Una epidemia universal: ¿perderemos los antibióticos?

Quedar a merced de las infecciones. que en el pasado convertían con frecuencia las heridas en graves dolencias y a cualquier diarrea en una peligrosa enfermedad, es lo que nos ocurrirá si, como hace un mes alertó la Organización Mundial de la Salud (OMS), no ponemos el remedio para frenar la extensión de las bacterias resistentes a los antibióticos. La situación sobre la que la OMS llama la atención no nos puede ser ajena, ya que si bien vivimos un espejismo en el que nos creemos liberados de las peligrosas infecciones de antaño, la realidad es muy distinta. No percibimos el peligro porque por lo normal las muertes por infecciones que no se pueden tratar no ocurren todas a la vez ni en el mismo lugar. Pero si lo pensamos bien, un gran número de personas acaban su vida siendo víctimas de una infección pulmonar imposible de tratar en las difíciles circunstancias de las fases terminales de muchas enfermedades. Podríamos decir por eso que la neumonía, por poner un ejemplo, es una epidemia individual, que no se concentra en el tiempo histórico, pero si en el tiempo personal ocurriendo al final de la vida de numerosas personas. La pérdida de eficacia de los antibióticos podría en este sentido amplio considerarse como la epidemia más grave que, incluso en los países ricos, ya está padeciendo la humanidad.

  Pavarotti_Mercury

Luciano Pavarotti y Freddie Mercury. Los dos padecían graves enfermedades, el primero un  cáncer de páncreas, y SIDA el segundo, pero los dos murieron víctimas de una neumonía que en su delicado estado no pudieron superar.

Poco antes de que la OMS emitiese su alerta, Marta Espar me había entrevistado para que le comentase el proyecto DIVINOCELL de la Comisión Europea, del que he sido coordinador, y en el que durante casi cinco años investigamos para descubrir nuevos antibióticos. He traducido para “microbichitos” una versión libre de algunas de mis respuestas porque pueden ilustrar algunos aspectos de la alerta emitida por la OMS.

Marta: ¿Por qué no se puede tratar a algunos pacientes con algunos antibióticos?

MV: En realidad el problema no se debe a los pacientes, sino a las bacterias que les infectan. Los antibióticos son compuestos naturales producidos por algunos microbios para luchar contra las bacterias que les rodean en su ambiente, pero en la naturaleza nunca sirvieron para eliminar selectivamente a los agentes patógenos infecciosos hasta que los empezamos a utilizar como medicamentos. Todos los microbios que habitan en el mismo ambiente compiten por los escasos nutrientes que hay, si uno de esos microbios logra producir un compuesto, un antibiótico, que elimine a sus competidores y no a él, tendrá ventaja para obtener su alimento. Pero al pasar el tiempo los microbios que no producen antibióticos desarrollaron una estrategia defensiva haciéndose resistentes a esos compuestos. Así evitaron morir y neutralizaron la ventaja que los productores habían adquirido. Esta estrategia se ha venido jugando desde casi los orígenes de las bacterias hasta el presente, y es el mismo juego que ha mermado la eficacia de los antibióticos frente a las infecciones.

Pensemos que los antibióticos no surgieron en la naturaleza para eliminar las bacterias que atacan al ser humano. Al habitar en el cuerpo, esas bacterias no están habitualmente en contacto con los microbios productores de antibióticos y hasta el momento en que se empezaron a utilizar como medicamentos eran sensibles a ellos. Lo extenso de su uso para combatir las infecciones y su utilización indiscriminada ha tenido como resultado que muchos microbios patógenos, antes sensibles, hayan adquirido resistencias. El resultado es que ahora muchas infecciones las producen bacterias resistentes frente a uno o más antibióticos, lo que significa que no se pueden curar con los medicamentos disponibles. El problema ha llegado a complicarse hasta el punto en el que hay bacterias resistentes a prácticamente cualquier antibiótico y que no hay un antibiótico que pueda eliminar a todos los distintos patógenos.

La infección es todavía más grave cuando ataca a personas débiles, ya sea por su avanzada edad, por padecer otra enfermedad o por haber necesitado procedimientos quirúrgicos importantes. En los tres casos son personas en las que sus defensas naturales han disminuido. También es especialmente grave el problema de la proliferación de patógenos resistentes en los hospitales, en donde coincide un uso importante de antibióticos con la estancia prolongada de pacientes debilitados o ancianos. No son por eso raras las infecciones, a veces mortales, que atacan a los pacientes que han sido hospitalizados inicialmente por razones que nada tienen que ver con una enfermedad infecciosa.

Marta: ¿Qué soluciones se han encontrado hasta ahora y por qué se ha convertido recientemente en un problema tan serio?

MV: Todavía muchas infecciones se pueden tratar con un antibiótico que las cura, y a veces con una combinación de dos para evitar la persistencia de microbios resistentes a solo uno de ellos. Muchos antibióticos frente a los que los microbios han adquirido resistencias se han sustituido por derivados que se han diseñado para que el mecanismo de resistencia no consiga neutralizarlos. Es el caso de los derivados semisintéticos de la penicilina, el primer antibiótico que se utilizó como medicamento. Fue el propio descubridor de la penicilina, Alexander Fleming, quien en su momento ya alertó de que su uso poco juicioso podría abocarnos a la situación actual. Y podemos decir que, como poco, el uso de los antibióticos no ha sido muy inteligente, antes se dispensaban sin receta y hasta se usaban en dosis bajas en productos cosméticos. Estas prçacticas poco razonables han contribuido a que el número de patógenos resistentes sea cada vez mayor. La utilización rutinaria de antibióticos, ahora prohibida, para mejorar la productividad en los animales de granja también ha producido un aumento considerable de las resistencias.

La resistencia a la penicilina ocurre porque los microbios resistentes consiguen, por medio de una enzima llamada penicilinasa, romper la molécula convirtiéndola en un compuesto inocuo. Frente a ello, a los derivados semisintéticos como la amoxicilina no les afecta en un principio la actividad de la penicilinasa, pero con el tiempo también han aparecido patógenos con penicilinasas distintas que también los inactivan. Otro procedimiento para evitar la inactivación de la penicilina ha sido usar un compuesto que bloquea la penicilinasa llamado ácido clavulánico, producido también por un microbio.

Pero la estrategia que utilizan los patógenos siempre acaba con la victoria del germen, porque su plasticidad genética junto a su gran número acaba por conseguir una combinación de genes, que a veces a los científicos nos parece estrambótica, capaz de derrotar a los más brillantes intentos de combatirlos. Es por eso que no solo necesitamos descubrir nuevos antibióticos, sino establecer unas pautas para usarlos juiciosamente si queremos estar a salvo por más tiempo de la amenaza de las infecciones producidas por microbios resistentes. Pero como las respuestas se alargan pararemos aquí y hablaremos de este tema mas adelante.

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