La degeneración de la universidad española

Lo más importante de la vida de los seres humanos y de cualquier institución es tener completamente claros los objetivos que se proponen, y que esos objetivos sean alcanzables. Sin esa claridad de objetivos fracasan las empresas vitales e institucionales.

Por ejemplo, la felicidad es una consecuencia en la vida, no un objetivo vital.

En todo lo que escribo insisto en la necesidad de definiciones muy claras de los téminos que vamos a utilizar. En matemáticas, los teoremas son tan válidos, si están bien hechos, solo como válidos sean los axiomas, por otro nombre, definiciones.

¿Qué es la universidad?

Para saber lo que es una cosa es siempre conveniente irse a los extremos. Por ejemplo, para saber lo que es la belleza es conveniente tratar de definir la extrema fealdad.

La universidad no es un instituto de investigación. El CSIC, el CNRS francés, la Max Planck Gessellschaft alemana, no son universidad. Realizan investigaciones, pero no enseñan a investigar, ni propagan sus métodos o resultados.

Los centros de enseñanza sin investigación no son universidad, son meramente colegios. Pueden enseñar perfectamente lo que otros han hecho, pero no transmiten ideas vivas.

Las bibliotecas nacionales, locales, no son universidad, pues no guardan lo que en la universidad se hace.

La investigación no tiene como objetivo conseguir patentes, ni métodos industriales, ni crear puestos de trabajo, como decía hace unos meses una multi-premiada investigadora española.

La educación universitaria no tiene como objetivo formar personas para que encuentren un trabajo, ni crear puestos de trabajo. Si se encuentra trabajo, si se crean puestos de trabajo, ésto es una consecuencia de otra cosa, no un objetivo de la universidad.

¿Que qué otra cosa es consecuencia?

Del conocimiento.

La universidad es una institución cuyo único y exclusivo objetivo es crear, conservar y transmitir el conocimiento.  Todo lo demás, y es gigantesco, es consecuencia de ésto, pero eso demás no puede ser el objetivo directo de la universidad. Si se invierten los términos, y se busca eso demás, fracasa la institución, y lo que es peor, no se consigue lo que se busca, empleo, riqueza, bienestar, calidad de vida.

Es como lo que he contado ya aquí en los últimos ‘posts’: En física teórica se dice, ignorando la relación causa-efecto, que la rotura de simetría causa la existencia de partículas. Dos guantes son simétricos especularmente. Si rompo uno de los guantes, deja de haber simetría, pero no puedo, de ninguna manera, romper un guante manipulando la idea teórica de rotura de simetría. La fuerza de la gravedad genera aceleración en los cuerpos que caen en la superficie de la tierra, pero la aceleración de esos cuerpos no genera la masa de la Tierra que los atrae hacia su centro.

En matemáticas, a=b implica b=a, pero en física las ecuaciones no son igualdades, sino relaciones causa-efecto, algo que, por lo que se lee en muchos libros de texto, olvidan muchos físicos, encandilados por la belleza de las matemáticas.

Y el cononocimiento no son detallitos concretos. El conocimiento es una actitud ante la vida, es un querer saber, es un método de análisis de todo lo que vemos, oímos y experimentamos. Es una actitud de tratar siempre de encontrar la explicación racional, probada mediante la búsqueda de la realidad y el rechazo radical de la virtualidad, que nos permite ir entendiendo lo que nos rodea, incluidos nosotros mismos , e ir diseñando cada instante el mejor camino para avanzar. Si hacemos ésto, avanzamos en riqueza, empleo, bienestar, calidad de vida, como consecuencia de la búsqueda constante del conocimiento. Si buscamos directamente estas últimas cosas fracasamos.

El conocimiento se consigue mediante el entrenamiento que solo puede proporcionar una universidad en la cual los profesores son investigadores, los investigadores son profesores y cada profesor se ocupa, además, de conservar el conocimiento que crea y transmite. Esa creación es imposible sin los alumnos, y esa transmisión es imposible sin la creación y la conservación. El conocimiento es algo que no se enseña, pero que se aprende, en las universidades de verdad.

