Las matemáticas de Moby Dick

“Si el cachalote es una esfinge, desde el punto de vista fisiognómico, para el frenólogo su cerebro parece aquel círculo de la geometría que es imposible cuadrar.”

Moby Dick

 

“Llamadme Ismael” es uno de los comienzos de novela que cualquier aficionado a la literatura reconoce. Sí, así comienza la obra maestra de Herman Melville, Moby Dick. El pasado 1 de agosto se celebraba el bicentenario de su nacimiento, el 1 de agosto de 1819, en Nueva York. Esto me llevó a recordar mis dos lecturas de esa novela, una hace ya muchos años, en mi adolescencia, y la segunda hace poco en una edición de bolsillo de El País. En esta segunda lectura me había sorprendido por las referencias que Melville hace a las matemáticas, así que me puse a reller esos fragmentos y a buscar información sobre las matemáticas de Melville.

Quizás el artículo más interesante que encontré es este  Ahab’s Arithmetic; or, the mathematics of Moby-Dick, recientemente publicado por Sarah Hart, una investigadora en Teoría de Grupos en la Universidad de Londres. Recomiendo la lectura del artículo.

La pregunta que se hace la autora y cualquiera interesado en el tema, es cómo Melville adquirió los conocimientos necesarios de matemáticas para que estén tan presentes y con tanta profundidad en su obra. Recordemos que Melville era el tercero de los ocho hijos de sus padres, Allan y María. Su madre era de una familia muy religiosa y la Biblia y las correspondientes lecturas no faltaban en casa. Su padre era un comerciante con muy poco éxito en sus negocios, cargado siempre de deudas, lo que motivó su traslado a Albany para recibir la ayuda de un hermano de María. Al fallecer en 1832, Herman no tuvo más remedio que buscar trabajo y abandonar los estudios.

Herman Melville

Yendo de empleo en empleo, el joven Melville tuvo apenas meses para sus estudios aunque recibió alguna instrucción en ingeniería. Finalmente, se embarcó  en 1839 en un barco mercante que hacía el trayecto entre Nueva York y Liverpool. Tras otro breve periodo escolar, se embarca en un ballenero, el Acushnet. Vuelve a Boston a finales de 1844, tras un tiempo en Tahiti. Ismael relata en Moby Dick: “Si a mi muerte mis albaceas, o más exactamente,  mis  acreedores,  encuentran  en  mi  escritorio  algún precioso manuscrito, entonces, desde este momento atribuyo en previsión todo el honor y la gloria a la pesca de la ballena, pues un barco ballenero fue mi universidad de Yale y mi Harvard.”

De esta época datan sus primeras obras. Entre 1850 y 1851 Melville escribe Moby Dick, la obra por la que se ha convertido en un clásico, aunque son muchas las novelas y cuentos que escribió. Falleció el 28 de septiembre de 1891 sin que su genio fuera reconocido; es en 1919 cuando se celbró su centenario y comenzó su aprecio por el público y los críticos.

Pero vayamos a esas referencias a las matemáticas en su obra. Si vamos al artículo de encontarmos este diálogo con referencias a los números muy grandes y el concepto de infinito:

–       ¿Cuántos años supone que tiene Fedallah, Stubb?

–       ¿Ve   ahí   ese   palo   mayor? —señalando   al   barco—: bueno, ése es el número uno; ahora tome todos los aros de barril que haya en la bodega del Pequod, y póngalos en fila, como ceros, con ese palo, ya entiende: bueno, con eso no se empezaría la edad de Fedallah.  Ni  todos los toneleros del mundo podrían enseñar aros bastantes para hacer ceros.

Euclides no falta en la novela:

¿Qué  pasa, entonces, con el cetáceo? Cierto es que ambos ojos, en sí mismo deben actuar simultáneamente, pero ¿acaso su cerebro es mucho más  comprensivo, combinador y sutil que el del hombre, para que en un mismo momento pueda examinar atentamente dos perspectivas, una a uno de sus  lados, y la otra en la dirección exactamente opuesta? Si puede, entonces  es  una cosa tan maravillosa para un cetáceo como si un hombre fuera capaz de recorrer simultáneamente las demostraciones de dos diversos problemas de Euclides. Y, examinándolo de modo estricto, no hay ninguna incongruencia en esta comparación.

¿Y qué decir de esta referencia al problema de la tautocrona y la cicloide?:

También es lugar para profundas meditaciones matemáticas. Fue en la  marmita izquierda del Pequod, con la esteatita dando vueltas diligentemente a mi alrededor, donde por primera vez me impresionó indirectamente el  notable hecho de que, en geometría, todos los cuerpos que se deslizan a lo largo de la cicloide, por ejemplo mi esteatita, descienden en cualquier punto empleando exactamente el mismo tiempo.

 

Herman Melville

Muchos más casos son evidenciados en ese excelente artículo de Sarah Hart. Valga para terminar con este listado la reflexión sobre el momento en que el capitán Ahab reniega de sus instrumentos de navegación. Empieza su comportamiento irracional justamente cuando renuncia a la lógica que le proporcionaban las matemáticas.

 

El ataque de Moby Dick

Sobre las fuentes de Melville para las matemáticas, Hart y otros autores señalan como influencias principales algunos libros que, o bien eran propiedad de Melville, o se los prestaron, pero de los que tenía un profundo conocimiento: Los Elementos de Euclides; The American Practical Navigator, de Nathaniel Bowditch, los Tracts on Mathematical and Philosophical Subjects, de Charles Hutton, y el Daboll’s Complete Schoolmaster’s Assistant, de Nathan Daboll. A lo que parece, Melville estaba excelentemente dotado para las matemáticas y algunos de estos libros eran muy usados en el ámbito marinero.

Remitimos de nuevo al excelente trabajo de Sarah Hart y a las referencias incluidas en el mismo.

Como curiosidad, recordar el homenaje que el autor de ciencia ficción Robert Silverberg rindió a Melville en su relato Ismael enamorado que comienza “Llamadme Isamel” (claro que, aquí, Ismael es un delfín).

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias).

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