Una nueva Utopia – 1

Va a hacer 500 años, en el 2016, que Thomas More escribió el relato de Utopia, una isla ideal donde los seres humanos eran felices.

Necesitamos hoy una nueva Utopia.  Hemos agotado los recursos en los que hemos basado una sociedad de rapiña, y tenemos que cambiar de mente, de forma profunda de ver las cosas si queremos seguir viviendo en el planeta.

Para More todo lo que pasaba en el mundo era consecuencia de la acción de algún dios.  Esto coloreaba todo su pensamiento aunque el no era consciente de ello.

Miremos a nuestro alrededor hoy, y miremos hacia atrás: La historia y la actualidad son consecuencia de una matriz mental que deforma todo lo que vemos, oímos, leemos, sentimos en una cierta dirección: la tribu y la rapiña.

Los seres humanos empezamos como monos pequeños, e incluso cuando nos hicimos grandes carecíamos de garras y colmillos. Salimos de los bosques tropicales para tratar de explotar otros ambientes donde no tuviésemos que competir con nuestros parientes cercanos. Pero en la sabana, sin garras ni dientes solo podíamos sobrevivir mediante el robo, la rapiña y en tribus organizadas.

Miles de años (¿100.000?) tribales de supervivencia mediante el saqueo colorearon nuestras mentes: Creemos, sin saber que lo hacemos, sin explicitarlo, sin cuestionarlo, en los juegos de suma cero, hasta en las relaciones familiares. Para  prosperar se trata de quitar algo a los demás, aunque sea coger mas pipas de una bolsa que se ha comprado para dos.

Hay quien dice que puesto »que somos así», así debemos ser, sin darse cuenta que esto no es mas que la consecuencia de un cierto desarrollo, y que hoy esa postura mental ya no es necesaria, y de hecho, es tremendamente dañina: Palestinos contra israelitas estos contra los primeros, suníes contra chiitas y al revés, islámicos contra hindúes y a la inversa. Sin que llegue la sangre al río, catalanes contra el resto de los españoles. La cofradía del Perdón contra la cofradía del Rosario, el Real Madrid contra el Atlético de Madrid, etc. etc.

Nada de eso sirve de nada hoy, aunque quizás (es dudoso) pudo servir para la supervivencia en los milenios de vida en las sabanas.

Gana el Madrid, para que el año siguiente gane el Atlético para que gane el ….. Una repetición clónica esencialmente de aburrimiento mortal, salvo para los que nunca se han planteado por qué necesitan pertenecer a una cierta tribu.

Ganan los chiitas para que ganen los suníes para que ganen los chiitas para que ganen los suníes, y así, dilapidando la poca riqueza de aquellas tierras en un camino como el de las hormigas: Millones de años naciendo, pariendo, muriendo, sin cambiar jamás.

Desde los tiempos históricos que conocemos (los anteriores solo los sospechamos) la vida individual ha proporcionado avances, la tribal, destrucciones masivas.

Los logros, primero tecnológicos, luego científicos, son obra de seres humanos individuales, a pesar de la tribalización.  La agricultura, aunque no lo sabemos a ciencia cierta, así debió ser.  Pero en cuanto unos seres humanos conseguían un surplus de energía a base de labrar la tierra, plantar, cosechar, trillar y moler, llegaban las tribus marginales a desvalijar a los trabajadores.

Estamos en el siglo XXI. Hoy no se trata de sobrevivir en un mundo de predadores. Somos seres humanos. La riqueza no es un juego de suma cero, sino que es un juego de aumento constante si se quiere, claro está.

La única ventaja de las tribus está en la fuerza bruta. Un único ser humano no puede tumbar a un bisonte. Quizás diez lo pudieran conseguir. Si el ser humano no se forma como tal, sino que se deja llevar y se mantiene a nivel animal, es posible que la tribu sea una cierta solución limitada en el espacio y en el tiempo.

Estudiemos la historia: La primera invasión tribal sobre Europa (de la que tenemos noticia, debió haber más) fué la de los persas. Duró 200 años. Cuando terminó recibió la invasión tribal macedónica que terminó para ser substituida por la de los romanos que fueron eliminados por los godos que sufrieron bajo los hunos, y después bajo los bereberes. Los francos fueron invadidos por los noruegos, y cuando se estabilizó la situación se pelearon entre francos, galos, sajones germanos, etc. etc. Ninguna de las peleas de las diferentes tribus europeas tuvo resultados definitivos ni mejoró la situación ni aumentó la riqueza de los miembros de las mismas. Solo, a veces, la de los jefes a cambio vivían una vida de miedo constante a ser desplazados de sus puestos como ocurría en Francia desde Carlomagno hasta la Revolución.

En el momento en que se levantaron las barreras en Europa, y en vez de tribus encerradas en si mismas se abrieron los recursos para el uso de todos, se puso en marcha una agricultura de alta eficiencia, se desarrolló la industria y aumentó vertiginosamente la riqueza.

La historia de China es la misma: Reyes tribales que se hacen con el poder, a base de que sus tribus exploten a las demás, imperios que no duran mas de doscientos años, miseria para los ciudadanos durante miles de años, hasta hoy cuando si hay 400 millones de chinos (es una exageración pero vale como ejemplo) de clase «media», hay 900 millones de pobres miserables.  En la India, tres cuartos de lo mismo,

¿Y en Oriente Medio?  Dejando las luchas intestinas de los diferentes califatos y sultanatos, lo que ocurre hoy es «Yo soy gris tirando a negro, tu eres gris tirando a blanco: No podemos vivir juntos solo porque nos consideramos de tribus distintas».

