Realidad – Ilusión

Estamos viviendo unos días de ilusiones, esto de la Navidad (que esencialmente es la celebración de un rito de ilusión).

Escriben Manuel Mandianes (http://quiosco.elmundo.orbyt.es/epaper/epaper.asp?tpu=El%20Mundo&pub=24_12_2011&edi=Madrid ) y Paul Krugman (http://www.nytimes.com/2011/12/23/opinion/krugman-the-post-truth-campaign.html?_r=1&src=me&ref=general ) sobre la eliminación de la realidad (ellos escriben ‘verdad’ pero no quiero meterme en líos lingüísticos) en la vida actual.

Recordaba, cuando los leía, un cuento corto de Saki, en el cual el protagonista, que lleva un rato escuchando a una teósofa hablar de la irrealidad de dolor, le mete una avispa furiosa por la espalda. Ya pueden imaginar ustedes la reacción de esa señora a un dolor irreal.

Es claro que nuestro mundo cultural se ha basado en una cierta medida en la ilusión, empezando (desde la China hasta Gibraltar) por la ilusión de un mundo de muertos vivos.

Se confunde con mucha frecuencia la ilusión con la esperanza basada en una realidad que permite cambios y en una capacidad de trabajo que permite llevarlos a cabo. Ilusión es poder volar batiendo los brazos, realidad es poder volar con ayuda de máquinas.

Ilusión es que nuestros ‘derechos’ ‘sociales’ los paguen otros, realidad es que al final los pagamos nosotros. Ilusión es que las burbujas duran siempre, y que la energía barata también. Realidad es que las burbujas se pinchan, y que la energía barata se acaba.

La ciencia se ha basado hasta ahora en paradigmas simplísticos: La física de una partícula, el campo de otra, condiciones iniciales y de contorno inmutables, la acción de los genes como entes aislados, las interacciones entre dos seres racionales para fijar precios en el equilibrio.

La ciencia simple se ha terminado, de hecho, terminó allá por 1980.

No sabemos bien como hacer la ciencia compleja. De hecho, la ciencia compleja va en contra del paradigma de la ciencia simple, que era rechazar los detalles para concentrarse en el esqueleto.

Pero ese no saber es el desafío que estimula el descubrimiento. Si uno se fija en los ‘logros científicos’ de entre 2000 y 2011 lo único que ve son esfuerzos para completar las ideas del siglo XX, ninguno para tratar de resolver los problemas del siglo XXI.

Se busca el bosón de Higgs, para cerrar una teoría sobre las excitaciones subnucleares. Se pretende encontrar el ‘origen’ de la masa sin tener en cuenta un universo de 10^(70) (al menos) partículas todas ellas en interacción unas con otras.

Se analizan paradojas en las cuales el ser humano ‘mide’, olvidando que todas las partículas del universo miden constantemente lo que hacen las otras.

Se busca ‘el gen’ del SIDA, ‘el gen’ de la inteligencia. Se escribe que los seres humanos compartimos casi todos los genes con otros homínidos, existentes o desaparecidos, olvidando que los ‘genes’ carecen de significado sin sus interacciones entre ellos mismos y con el resto de la química que les rodea.

Entramos hace 12 meses en la segunda década del siglo XXI. Es hora de, construyendo sobre lo que conocemos, dejar de lado las barreras que nos impiden ver a lo lejos. De la misma manera que Faraday y Maxwell nos abrieron la puerta al universo electromagnético, y Planck, Einstein y Schroedinger a los problemas de partículas casi sin masa (los electrones) en interacción con el resto de las partículas del universo, tenemos que abrir una puerta, no a otros mundos del universo que supuestamente conectan con el nuestro en distancias inimaginablemente pequeñas, sino a los problemas reales e inexplicados aun de este mundo nuestro que es el que de verdad habitamos.

Teorías de espacios de 14 dimensiones en intervalos de longitud menores que los de los quarks y con un número de parámetros del orden de 10^(10^(10^10…..))) son entretenidas para el juego matemático, pero quedan muy lejos de la realidad palpable e inexplicable. Ideas de pasos entre mundos distintos del universo a escalas inferiores a los quarks son entretenidas también. Son la esencia de una cierta literatura del siglo XX.

La idea de que la humanidad alcanza el equilibrio vía interacciones entre cada dos ciudadanos perfectamente informados y racionales ha generado millones de páginas de álgebra lineal, con escaso contenido sobre la realidad del mundo económico.

Expondré aquí, en este blog, a lo largo de 2012, las líneas prometedoras para el comienzo del esfuerzo sobre los sistemas reales. No tenemos teorías ni leyes, solo descripciones (se que algunos lectores escribirán indignados pero, ¡qué le vamos a hacer!,  esa es la realidad) de estos sistemas. Pero de la misma manera que construimos la ciencia lineal de los sistemas simples a lo largo de 400 años, y aunque el problema es inmensamente más difícil, estoy seguro de que en los próximos 400 años podremos construir la ciencia no lineal de los sistemas complejos.

El primer principio de la ciencia es la humildad: «Solo sé, que no sé nada». Poco a poco, trabajando mucho, con ideas rompedoras, la iremos construyendo de nuevo.

No hay nada tan pernicioso para la ciencia como la postura de los que condenaron a Galileo, que lo sabían todo.

Lo nuevo no es correcto solo por nuevo. Las teorías sacrosantas de la ciencia actual, el principio de superposición (lineal) de la mecánica cuántica, la teoría de la relatividad general, la idea de los genes, la teoría de del equilibrio económico y de los agentes racionales, son hoy tan antiguas como lo era la teoría de éter en 1905, o el lamarckismo o la teoría fisiocrata en 1900. Pueden ser tan superables como lo fueron ellas, ¿por qué no?

Hoy sabemos mucho, pero nos falta mucho más por saber. Si a ustedes les dicen, si ustedes leen: «No es verdad, sabemos ya todo del universo», miren ustedes con un pellizco de incredulidad a su interlocutor, relean varias veces lo que han leído, deséchenlo, y con humildad planteen siempre el principio básico de toda la ciencia:

La duda sistemática.

Compartir:

Deja un comentario