Las peores vacunas contra la polio son las que no se administran

Hace poco más de un mes que investigadores del Reino Unido han comunicado un gran avance para conseguir una vacuna mas segura y eficaz contra la polio. Con el virus de la polio he mantenido una estrecha relación personal desde 1948, cuando todavía no se disponía de vacuna alguna para prevenir la infección. Faltaban seis años para que llegase la primera vacuna de Jonas Salk (1954), que utiliza un virus inactivado, y doce para la de Albert Sabin (1960) con virus atenuados. De nada sirve en la vida perder tiempo pensando lo que me hubiera sucedido si alguna de las vacunas hubiese estado disponible en los años cuarenta, podría haber sido mejor, peor o ni se sabe. Conociendo al virus en directo creo que no entra en mi pensamiento lógico el que alguien rehúse hoy en día administrársela a sus hijos.

Las proteínas de la cápsula del virus de la polio se han modificado para darles mayor estabilidad a la par que mantener su capacidad de inducir la respuesta inmunológica y podrán utilizarse para elaborar una futura vacuna más segura y eficaz para impedir la enfermedad. A la izquierda se muestra la localización de las proteínas en la cápsula, a la derecha las modificaciones introducidas en cada una. Fuente: REFERENCIA.

Pero no siempre en el mundo lo que parece lógico es lo que ocurre, hay personas, hasta las más altas jerarquías del poder como es el actual presidente de los EEUU, que cuestionan los argumentos lógicos  basados en rigurosos estudios científicos que demuestran los beneficios de la administración de vacunas. Razones de tipo político y cultural han frenado, a veces de modo cruento, la posibilidad de erradicar la polio en países de renta baja como Nigeria, Pakistán y Afganistán. Incluso en países con buen nivel de vida y con aceptables sistemas educativos y sanitarios, como en el que vivimos, hay grupos que rechazan las vacunas en su conjunto, y lo hacen indudablemente convencidos y de buena fe.

Los datos científicos aseguran estadísticamente que los beneficios de una buena vacuna son mayores que los riesgos que se corren si no se administra. Los controles sanitarios que ha de pasar antes de permitirse su administración son siempre más que suficientes para garantizarlo ¿Por qué si este argumento es por completo correcto desde la lógica científica no logra convencer de inmediato a todo el mundo? Hace poco leí un análisis del sorprendente resultado de las elecciones presidenciales de 2016 en norteamérica cuya conclusión era que la candidata perdedora, a diferencia del ganador, no prestó atención para asegurar los datos, identificar y mitigar el sesgo, y desafiar el análisis para obtener un resultado positivo. Dicho de forma sencilla, se confió demasiado y sucedió lo contrario de lo que parecía lógico. Y no es algo raro, lo mismo les pudo ocurrir en el Reino Unido a los defensores de permanecer en la Unión Europea, la lógica no siempre decide el comportamiento humano.

La clave de la reticencia frente a las vacunas puede estar en analizar correctamente que el valor de los resultados científicos es estadístico y que si bien su seguridad está garantizada para la población en general, a nivel individual es muy difícil, si no imposible excluir por completo cualquier tipo de riesgo. A los argumentos científicos, que no ofrecen certeza absoluta sino un grado de probabilidad, se contraponen innumerables relatos cuya base es escasa y a veces hasta errónea, pero su contundencia narrativa sirve para convencer a una audiencia que duda de la ciencia y no tiene confianza alguna en las empresas farmacéuticas. Por eso creo que al no ofrecer certeza absoluta es muy difícil convencer con argumentos científicos a quienes rechazan la vacunación por motivos que en su opinión son evidentes, porque nadie puede garantizarles que en su caso particular el riesgo no existe. Claro que quedarse en casa sin hacer nada por miedo al qué podrá ocurrir tampoco garantiza a nadie que no se le hunda el techo en la cabeza.

Las vacunas frente a la polio utilizan virus inactivados o atenuados para inducir la inmunidad y así frenar la infección. Las dos alternativas son buenas, pero ninguna de las dos es perfecta. Los virus atenuados, cuyas vacunas producen la mejor inmunidad pueden en raros casos reactivarse e incluso a veces recombinarse con parientes no virulentos. Los virus inactivados que también son suficientes en la inmensa mayoría de los casos para vacunar con éxito no inducen inmunidad de manera tan eficaz y como en su preparación se usan virus activos la producción de la vacuna entraña riesgos si el virus escapase a los controles de fabricación. En resumen, que en cualquier caso los detractores de la vacuna de la polio esgrimen argumentos que fuera de la lógica científica les sirven para reforzar su actitud de rechazo.

Para iluminar tan sombrío panorama, reforzado en numerosas páginas de internet, muy atractivas pero con escaso rigor científico, solo podemos comunicar con entusiasmo cualquier avance en la investigación. El avance al que me refiero al principio del artículo es un paso hacia la obtención de una vacuna contra la polio que no lleva ningún virus pero que es tan eficaz como si lo llevase. Se trata de utilizar las cápsulas vacías que en el virus intacto cubren y protegen el material genético, ARN en el virus de la polio en vez de ADN. Los investigadores han utilizado estas cápsulas para inmunizar ratones consiguiendo resultados tan buenos como los de la vacuna de virus inactivados. Este procedimiento ya existía para inmunizar frente a la hepatitis B y el virus del papiloma humano, pero en el caso de la polio no se podía usar por la poca estabilidad y sensibilidad a la temperatura de las cápsulas que estaban disponibles hasta ahora. Para mejorarlas se han introducido mutaciones que estabilizan las proteínas de la cápsula y que no modifican su capacidad de inducir la respuesta inmunológica por lo que siguen siendo eficaces como posibles vacunas.

Es muy posible que, como en la vida la certeza absoluta no existe, estos avances, que sin duda van a producir una vacuna todavía más segura y de igual o mayor eficacia que las actuales, tampoco convenzan a todos los reticentes a su uso, pero al menos les dejarán cada vez con menos argumentos para oponerse. Y desde la óptica de los científicos constituyen una espléndida conquista para algún día neutralizar para siempre un virus tan maligno como el productor de la poliomielitis, a cuyas víctimas decían antes en mi pueblo que les había dado un “paralís”.

REFERENCIA:

Fox H, Knowlson S, Minor PD, Macadam AJ (2017) Genetically Thermo-Stabilised, Immunogenic Poliovirus Empty Capsids; a Strategy for Non-replicating Vaccines. PLoS Pathog 13(1): e1006117. doi:10.1371/journal.ppat.1006117

Blog del día, 2 de marzo 2017,  en notiweb

 

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2 comentarios

  1. Hola compañero,
    he preferido contestarte en tu propio blog tras leerlo atentamente. Efectivamente, en la era de la posible e inminente erradicación de los 3 isotipos de polio -ya no tenemos polio 2-, parece mentira que irresponsables «buenrollistas» sigan aireando los «malos augurios» de los posibles efectos catastrofistas de las vacunas… Eso cuando, y es lo peor entre lo malo, no lo hacen simplemente por una cuestión de hacer caja en «aguas revueltas»… Lamentable. Un abrazo

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