La desconfianza

En una seccion del libro Alicia en el País de las Maravillas, el Unicornio dice a Alicia: ‘Yo creeré en ti si tu crees en mí’. Estoy rellenando estos días cuestionarios informáticos muy mal diseñados por personas que quizás (solo quizás) sepan programar pero que seguro no han dado clase en su vida. Y todos esos cuestionarios, como los que es preciso rellenar para solicitar apoyo económico para la investigación, rezuman una absoluta desconfianza.

Yo supondría que si he ganado una plaza de catedrático tras una serie exhaustiva de pruebas, y llevo 30 años dando clase y realizando investigación, sé lo que tengo que hacer, o al menos lo sé mejor que aquellos que van a juzgar si he rellenado bien los formularios.

La idea del control debe ser, si existe, recíproca. Es esta una de las muy malas prácticas de la actual aceptación de artículos científicos para publicar basados en la falacia del ‘peer review’, en el cual no hay reciprocidad. Si a mí me evalúan un cuestionario ciertos ‘expertos’ sobre másteres, yo tengo el derecho de evaluarlos a ellos sobre lo que han evaluado. Si no es así la evaluación se convierte meramente en un acto de imposición arbitrario. Y si el argumento es que los evaluadores son personas de reconocido prestigio y honradez, exactamente eso mismo ocurre con aquellos que son evaluados: Son personas de reconocido prestigio y honradez, lo mismo que sus evaluadores.

Cuando yo superé las pruebas oficiales para la adjuntía y la cátedra, las pruebas eran públicas y los tribunales tenian caras y apellidos. Hoy las acreditadiones son inquisitoriales, es decir, secretas, y por lo tanto, arbitrarias. Exactamente lo mismo ocurre con los peer review de las revistas científicas, que al ser secretos, adquieren la misma calidad que tenían los tribunales de la ‘Santa Inquisición’.

En aras de una buena educación y una ciencia de calidad debemos volver a sistemas públicos, abiertos, de evaluadores conocidos, y evaluaciones recíprocas. La sociedad tiende, de manera natural, a la arbitrariedad. Es por esto por lo que en países más ricos que el nuestro se establecieron los sistemas de controles recíprocos y continuos entre todo tipo de instituciones. En España, los recuerdos de los secretos inquisitoriales flotan en las mentes de todos.

 

 

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