Un nuevo esquema de vida: El paradigma ambiental

Después de un par de días (y de semanas y meses) mirando a mi alrededor, en la playa, en Madrid de vuelta, en la universidad, ¿qué es lo que veo?

En los ambientes religiosos, se pretende que  la vida verdadera, una vida de contemplación en éxtasis, sin hacer nada,  empieza tras la muerte. ¡Triste esquema de vida éste de esperar la muerte para empezar a vivir!

Otra idea de la vida es sencillamente vivir sin hacer nada más. Esta  idea, que puede verse en la televisión, en los periódicos, escucharse en las conversaciones de las cafeterías universitarias, en las calles, es rellenar el tiempo vital en fiestas que se repiten como clones semana tras semana, en partidos de fútbol, de baloncesto, en carreras de coches, de bicicletas,en galas de cine, de teatro, en fin, en reuniones sin cuento, que son exactamente las mismas, que repiten la misma monotonía del trabajo de oficina, del trabajo de montador de fábrica a lo largo de las horas  del día, de los días de la semana. Es una vida animal. ¿Qué hace nuestro perrito en su vida? ¿Cual es la vida de una vaca?  Comer, dormir, pasear, acoplarse, parir, comer,  dormir, acoplarse, parir, …., comer, ….

Abriendo la página de un periódico, ¿qué vemos? Hoy el Madrid (baloncesto) “arrolla al campeón”. ¿Y mañana? ¿No arrollará el campeón al Madrid?  Un año gana Schumacher, otro Alonso, otro Pedro Péres, otro John Smith. ¿Cambia eso en algo nuestra vida? Un año gana una película en San Sebastián, otro año gana otra que es esencialmente la misma. 

Si miramos la historia, unos años España ganaba en Holanda, otros años ganaban los holandeses, unos años Luis XIV de Francia avanzaba hacia el Rhin, otros años retrocedía. En la guerras del 14 y de Hitler murieron  millones de personas con  ganancias nulas para la humanidad. Hoy unos grupos de personas reclaman con fuerza  unos derechos que les van a dejar exactamente igual que si siguen con otros derechos similares.

La vida de una gran mayoría de personas discurre sin resolver los problemas reales y sin avanzar un milímetro en la realidad  de  la vida. Discurre sin crear nada duradero.

Hay quien concibe la vida como la participación en el rebaño. Hay quien solo disfruta en medio de otras cien mil personas en un estadio de fútbol , o en medio de un millón de personas en El Rocío, sintiéndose miembro de la multitud, abandonado la individualidad, anulando la creatividad.  ¿Que se crea en un estadio? ¿No es un Rocío lo mismo que otro? ¿Que dejan estas cosas para la posteridad?

El problema es más desesperante cuando uno escucha las conversaciones de sus estudiantes. Ante un desafío para crear, para descubrir una nueva síntesis química, un nuevo genoma, una nueva expresión del genoma en la síntesis de proteínas, una nueva teoría física, o la escritura de una nueva novela, de una nueva sinfonía, de un nuevo cuadro, de una nueva escultura, lo que uno escucha es lo siguiente:

“Ayer estuve con Juanita que está por Pedrito, que bebe los vientos por Luisita, que le engaña con Enriquito, ……”.  Problemas personales que se resuelven como los partidos de fútbol: Con enlaces y separaciones exactamente clónicas unas de otras como clónicas son las carreras de motos o las subidas al Puy de Dome.

Y, sin embargo, ¡hay tanto por crear! ¡hay tanto por hacer! Necesitamos a todos los seres humanos para cambiar un mundo donde lo único que interesa es correr cada vez más para estar siempre  exactamente en el  mismo sitio, por otro mundo donde la vida sea disfrute tranquilo, delectación por el ambiente, búsqueda del sentido de la naturaleza, entendimiento de la vida, creación constante.  

El ejemplo más claro son las mañanas y las tardes en las carreteras. Gente pitando como locas, haciendo zig-zags entre coches apelmazados, mostrándote los puños por las ventanillas, adelantándote mediante acelerones, gente que luego encuentras en el próximo semáforo exactamente 20 metros delante de ti,  eso sí, habiendo gastado gasolina y frenos para conseguir exactamente nada.  Peor aun, para haber conseguido  lanzar a la atmósfera el doble de CO2 que otros más tranquilos.

Necesitamos una vida de calidad, en vez de una vida de cantidad. Necesitamos gastar un décimo de energía para conseguir lo mismo. Necesitamos pasear por unos montes rehechos, que vuelvan a tener árboles y animales, en vez de emplear horas en colas sin cuento en una noche en blanco donde decenas de miles de personas tratan de entrar en los mismos locales, de hacer  lo mismo que otras  decenas de miles de otras personas. Necesitamos contemplar las  olas en acantilados solitarios en vez de recibir 200 horas de sol tumbados en playas como focas en sus parideros, miles de seres humanos puestos a tostar como miles de arenques a secar en los saladeros.

Hay libros que leer, pensamientos que pensar, música que crear, jardines que construir, empresas que levantar para dejar en el mundo algo que lleve nuestra impronta. El acto de creación puede ser lo que lleve a un premio Nobel, pero también puede ser crear una rosaleda que sea la envidia de los vecinos. El acto de creación puede ser descubrir una cura  para el cáncer, pero también salvar una pareja de pajarillos que puedan seguir procreando. Es dejar algo nuevo, distinto de lo que ya esta hecho, de lo hacen los demás.

Podemos, hoy, rodeados de riqueza, optar por la calidad. Podemos enseñar bien a pocos alumnos unas carreras de excelencia, educar pensadores y científicos, críticos y artistas. O podemos optar por mal enseñar a millones de personas a hacer lo mismo que han hecho sus antepasados, para dejar un mundo siempre igual o siempre peor que el anterior.

Tenemos la capacidad de rehacer un mundo bello, o de destruir lo que tenemos hasta vernos rodeados de fealdad y miseria.

Esta  es una decisión posible y voluntaria. El mundo no sigue leyes deterministas. Podemos elegir y construir el mundo que queremos en cada momento. Pero ésto exige una elección consciente, exige no dejarse llevar por el fatalismo absurdo de “Está escrito”.

No hay nada escrito. El mundo que tenemos es el fruto de nuestra propia construcción.

¿Qué elegimos, vivir como papiones, siempre igual, sin dejar nada tras nosotros, o una vida plena de creación?