El librito rojo de Enver Hoxha

Dedicado a mi amiga Armela Dino

Si hay un país que se pueda considerar como paradigma del aislamiento del resto del mundo es Albania: durante décadas su gobierno dictatorial funcionó al margen de Europa, salvo episodios de alianza con potencias comunistas. A pesar de ello, los matemáticos han gozado siempre de aprecio por parte de los gobernantes del país y su actividad se ha mantenido a lo largo de décadas.


La Academia de Ciencias de Albania, creada en 1972

Tras la Segunda Guerra Mundial el Departamento de Matemáticas de la Universidad de Tirana, dirigido por Petraq Pilikam, era nada más que un proyecto. Pero entre sus miembros se encontraba un joven matemático visitante, Leonard Ivanovich Kaminin, quién convertiría el departamento en una referencia europea. Entre 1955 y 1957 impartió cursos de todo tipo, puso en marcha la investigación, creó un seminario de física matemática y fue construyendo lazos entre las universidades de Tirana y Moscú. Este último aspecto fue fundamental, ya que permitió que los textos rusos y sus traducciones se pudieran comprar a precios muy reducidos y que los estudiantes viajaran a Moscú en intercambios de investigación.

Petraq Pilikam

Eran tiempos de Guerra Fría entre el bloque soviético y EE UU, y la investigación física y matemática entraba en la carrera nuclear. Según cuenta el matemático Peter R. Christopher en The Mathematical Intelligencer en 1997, cuando Kaminin llegó a Tirana reunió a los matemáticos, entre los que se encontraba un físico, para preguntarles: “¿Cuál de vosotros es el espía que me han asignado?”. Tras un largo silencio, Kaminin se dirigió al físico y señalando con su dedo índice, le dijo: “¡Debes ser tú!”.  Una risotada rompió el hielo, Kaminin estaba bromeando.

Durante la década de los 50, el número de matemáticos fue creciendo, pero en 1960 se produjo la ruptura con Moscú, y los estudiantes desplazados allí tuvieron que regresar repentinamente. Parece que la ciencia albana había quedado huérfana, pero el 25 de agosto de 1962, Hoxha dirigió un discurso a toda la inteligentsia albana, que se recogería después en el llamado “Librito rojo”, y marcaría el desarrollo de las siguientes décadas del país:

“Nuestra juventud debe dedicarse al estudio de las ciencias, y particularmente al de las matemáticas. (…) Debo confesar, camaradas, que cuando era joven no les hacía mucho caso, y creo que las clases del instituto pueden ser responsables del crecimiento de mi barba. Pero la verdad es que las matemáticas tienen su propia gran poesía, y son apasionantes y no tan brutales como yo recordaba. (…) El trabajo que el Partido me ha encargado  me indica el papel relevante de las matemáticas. Hoy en día, no solo la física, la química, la astronaútica, la teoría atómica, etc. están fuertemente relacionadas con las matemáticas, sino que se ha dicho que una ciencia no es perfecta hasta que no puede expresarse en términos matemáticos.”

Enver Hoxha, en su época de partisano

Este apasionado discurso de Hoxha fue desde entonces esgrimido por los matemáticos albaneses en su defensa en cuanta ocasión fue requerido. La importancia de la disciplina en el país se incrementó cuando se introdujeron áreas como la programación lineal que se mostraron muy útiles en la optimización de recursos (por ejemplo, en los transportes en las minas de carbón).

La alianza con la China comunista se fue afianzando en 1960, en paralelo con las discrepancias chino-soviéticas, lo que permitió a jóvenes matemáticos albaneses finalizar sus tesis doctorales en Beijing y Shanghai. Pero la Revolución Cultural china se contagió a Albania, y el trato a los profesores fue duro, aunque en vez de trabajos en las aldeas de las montañas los matemáticos salieron mejor parados. Por ejemplo, la joven estrella matemática albanesa, Mishel Fundo, había sido obligada a impartir clases en colegios de una pequeña ciudad, castigado por los antecedentes políticos de su padre. Ante esta situación, Hoxha salió de nuevo en defensa de las matemáticas: “Conozco a un matemático brillante que está impartiendo clases en un colegio de una pequeña ciudad. ¡Esto no debería pasar! … Un matemático tan capaz enviado a este destino cuando la industria necesita a esta gente. ¡El petróleo precisa de cálculos!”

En los años 1970, bajo el paraguas de la UNESCO, y preparando la ruptura con China, por discrepancias con la apertura del gigante asiático a Occidente, Albania propició que algunos estudiantes viajen a otros países como Francia, aunque con códigos de conducta muy rigurosos que les impedían por ejemplo darle la mano a un norteamericano o a un soviético.

 

Aunque este favoritismo de Hohxa permitió que las matemáticas sobrevivieron entre 1960 y 1990, su desarrollo estuvo lastrado por las condiciones políticas generales del país. Tras la apertura democrática, Albania enfrentó una situación económica muy difícil, y muchos científicos abandonaron el país. Como apoyo a los matemáticos albaneses en Albania y en el extranjero, se creó en 2007 del Albanian Journal of Mathematics, y, en 2009, el gobierno puso en marcha un plan estratégico para la ciencia que sin duda propiciará que las matemáticas sigan manteniendo una presencia importante.

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, ICSU).

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