Se define como “Ciencia Ciudadana” al compromiso del público general en actividades de investigación científica; cuando los ciudadanos contribuyen activamente a la ciencia con su esfuerzo intelectual o dando soporte al conocimiento con sus herramientas o recursos (1). Resumiendo, es la participación de personas que no son científicos profesionales, en proyectos de investigación científica (2).

En la película «Deep Impact» (1998) el adolescente interpretado por Elijah Wood descubría el cometa que iba a impactar contra la Tierra

La idea no es nueva. En más de una película hemos visto al típico personaje que está obsesionado con (táchese lo que no proceda) insectos, pájaros, mariposas, minerales, planetas, etc. Estos “aficionados” se convertían, gracias a su tesón, en unos expertos que en ocasiones permitían grandes avances en sus respectivos campos.

Sin embargo, la aparición de internet supuso una auténtica revolución ya que permitió que cualquier persona aportara su granito de arena. En 1999 la Universidad de Berkeley lanzó la iniciativa SETI@home (3). La participación era totalmente pasiva, simplemente dejabas que tu ordenador se pusiera a analizar señales de radio recibidas por diversos radiotelescopios cuando no estabas haciendo nada con él. La idea es usar toda la potencia de cálculo de esos ordenadores personales para poder encontrar señales provenientes de inteligencias extraterrestres. Aún no han tenido éxito, pero eso fue el comienzo de otras iniciativas similares como Foldit desarrollado para dilucidar estructuras tridimensionales de proteínas (4).

 

También hay bastantes proyectos de Ciencia Ciudadana asociados con la microbiología. Por ejemplo “Tuberspot” para ayudar al diagnóstico de la tuberculosis en muestras clínicas obtenidas en Mozambique (5). Otro es «Pathomap» en el que estudiantes de nivel de bachillerato se encargaron de muestrear las diversas estaciones del metro de Nueva York (6). Este proyecto incluso ha originado una vertiente artística denominada Subvisual Subway (7). El proyecto más reciente es el programa que la Casa Blanca ha lanzado para investigar los microbiomas de diversos ambientes (8) que ya comentó hace poco Miguel Vicente. Los dos primeros objetivos de la iniciativa son apoyar la investigación interdisciplinar y desarrollar nuevas plataformas tecnológicas. El tercero lo han descrito como “expandir la fuerza laboral que estudia el microbioma a través de la ciencia ciudadana, el compromiso público y las oportunidades educativas”. Un ejemplo de esa expansión lo encontramos en el  proyecto “Biodiversidad del Ombligo” (9). Iniciado en el año 2011 por profesores de la Universidad estatal de Carolina del Norte y del Centro de Investigación de la Naturaleza del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte lo que hicieron fue recolectar bastoncillos de algodón con muestras de ombligo enviados por cientos de voluntarios. En el año 2013 ya habían encontrado 2400 nuevas especies de microorganismos.

España no se ha quedado atrás. Aunque hay varios proyectos científicos sobre el microbioma humano (por ejemplo el liderado por Alex Mira, 10) también ha sido un campo abonado para un proyecto de ciencia ciudadana denominado “Saca la lengua”, que tiene como objetivo el estudio del microbioma bucal (11). Está coordinado por el Centro de Regulación Genómica, en colaboración con el Centro de Epidemiología Ambiental y la Obra Social  “La Caixa”. Iniciado en el 2014, los primeros resultados fueron dados a conocer el pasado mes de marzo. Se llevan analizadas unas 1500 muestras bucales de jóvenes españoles a lo largo de todo el territorio nacional. Lo que se ha encontrado es que las diferencias encontradas se correlacionan con el área geográfica, el tipo de agua consumida pero también con otros factores como el consumo de azúcares, tener mascota, fumar  y por supuesto los hábitos de higiene bucodental. El proyecto está abierto a la participación de cualquier persona e incluso ha organizado un concurso para el análisis de los datos.

Así que podríamos decir que, hoy en día, el que no hace Ciencia es porque no quiere

 

REFERENCIAS:

1.- «White Paper on Citizen Science: Citizen Science for Europe«. Socientize consortium.

http://www.socientize.eu/sites/default/files/white-paper_0.pdf

2.-  Citizen science: People power. Eric Hand

http://www.nature.com/news/2010/100804/full/466685a.html

3.- http://setiathome.ssl.berkeley.edu/

4.- http://fold.it/

5.- http://tuberspot.org/es/

6.- http://www.pathomap.org/

7.- http://www.sciencefriday.com/videos/swabbing-new-york-citys-subways-for-art/

8.- http://www.whitehouse.gov/the-press-office/2016/05/12/fact-sheet-announcing-national-microbiome-initiative

9.- http://navels.yourwildlife.org/

10.- http://semicrobiologia.org/pdf/actualidad/58/44_MM23_Mira.pdf

11.- http://www.sacalalengua.org

 

Blog del día en notiweb 6 de junio de 2016

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4 comentarios

  1. La ciencia ciudadana es un campo interesantísimo y muy útil por varios motivos. Por simple salud democrática para que los ciudadanos se acerquen a lo que hacen los científicos, para aumentar la cultura científica de este país, para conseguir más recursos,…
    Hace años (desde ) que en España existe una interesante experiencia que empezó como computación voluntaria restringida a Zaragoza (Zivis), siguió con computación voluntaria internacional, con énfasis en la Península Ibérica (Ibercivis) y ahora tiene múltiples experiencias de ciencia ciudadana. en el marco de Zivis e Ibercivis hemos hecho varias tesis doctorales en física del plasma y publicado numerosos artículos científicos en revistas internacionales de impacto. Hoy la Fundación Ibercivis con participación de la Universidad de Zaragoza, CIEMAT, CSIC, Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento, Gobierno de Aragón y Fundación Ikerbasque, es un referente a nivel europeo y ha conseguido financiación europea para poner en marcha el Observatorio de Ciencia Ciudadana. Creo que vale la pena que los lectores se informen: http://www.ibercivis.com

  2. No hay que olvidar la multitud de iniciativas que se basan en ciudadanos que aportan datos de abundancia o distribución de animales o plantas. Estos proyectos permiten tomar el pulso cada año a nuestros ecosistemas y llamar la atención sobre tendencias en las poblaciones de estos seres vivos. En España hay proyectos de este tipo que censan aves, mamíferos, anfibios y reptiles, o mariposas; por citar solo unos ejemplos. Las redes de colaboradores en estos proyectos implican a decenas de miles de voluntarios en toda Europa y proporcionan datos de gran valor científico que sería imposible recopilar desde instituciones de investigación.

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