La ciencia -2.13

La ciencia y la necesidad de seguridad.

 

 

Hace unas semanas más o menos un millón de personas acudió a Valencia a escuchar al Papa. El Papa habla a éstas y a todas las demás personas del mundo acerca de los problemas que a todos preocupan: Qué es la vida, porqué estamos aquí, que debemos hacer y que debemos esperar.

 

Cuando habla, no tiene dudas. Es un mensaje claro. Pero, ¿Cual es la razón por la cual tenemos que creerle?

 

Si abrimos los ojos vemos que la seguridad no existe en el mundo, que lo único que es evidente es que podemos avanzar en nuestro conocimiento del mundo y de las preguntas que acabo de mencionar, pero nada más. Hay avance lento, pero no certeza.

 

Una tele-evangelista americana, Laura Schlessinger, mantiene que la ciencia solo puede describir el qué, intentar adivinar el  por qué, pero no puede ofrecer un último sentido, no puede ofrecer seguridad.

 

Pero, si la ciencia no puede ofrecer eso, ¿quien o qué  lo puede ofrecer? Un día de 1827 un americano, Joseph Smith, dijo que había recibido una inspiración divina, e inició una nueva secta religiosa, los mormones. Un día del año 610 de la era común (EC) un residente de Medina, en Arabia, comunica a sus más próximos que ha recibido inspiración divina. Hace algunos miles de años un señor baja del Monte Sinaí y comunica a su tribu que ha recibido instrucciones de parte de dios.

 

¿Que seguridad podemos tener de que esas afirmaciones sean correctas?  Las afirmaciones del Papa, de Smith  y de otros muchos, son afirmaciones personales, que no ofrecen la posibilidad de verificación. Si yo pido confirmación de la seguridad en esos mensajes, lo único que recibo es : “Cree en lo que digo”, porque  “yo he recibido el mensaje y ni tu ni nadie más puede verificar esta afirmación”.

 

Las personas quieren creer en multitud de cosas, en particular, en que la vida presente les irá bien y que existe una vida futura en la que les irá mejor. ¿Como no querer creer en eso? Si me dicen que sí, que estoy en lo correcto, que no me he equivocado, acepto ese mensaje con gusto.

 

Pero, ¿que -seguridad- hay en ello? Y, ¿es -el- último sentido de la vida sufrir hoy para disfrutar después? (Ésto es realmente una sublimación de “Me canso cazando la pieza para disfrutar después comiéndola”. Si éste es el último sentido de la vida, apaga y vámonos).

 

La ciencia se rechaza o se ignora  por muchos porque no afirma nada categóricamente. Cuando un político pregunta,  “¿Hay cambio climático”?, quiere una respuesta de si o no. Cuando un científico le dice “La probabilidad de que lo haya es alta”, el político se retira exasperado.

 

Pero, cuando el político dice “Voy a acabar con la violencia doméstica”  y lo afirma de forma taxativa, ¿Cómo creerle? Hace un par de años se aprobó una ley en el Parlamento en contra de ésta violencia. En los primeros meses del presente año llevamos más muertos por este tipo de violencia que en cualquiera de los años anteriores a la ley.

 

El político no dice “La probabilidad de que esta ley disminuya la violencia es baja, sin embargo conviene aprobarla”. No. El político solo habla de cosas seguras.

 

Cuando el líder religioso dice de forma taxativa: “Cree en mi mensaje y tendrás la vida eterna” , ¿Cómo creerle?

 

Cuando el científico afirma que hay un 99.9999999….% de probabilidad de que midiendo la aceleración  de la gravedad obtengamos una cifra entorno a  9.81 m/s², el político o el hombre de fe pueden rechazar su afirmación porque no transmite seguridad. Pero es una afirmación que todos pueden comprobar, de forma que si cualquier persona lo pide, no hay más que dejarle un metro y un cronómetro para que pueda hacerlo.

 

¡Qué diferencia con aquello de “No, no puedes comprobar lo que me ha dicho dios a mí, porque el mensaje era solo para mí”!

 

Quizá la diferencia estriba en dos conceptos muy distintos sobre el mundo. En uno de ellos, genéticamente heredado de la vida en pequeñas tribus durante cientos de miles de años en las sabanas de África, cada ser humano busca a un líder, a un jefe de esa tribu que le guíe en la caza y le proteja de las agresiones. En las pequeñas tribus, esos jefes funcionan, porque si no lo hacen mueren en poco tiempo. Tras el desarrollo social, los jefes mantienen la credibilidad, aunque no mantienen la responsabilidad. En esas sociedades desarrolladas de la era moderna el jefe puede decir: “Creo en mi dios. El mensaje que me ha comunicado es:  salid a la batalla a pecho descubierto porque os  va a proteger”.  Pero él no sale. Esta es la diferencia entre el jefe tribal y el gran profeta actual.

 

En el otro concepto sobre el mundo, nadie tiene derecho a afirmar: “Creedme”, pero todos tenemos la posibilidad de verificar, sin seguridad y sin certeza, lo que todos decimos sobre el mundo.  Es un concepto nuevo, que elimina el sistema tribal, y que le costó a Giordano Bruno, a Miguel Servet, y a otros muchos, la hoguera, a Spinoza la excomunión, y a Galileo la reprobación.  Es un concepto nuevo que no acaba de aceptarse ni siquiera hoy. Aún hoy los jefes de las  tribus exigen: “Creedme”.

 

La ciencia ofrece la máxima seguridad obtenible en éste mundo. La ofrece porque solo es ciencia aquello que cualquiera puede comprobar. La seguridad, la certeza, no es mucha, pero no la hay mayor.

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2 comentarios

  1. Vaya mierda de comentario.Y lo digo asi,literalmente porque no hay una puta pagina en condiciones para buscar como ha influido la ciencia en la politica…porque nadie se interesa por lo estudiantes??.

    Una estudiante muy enfadada.

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