Las vías rápidas: Verdad y cuento

Analizando con un amigo el problema de la movilidad en Madrid (Barcelona, Valencia, Málaga, ….) propongo un esquema capilar. Me contesta que si se hicieran muchas salidas  (cada 250 metros, por ejemplo), en las vías «rápidas», éstas dejarían de serlo.

Pero, ¿son rápidas?

 

Son rápidas en los estudios de los ingenieros, en la mente de los constructores. Pero ¿y en la realidad?  Entre las 7 y las 10 de la mañana las colas en la M40 son kilométricas, lo mismo que entre las 18 y las 21 .  Son vías rápidas a las 12 de la noche, cuando no se necesita esa rapidez. Son soluciones para los «no» problemas mientras que no resuelven los problemas. Son la muestra de una teoría de espaldas a la realidad.

 

El mundo vive en gran medida de espaldas a la realidad. Es imaginable que una gran mayoría de personas no acepte la realidad de la muerte, pero de esta misma manera no aceptan otras muchas realidades.

 

Ya que hablamos de movilidad, vemos cada día más vehículos en las carreteras y leemos cada día más anuncios de coches maravillosos que suben cuestas de 45º y cruzan ríos de 0.5 metros de profundidad. Coches que tienen cientos de caballos de potencia y pueden andar a 240 km/h. ¿Cual es la realidad? En España no se pueden subir cuestas de 45º, pues la tierra o es privada o son parques nacionales donde no se puede circular. Lo mismo con los ríos de medio metro de hondo. Quizá si con el coche se compra uno una finca con colinas puede subir esas pendientes una o dos veces. Pero subir las colinas de la propia finca parece un tanto aburrido.  La velocidad máxima en España es de 120 km/h. ¿Para qué sirve un coche que puede alcanzar los 240 km/h? ¿Para producir muertes?

 

La realidad es que la persona que se compra esas tanquetas es un agente de bolsa que se pasa el día sentado tratando de adivinar si la empresa A gana unos céntimos más que la empresa B; o las que se ven que conducen esas tanquetas son señoras bien vestidas que las emplean para acercarse a un centro comercial. Aquel millonario que se compra un Ferrari solo puede disfrutar de su velocidad alquilando un circuito de fórmula 1, y debe moverse, incómodo, por carreteras que permiten circular a 40 km/h de media, el 99% de los días que lo saca de paseo.

 

La realidad se puede disfrutar, sin embargo: El agente de bolsa, con un Ibiza de 60 caballos, puede crear un imperio financiero, real. La sra. de la tanqueta puede cambiarla por un Atos de 40 caballos y crear un imperio aeronautico, por ejemplo, si a ello se pone. Es en la realidad de la vida donde está la satisfacción, no en la virtualidad de la imaginación.

 

Necesitamos realidades.  El mundo está entrando de nuevo en el reino de la magia, pero lo que necesitamos es volver a pisar el suelo.

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7 comentarios

  1. Venga va……sin que sirva de precendente, estoy completamente de acuerdo con el señor Elvira en este artículo….no me lo creo ni yo, con mi Clio de 60 caballos….

    Me gustaría felicitarle sinceramente por la organización del debate que tuvo lugar ayer en el salón de actos del CSIC en Serrano, 4 horas de disertación interesantísima sobre la energía con algunas de las voces mas representativas a nivel nacional. Enhorabuena y que organice usted mucho mas……..

  2. don Antonio, la que lleva una tanqueta al centro comercial quizás es que ya

    tiene el imperio comercial de su marido y vive de realidades, daría la impresión

    que es la cajera de barrio, es decir, la gran mayoría de la población, la que

    necesita un poquito de magia y de sueños para seguir adelante…

    don Antonio, cómo se nota que Ud. no se ha esforzado en satisfacer

    las fantasias de su señora…una tanqueta para que se pasee por el

    tontódromo de la ciudad siempre es una buena solución!!.

  3. Pues no estoy yo muy seguro de ello. Mi limitadisima experiencia vital me hace pensar que las tanquetas se compran tan a plazos como los pisos. Quizá no la pueda tener una cajera del hiper, pero tampoco veo yo que los que la disfrutan sean algo más que tenderos de barrio, con todo mi respeto para estas magnificas personas.

  4. El problema que nos plantea Antonio no es ni de capacidad de gasto, ni de búsqueda de felicidad, es un problema de moralidad y de legalidad. Tenemos la obligación de buscar la adecuación entre estos dos elementos. No podemos tolerar que nuestros caprichos, y eso es lo que aquí se recoge, caprichos, destruyan el futuro de nuestros hijos.

  5. Una tanqueta con limón y cortita de hielo. Quizás sea cuestión que gracias a que la cajera de barrio consume tanqueta entonces otros pueden consumir ferraris, la idea es consumir, si no hay consumo se nos hunde el sistema; si no se sigue construyendo a lo loco el país se va a tomar por el cu…

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