En los últimos tiempos, y debido, quizás, a que los gestores que desde los ministerios tienen que decir que se quiere de la universidad no son universitarios, aunque puedan ser funcionarios con destino en la universidad, se está llevando a ésta por una senda que ha producido el olvido de su único objetivo.

Estamos estos días, por motivos que no se pueden entender, avanzando por este camino.

Por ejemplo: Se insiste en que las carreras (hoy llamadas ‘grados’) o los másteres, tengan un cierto número de alumnos para impartirse. Y ¿cómo se determina ese número?

Pongamos un ejemplo bien gráfico: Una orquesta sinfónica consta, normalmente, de 100 músicos. De ellos hay, digamos, 15 primeros violines y 15 segundos violines. Si miramos criterios numéricos, podemos decir que con un primer violín y un segundo violín, una viola, un cello y un contrabajo podemos tocar todas las notas que ha escrito el compositor, y que además, dejar que la gente emplee 2 horas de su tiempo escuchando música es una pérdida total de tiempo.

Si los alumnos de filología hebrea en una universidad española son 3, ¿debemos suprimir esa carrera?

Los »expertos» en educación dirían que sí: El coste es muy elevado, y según ellos, con la filología hebrea no se consigue que los españoles encuentren puestos de trabajo en fábricas, por ejemplo de coches, o talleres de costura, que es lo que vende objetos.

Dirían que lo que se necesite saber de filología hebrea se puede coger de lo que sobre ella investiguen en Israel.

Este es el tremendo, gigantesco error de esos »expertos» en educación. El objetivo de una carrera en filología hebrea (y este es exclusivamente un ejemplo como hay otros doscientos) no es producir unos artículos, un ‘número’ de tesis que se añadan a otros ‘números’ de tesis leidas en una universidad (sin tener en cuenta lo que esas tesis digan) de manera que se pueda hacer un cociente entre número de profesores dividido por número de tesis (que pueden estar vacías de contenido).

El objetivo de una carrera en filología hebrea (un ejemplo, repito) es que  dentro de España haya al menos una persona que, ella, y no otras en Israel, conozca la historia española, e isralelita, lo que se escribió en hebreo, la tradición de Toledo, una parte básica de por que España es España, lo conozca, lo investigue, lo transmita y lo entregue para guardar y compartir. Es ese ‘conocimiento’ en todos los campos del saber lo que permite que un país sea rico, genere empleo, y esté a la cabeza de sus pares.

Si se busca la enseñanza mecánica, si, puesto que el objetivo no es el conocimiento, sino la estadística, los records Guinness, se pone a los profesores a dar clases mecánicas y a realizar exámenes tipo test, se pone a esos mismos profesores a buscar contratos y proyectos, a validar de acuerdo con normas que solo buscan medias, desviaciones estandar, y encuestas estudiantiles, validar, según criterios estadísticos, programas de enseñanza, a realizar investigaciones mecánicas, a formar parte de comisiones que solo discuten medidas estadísticas, a formar parte de tribunales de examen de alumnos, y candidatos a profesor, en los cuales solo se evalúa el peso de hojas rellenas de inanidades, el número de publicaciones, o de respuestas proporcionadas, cuando se hace todo ésto, se muestra que el objetivo de la universidad no es la creación, conservación y transmisión del conocimiento, sino la mera estadística, y esto lleva, en unos años (y ya ha llevado) a la pérdida de un espíritu social que busque conocer para hacer mejor,  y solo quiera aumentar el número de coches, de apartamentos sin ocupar, de AVEs vacíos, de aeropuertos sin aviones y de estudios de cine sin actores. Número y tamaño, en vez de calidad y conocimiento.

La enseñanza y sobre todo la universidad, es lo que marca cómo es un país.

Una universidad cuyo objetivo es la estadística, genera un país sin resultados ni ambiciones. Mediocre. Intervenido.

¿Podríamos volver a una universidad en la cual la estadística desaparezca y solo se valúe el conocimiento generado, conservado y transmitido?

 

 

 

 

 

 

 

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