967), ambas con una voz en off que describe lo que estamos viendo y que también respira y reflexiona por sí misma, ofreciendo una alternativa a la propia imagen.

Esta alternativa, es posiblemente la gran clave de la cinta; puesto que el diálogo que se establece entre la palabra y lo que muestran las imágenes es la verdadera poética del filme. En la conclusión de la película, finalmente, la voz en off invita al espectador a elegir el destino de Santos, a participar en este juego dialéctico que durante toda la cinta ha estado presente y que ahora pregunta de manera directa al espectador cómo la historia debe acabar.

Anne Huet decía sobre la escritura del mismo «el guión no pide sino ser transfigurado en el rodaje, antes de conocer otra transformación en el montaje. Esta escritura es, de hecho, la primera etapa del largo proceso de metamorfosis que es la creación cinematográfica»[4]. En el caso de El muerto y ser feliz el guión ha resultado ser la primera y la última etapa de la elaboración de la película, puesto que las líneas que narra la voz en off fueron escritas en el proceso de montaje. En palabras del propio Rebollo, «Ahora más que nunca he sentido que no estaba montando contra lo rodado sino que el proceso del montaje ha sido seguir rodando. Según donde colocabas una palabra cambiaba el sentido de la película»[5].

A pesar de su importante peso, no es sólo el recurso de la voz en off el que hace de El muerto y ser feliz una película particular. La fotografía y el color de la cinta nos trasladan a un universo deteriorado y hermético, por el cual se pasean unos personajes de hieráticos rostros y apesadumbradas miradas. Distinguible es el ambiente en el que algunas escenas que recuerdan vagamente a obras de Johannes Vermeer, dan paso a otras que, como ya ocurrió en Lo que sé de Lola (Javier Rebollo, 2006) y La mujer sin piano (Javier Rebollo, 2009), invitan a ser leídas como las pinturas de Edward Hopper, con una atmósfera de soledad materializada en colores fríos que parecen pesar toneladas a hombros de unos personajes de mirada perdida y semblante serio.

Un cineasta muy influyente para Rebollo en este sentido es el finlandés Aki Kaurismäki. En películas como Le Havre (Aki Kaurismäki, 2011) y, en especial, en Nubes pasajeras (Aki Kaurismäki, 1996), podemos notar claros paralelismos entre la ambientación de ciertas escenas y las de Rebollo. Los colores fríos y desgastados característicos del finés son muy reconocibles en la decadente Argentina que presenta El muerto y ser feliz.

La influencia del director finlandés no se limita tan sólo a la fotografía y el color; la ironía y el humor de Kaurismäki son también alimentos de los que se nutre Rebollo a la hora de presentarnos esta película. Santos es un hombre que se muere y está obsesionado con recordar el nombre de su primera víctima, tiene espacio para contar un chiste a Erika antes de inyectarse una dosis de morfina. Es un tipo de humor negro muy semejante al de Un hombre sin pasado (Aki Kaurismäki, 2002) y en cierta medida al de la ya mencionada Le Havre.

«Esta película no se nutre de ninguna película en concreto, acaso de una literatura, la de Onetti y la de Cervantes […] y de un sentimiento[…]» revela Javier Rebollo[6]. A pesar de las influencias cinematográficas comentadas, como el propio director afirma, es la literatura la que le presta sus cartas a Rebollo para que las juegue en esta cinta. Juan Carlos Onetti y su obra La vida breve serán influencia clave en El muerto y ser feliz[7]. La narración de la película tiene una evidente similitud con la del uruguayo en cuanto a la inmersión que provocan en sus obras.

El muerto y ser feliz es una película lírica y sentimental, expone una paradoja donde el blanco y el negro son dos opuestos que pueden mantenerse en sus respectivos extremos sin volverse grises cuando se mezclan de manera homogénea. Santos y Erika entran en un bar vacío mientras la voz de Lola Mayo afirma lo contrario. José Sacristán se levanta y continúa su viaje a lomos de Camborrio, aún después de haberse anunciado su muerte, invitando al espectador a concluir el viaje junto a Santos, un muerto más que vivo.

 

Bibliografía:

BOYERO, Carlos: «Excelente Ozon y una ‘road movie’ tonta», El País cultura, 24 Sept 2012.

CASAS, Quim: El western, Barcelona, Paidós estudio, 1994.

HUET, Anne: El guión, Barcelona, Paidós, 2005.

ONETTI, Juan Carlos: La vida breve, Barcelna, Pocket Edhasa, 2003.

TRUEBA, Jonás: «El viaje vertical», Cahiers du cinema, 47, 2011.

 

 

 

Webgrafía:

Tai Blog, Coloquio con el director de cine Javier Rebollo sobre ‘El muerto y ser feliz’: http://www.escuela-tai.com/blog/coloquio-con-el-director-de-cine-javier-rebollo-sobre-el-muerto-y-ser-feliz/

Rtve.es Noticias, Javier Rebollo viaja a la creación del mito en ‘El muerto y ser feliz’: http://www.rtve.es/noticias/20130103/javier-rebollo-viaja-creacion-del-mito-muerto-ser-feliz/595066.shtml

Versión Española, El muerto y ser feliz: http://www.rtve.es/alacarta/videos/version-espanola/version-espanola-muerto-ser-feliz/2835718/

Extracine, Rafael Vidal Sanz ‘El muerto y ser feliz: el héroe moderno es siempre una paradoja’: http://extracine.com/2013/03/critica-de-el-muerto-y-ser-feliz?utm_source=self&utm_medium=nav&utm_campaign=Relacionados

Casa America, Entrevista con Javier Rebollo: https://www.youtube.com/watch?v=N5zFJM8_8Mc

 

Manuel Muñoz Martín, 2015.



[1] Javier Rebollo toma esta frase de un paciente oncología que conoció en el rodaje del documental Hospital. (Coloquio con Jonás Trueba en la Academia de las Artes cinematográficas)

[2] Andre Bazin en CASAS, Quim: El western, Paidos, 1994.

[3] BOYERO, Carlos: «Excelente Ozon y una ‘road movie’ tonta», El País digital, 24 Sept 2012

[4] HUET, Anne: El guión, Paidós, 2005.

[5] Declaraciones de Javier Rebollo en una entrevista realizada por Esteban Ramón para Televisión Española, 2013.

[6] Nota del director para TAI BOX, 2013.

[7] TRUEBA, Jonás: «El viaje vertical», Cahiers du cinema, 47, 2011.

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