Un matemático en la hoguera

Cuando este ángel surca el cielo,

no hay nada que se le asemeje.

El fin de su apurado vuelo

es la sentencia de un hereje.

No se distraiga ni demore,

todo es ahora inoportuno.

Va rumbo al campo de las flores

donde la hoguera espera a Bruno.

Silvio Rodríguez

 

Cuando todavía era profesor en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Santiago de Compostela, mi entonces estudiante de doctorado (el primero) y también excelente amigo desde entonces, Modesto Salgado, solía comentarme su fascinación con Giordano Bruno, cuya biografía estaba leyendo. Aunque no le presté demasiada atención, con los años mi interés por el personaje fue aumentando.

 

Giordano Bruno

Bruno nació en una familia de clase media, en la ciudad de Nola, cerca de Nápoles, en 1548. Su nombre era Filippo y lo cambió a Giordano cuando entró en el convento dominico de S. Domenico Maggiore en 165, con 16 o 17 años. Su carrera fue meteórica, y en 1575 ya era doctor en Teología, aunque su carácter díscolo y no sujeto a normas, ya se manifestaba en sus acciones. Por ejemplo, leía a Erasmo de Rotterdam, que era considerado herético, de manera que tuvo que huir de Nápoles en 1576.

Se mueve entonces por Italia y Francia, llegando a Ginebra, donde se adhiere al calvinismo. De nuevo sus críticas públicas le llevan a Francia, y es en París donde consigue el favor del rey Enrique III. Es una época muy prolífica para Bruno, que visita también Londres en 1583. De nuevo su carácter indómito le lleva a debates agrios con académicos de Oxford; dice que “los profesores saben más sobre la cerveza que de griego”.

 

Estatua de Giordano Bruno en el Campo de las flores

Regresa a Francia, donde su antiaristotelismo le lleva a nuevas polémicas hasta que debe volver a peregrinar, primero a Wittemberg (donde defiende las tesis luteranas), Praga, y después a Frankfurt. Se le llama a veces el “filósofo errante”.  Recibe entonces una invitación de Giovanni Mocenigo para volver a Venecia, que decide aceptar a pesar de los riesgos. No encaja muy bien con su protector quién finalmente lo denuncia a la Inquisición. Se le traslada a Roma y el Santo Oficio se encarga de realizar los interrogatorios (posiblemente con torturas) que finalizan tras seis años con la condena a la hoguera por el papa Clemente VIII.

Se dice que cuando le fui leída la sentencia, pronunció su famosa frase: “Tembláis más vosotros al pronunciar la sentencia que yo al recibirla.”La hoguera fue instalada en el Campo de’ Fiori, en Roma. Bruno murió sin exhalar un solo grito, rechazando al sacerdote que quería darle a besar un crucifijo. En este video, Gian María Volonté interpreta a Giodarno Bruno en la película de 1973 dirigida por Giuliano Montaldo.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=RWfwRvSEEmw[/youtube]

Un debate reciente sobre si Bruno era un científico o un teólogo, lo comenta Frances Villatoro en su blog . En efecto, Bruno aparece en el primer capítulo del nuevo Cosmos que coordina Neil de Grasse Tyson Bruno, y se menciona que “ argumentó a favor de la cosmología heliocéntrica de Copérnico y propuso que el espacio era infinito; las estrellas eran otros soles, rodeados de otras Tierras y esos otros mundos también estaban habitados. Bruno fue acusado por la Santa Inquisición, se negó a retractarse, fue encarcelado y acabó quemado en la hoguera en 1600 (10 años antes de que Galileo, astrónomo y científico, realizara las primeras observaciones que confirmaron algunas de las ideas de Copérnico).” Villatoro (y ya antes Corey S. Powell) es que Bruno no fue el primero en estas ideas, sino Nicolás de Cusa, y que Bruno, a diferencia de Galileo Galilei, fue condenado a la hoguera por sus ideas heréticas. Animo a leer estos dos artículos para formarse una opinión sobre el tema.

Pero si Giordano Bruno no era un científico sino un teólogo, ¿qué contribuciones hizo en matemáticas? Digamos que Bruno tiene su entrada en MacTutor, la fantástica página web de la Universidad de Saint Andrews. No es ahí en donde se citan sus trabajos matemáticos, aunque se puede decir que Bruno usó sus conocimientos matemáticos para sus arguemntos filosóficos. Alexandre Koyré, que alaba sus conocimientos astronómicos, es muy crítico con él: “Giordano Bruno, lamento decirlo, no es un buen filósofo, …, es un mal físico, y no entiende las matemáticas …” En un interesante artículo, La philosophie mathématique de Giordano Bruno, de Stéphane Bonnet se dice que mas que hablar de las matemáticas que hizo, se debería hablar de lo que eran las matemáticas para él, un instrumento para objetivos más altos.

Bruno se basa en los clásicos, Euclides, Papus, Pitágoras, pero escribe “contra los matemáticos”. La razón es que Bruno, siguiendo a Nicolás de Cusa, crea lo que llama la “mathesis”, una ciencia unificada del espacio y la forma. Una manera de aprender el conocimiento más oculto. Pero mathesis se refería en el siglo XVI a la artitmética y la geometría, aunque Bruno parece usar este concepto como una especie de metamatemática. Bruno ataca a los que el llama “insensatos matemáticos”, los astrónomos, y admira que Copérnico haya colocado al Sol en el centro; dice “ha llegado el día destructor de aquellos astros y aquellos orbes, y los ha reducido a la nada.”

Mi admiración por Bruno se acompaña hasta su final. Hace unos tres años, algunos quisieron aplicarme un final similar, aunque entonces los prelados no oficiaban en la Santa Inquisición sino en los campus de las universidades madrileñas. La hoguera es un final purificador pero el hereje tiene que estar dispuesto a pasar por ahí.

Les dejo con Silvio Rodríguez, cuyos versos iniciaban este breve artículo.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=OfZ3AqFjB6k[/youtube]

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, ICSU).

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