Una historia distinta sobre el Higgs

Si quieren, lean el libro » The Higgs Fake» por Alexander Unzicker.

Hoy se entregan los premios Príncipe de Asturias. Uno de ellos va dedicado al denominado Bosón de Higgs, un nombre mal puesto, puesto que esa excitación de un posible campo físico fue propuesta por una serie considerable de científicos de entre los cuales realmente Peter Higgs era casi un outsider. Pero el nombre quedará, lo mismo que otros muchos que no corresponden a sus descubridores verdaderos.

Cómo cualquier otro bosón, el de Higgs es una excitación de un campo, una serie fuerzas similares que se extienden en el espacio. La mejor imagen de un campo de fuerzas es un campo de trigo: Una serie de tallos verticales, algunos mayores que otros, que se extienden a lo largo y ancho de una porción del espacio. Podemos visualizar un campo de fuerzas eléctrico cómo una colección de flechas (¿espigas?)  que se distribuyen en el espacio. Una partícula cargada, un electrón, por ejemplo, al moverse por ese campo varía su aceleración dependiendo de su posición en el espacio.

Pues bien, en un camino muy largo, se llegó a plantear, hace ya 60 años, que ya es decir,  la existencia de un campo de nueva concepción entonces,  que  debe rellenar todo el espacio, cómo lo hace el campo electromagnético. ¿Por qué y para qué se propuso ese nuevo campo?

Existen una serie de misterios aún en la física. Uno de ellos es la tremenda diferencia de masas entre el protón y el electrón: La masa del protón, la base esencial de la materia, es 1836 veces la del electrón. Si éste fuese un coche de masa 1000 kg, un protón sería un barco de masa 1800000 kg. No hay explicación alguna en la física estándar para esa discrepancia en las masas, puesto que protón y electrón son las únicas componentes reales, en el sentido de estables, de toda la materia del universo.

Para tratar de explicar esta diferencia de masas, una parte de la ciencia física, en contra de toda su metodología, que exige explicar los problemas complejos de una forma más simple que ellos mismos, empezó a complicar la descripción de la naturaleza introduciendo cada vez más excitaciones inestables de vidas tremendamente cortas que debían hacernos comprender el problema de las partículas estables, que no se desintegran jamás.  Partiendo de 2 partículas estables, el electrón y el protón, se introdujeron primeramente tres subpartículas, los quarks, con cargas 1/3 de lo que se suponía era la menor carga eléctrica posible en el universo. Se empezó explicando una partícula, el protón, en términos de tres quarks, que por definición no pueden ser nunca medidos en el laboratorio.  Pero no contentos con ésto, se introdujo un bosón que los pegaba entre sí, el gluón. Un tiempo después, el zoo de los quarks crecía y de tres se pasó a 6  y una vez abierta la caja de Pandora, ya no había restricción alguna para tratar de explicar lo sencillo, aunque misterioso, mediante una complicación creciente y cada vez menos inteligible, y sobre todo, menos física en el sentido de ser inverificable, no falsable en el laboratorio.  Adicionalmente, los quarks tienen masas desde parecidas a la del electrón a 100000 veces mayor que él.  Hemos pasado del misterio de un protón 1800 veces más masivo que el electrón, pero con su misma carga, a 6 quarks, con cargas fraccionarias, inexplicadas, con diferencias de masas del orden de 100000, inexplicadas, y pegados entre sí mediante radiación (gluones) sin masa pero dotados de alta energía. Ahora bien, cómo la energía no es un ente sino una propiedad, aparece un nuevo misterio: De que ente es esa energía?

La formulación de estas ideas, que no la realidad de las mismas, exige que las ecuaciones satisfagan unas condiciones concretas de simetría.  Para cumplir esas ecuaciones, las radiaciones que median en la interacción débil  (que es la que en el modelo teórico cambia unos quarks en otros) radiaciones que al contrario de la radiación electromagnética se supone que tienen masa, necesitan que un campo especial, hoy denominado de Higgs, permee todo el universo.

El modelo construido para todo esto contiene un número considerablemente elevado de partículas, con propiedades inexplicadas, un número de parámetros elevado, cuyos valores no se pueden determinar en el laboratorio, y es inverificable mediante el experimento, por propia construcción. Es entonces un modelo místico del tipo de los que asignan 10 o 10000 ángeles a la cabeza de un alfiler o la punta de una aguja, asignación que no deriva de la medida en el laboratorio, sino de las propiedades asignadas a los ángeles.

El campo de Higgs, y su bosón correspondiente, que se supone tiene una vida media de 10 elevado a -25 segundos, es decir, si se crea ese bosón, desaparece antes de deplazarse una centesima del tamaño del protón del lugar donde ha aparecido, y en esa centésima debe chocar contra algo para que ese algo choque contra otra cosa,   se detectan, si se consigue hacerlo  (de lo cual hay indicios pero no confirmación por todos los demás laboratorios del planeta) se detectan no directamente, sino a través de toda una serie de cascadas de otros efectos: Pensamos que existe Pedro porque Maria nos ha dicho que Luis tiene un amigo que le ha dicho que Juan cree que ha visto a Pedro.

Todo de acuerdo con la mejor metodología de la física.

Recomiendo el libro »The Higgs Fake – How Particle Physicists Fooled the Nobel Committee» by Alexander Unzicker, si se quiere avanzar algo mas en esta tremenda complejidad inverificable, propuesta para resolver un único misterio: La diferencia de masas entre el protón y el electrón.

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