Iraníes y saudíes tienen petróleo. Unos son muchos mas que otros, en número, pero los saudíes están creciendo en número muy deprisa.  Al fin y al cabo ambos tienen riqueza: Si comparten recursos, intercambian científicos e intelectuales, lo único que les diferenciaría sería la inmensa estupidez de dos interpretaciones distintas de unos dogmas que bien mirados no son mas que cuentos para niños.

En Israel mismo hay gentes de religión musulmana que se sientan a comer con gentes de religión judía y con cristianos. Y no pasa nada, nada en absoluto.

En la nueva isla de Utopia, que es todo el globo, cada ciudadano es igual que cualquier otro. No es distinto por ser de una tribu o ser de otra, es igual a los demás si es  de antepasados chinos, indios, japoneses o coreanos, africanos o europeos.

Cada persona es persona. Puede vivir gracias a lo que sabe, a lo que conoce, a lo que es capaz de hacer, de construir sin destruir, de cooperar con los demás.  No necesita quitar nada a nadie. Si hoy vivimos 7000 millones en la Tierra es que hay comida para 7000 millones. En principio podríamos crecer en número: Recursos hay para unos 50.000 millones, pero, ¿Para que? El número no es lo mismo que la calidad de vida.

Solo quieren aumentar los números los tribales convencidos: Piensan que la fuerza bruta del número les puede hacer capaces de eliminar a otros. Dejando aparte que eso sería crear una enorme pobreza intelectual y social, pues cada uno, los «míos» y los «otros» tiene  muchísimo que aportar al total, la realidad es que no se puede hacer, y el intento de hacerlo lo que crea es muerte, destrucción y miseria para «los míos» y  «los otros».

En la Tierra no hay soluciones «finales», como querían Hitler, Stalin y Mao, y bien que lo intentaron.  Vivimos unos con otros, y viviremos unos con otros mientras exista especie humana.  Podemos vivir en guerra, en la miseria, o vivir todos con todos, aumentando cada vez más la riqueza.

No hay «naturaleza» humana (la infantil doctrina de que en la concepción entra un «alma» humana en el cuerpo). Si la matriz mental tribal se mantiene en los cerebros, es porque culturalmente, desde hace miles de años, y aceptándola como «lo natural», se enseña a los críos casi desde el momento, no de la concepción, sino desde el momento de nacer.

No es algo innato. Es una educación, inconsciente, pero educación al fin y al cabo. Como toda educación, se puede cambiar por otra, si se quiere.

Un ejemplo muy próximo en el espacio y en tiempo, en España: En vez de separar a los niños catalanes del resto de los españoles, lo razonable es educarlos en la igualdad de unos y otros: Que hablen ambas lenguas, e inglés y francés y si se tercia, alemán, o malayo y chino. No hay ningún problema, se pueden hablar muchas lenguas como se conocen las matemáticas, la historia, la biología, la física, la literatura, la química, la filosofía. Al revés de lo que se dice, como al revés de la loca idea de juegos de suma cero, cuanto mas se conoce, mas fácil es conocer otras cosas.  El cerebro no es finito, y aunque el número de neuronas es limitado, el numero de conexiones neuronales, que es lo que almacena el conocimiento, crece durante toda la vida, si se estimula ese crecimiento. No hay más límite que la muerte, y si se escribe, o se filma, las ideas de unos quedan para los demás incluso despues de esa desaparición..

Es una pura cuestión de educación: Es preciso, primero, reconocer la realidad de la matriz mental tribal y de rapiña. Necesitamos reconocer que nos hemos educado en ella, y  por ejemplo, a mí me educaron en el colegio diciéndome que la tribu católica debía rapiñar a la protestante y  a la musulmana, y tratar de conseguir que desaparecieran. O que ser español era mejor que ser francés. Y me ponían el ejemplo de Numancia: ¡Vaya ejemplo de estupidez humana! Muchas personas educadas así aceptan esa educación, que no lleva, se ha visto, absolutamente a nada. Una vez que reconocemos que nos hemos educado en ella y que la única consecuencia de la misma es la pobreza, intelectual y material, debemos anular esa matriz: Ya que las tribus, primero, no son unas mejores que otras y, segundo, no hay forma de que una de las tribus anule a las demás, podemos empezar a crear otra matriz: ¿Cómo podemos vivir con el resto de los seres humanos de manera que cada uno consigamos ser cada vez mas ricos mental y materialmente?

Si yo aprendo de los demás, si comercio con ellos en vez de robarles, si les doy, ellos aumentan lo que les he dado y me devuelven más de lo que yo les dí, en un proceso cuya evidencia la tenemos en Europa tras la segunda guerra mundial: Si los alemanes no son demonios para los franceses ni estos para los alemanes, si los italianos cooperan con los austriacos, y los españoles con los holandeses, entramos en una absolutamente desconocida etapa de riqueza, desconocida en una Europa que desde Carlomagno hasta 1945 solo vivió del ataque constante de unas tribus sobre otras, en una miseria inmensa comparada con la riqueza actual, actual a pesar de una crisis que no «ha caído» del cielo, sino que ha sido causada por un incremento de la tribalidad que creíamos haber erradicado.

 

 

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