Un reto político: la extensión del Estado de bienestar a los inmigrantes

La inmigración se ha convertido en un fenómeno global que afecta profundamente al núcleo sensible del poder político y de la convivencia social por su impacto en algunos de los elementos articuladores del Estado moderno, tales como la soberanía nacional, el sentido de la ciudadanía o las formas culturales de la identidad colectiva. Si la primera se ha visto erosionada y la segunda ha sido cuestionada como mecanismo de inclusión social y marcador de la pertenencia política, la tercera se ha tornado mucho más compleja y plural. No acaba ahí la incidencia de las migraciones: también las bases normativas de la sociedad pueden verse afectadas y, por ende, la concepción de la justicia y del bienestar social. Europa, como uno de las regiones del planeta que mayor número de inmigrantes atrae, es un buen ejemplo de lo dicho.

¿Por qué? Porque uno de los mayores logros históricos de Europa ha sido la construcción del Estado del Bienestar. La combinación de prosperidad y seguridad se dio mejor en países pequeños y ricos como Holanda, Suecia o Dinamarca, pero también alcanzó a los grandes países como Francia y, sobre todo, Alemania. El reto, tanto para los países pequeños –en donde se hace palpable la presencia de grupos muy distintos por su color de piel, religión o idioma– como para los grandes, es mantener los grandes beneficios sociales –en lo concerniente a la equidad y, por ende, a la integración– del Estado de Bienestar y simultáneamente incorporar a los inmigrantes, sin provocar el ascenso electoral de las opciones políticas antiinmigratorias, tanto de derecha como de izquierda. Es decir, Europa debe adaptar y extender el Estado de Bienestar a la población inmigrante, sin hacer discriminaciones por razones de origen, evitando así por tanto hacer el juego a quienes propugnan la multiplicación de guetos culturales o exacerban las inclinaciones nacionalistas de la población autóctona.

 

 

Comentario escrito por Antonio Álvarez del Cuvillo (28/06/2006 6:13)


En lo que refiere a la extensión del Estado del Bienestar, hay que reconocer que el Estado español no lo ha hecho del todo mal. Las normas jurídicas permiten un acceso a la sanidad y la educación bastante amplio (que puede verse indirectamente perjudicado por la situación precaria de los irregulares, unida a la posibilidad de meter las narices en los padrones); ya se escuchan en la calle discursos xenofóbicos en relación con la educación que tendremos que empezar a afrontar, y derivan seguramente de las tortas que hay ya entre los españoles para conseguir colegio.

Las prestaciones contributivas de Seguridad Social están disponibles incluso para los que trabajen irregularmente, desde la reforma de 2003 (puede que haya algún problema interpretativo respecto al desempleo, en tanto no está muy claro si se está en situación legal de desempleo cuando no hay autorización para trabajar, pero parece que se van a conceder). Alguna interpretación minoritaria, excesivamente retorcida habla de que se exigiría residencia legal aunque el trabajo fuera ilegal, pero no parece que se haya escuchado (afortunadamente).

En cuanto a las prestaciones no contributivas de Seguridad Social, creo recordar que están abiertas, sin distinción, a los extranjeros, en tanto cumplan el requisito de residencia -que ha de ser legal-, lo que seguramente sea (afortunadamente) «generoso» en términos comparativos; la exigencia de residencia legal parece razonable. Cuestión distinta es que se nos plantee un reto para la integración de los extranjeros (integración supone incorporarse al régimen del bienestar), la continua bolsa de irregulares (y si esta bolsa deriva en parte de las enormes dificultades para residir en España de manera legal sin acogerse a ninguna regularización o situación extraordinaria), pero esto seguramente sea un problema diferente.

Por último, en lo que refiere a los servicios sociales, creo que la cosa es muy variable, y depende enormemente de cada Ayuntamiento o Comunidad Autónoma, de manera que es difícil hacer generalizaciones.

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3 comentarios

  1. En lo que refiere a la extensión del Estado del Bienestar, hay que reconocer que el Estado español no lo ha hecho del todo mal. Las normas jurídicas permiten un acceso a la sanidad y la educación bastante amplio (que puede verse indirectamente perjudicado por la situación precaria de los irregulares, unida a la posibilidad de meter las narices en los padrones); ya se escuchan en la calle discursos xenofóbicos en relación con la educación que tendremos que empezar a afrontar, y derivan seguramente de las tortas que hay ya entre los españoles para conseguir colegio.

    Las prestaciones contributivas de Seguridad Social están disponibles incluso para los que trabajen irregularmente, desde la reforma de 2003 (puede que haya algún problema interpretativo respecto al desempleo, en tanto no está muy claro si se está en situación legal de desempleo cuando no hay autorización para trabajar, pero parece que se van a conceder). Alguna interpretación minoritaria, excesivamente retorcida habla de que se exigiría residencia legal aunque el trabajo fuera ilegal, pero no parece que se haya escuchado (afortunadamente).

    En cuanto a las prestaciones no contributivas de Seguridad Social, creo recordar que están abiertas, sin distinción, a los extranjeros, en tanto cumplan el requisito de residencia -que ha de ser legal-, lo que seguramente sea (afortunadamente) "generoso" en términos comparativos; la exigencia de residencia legal parece razonable. Cuestión distinta es que se nos plantee un reto para la integración de los extranjeros (integración supone incorporarse al régimen del bienestar), la continua bolsa de irregulares (y si esta bolsa deriva en parte de las enormes dificultades para residir en España de manera legal sin acogerse a ninguna regularización o situación extraordinaria), pero esto seguramente sea un problema diferente.

    Por último, en lo que refiere a los servicios sociales, creo que la cosa es muy variable, y depende enormemente de cada Ayuntamiento o Comunidad Autónoma, de manera que es difícil hacer generalizaciones.

  2. este rasputin da siempre o casi siempre en el clavo,

    enhorabuena por tu lucidez, justo lo que nos falta

    en este país..

    un pais sin luces porque por aquí no hubo siglo

    de las luces sino muchos siglos de oscuridad, en la cual

    seguimos inmersos…hasta que todas las mafias

    integristas tanto nacionalistas como religiosas no hayan

    sido desmantaledas y apartadas del poder y de la

    vida pública podemos afirmar sin temor a equivocarnos

    que españa todavía no es un estado moderno…

    nadie ve claro este simple punto o al menos

    nadie lo dice, evidentemente porque toda la

    casta dirigente es una pura piltrafa bien

    amancebada y apesebrada.

  3. El Estado de bienestar ha de intervenir en los procesos de integración de los inmigrantes a través de su cuarto pilar: los servicios sociales. Éstos han de potenciarse y expandirse para que protejan los derechos ciudadanos de ambas partes en conflicto: tanto la parte inmigrante, cuya precaria aclimatación hay que facilitar, como la parte autóctona, para que no pierda sus derechos adquiridos ante la llegada de los inmigrantes, cuya nueva demanda de protección podría copar una oferta pública, ya de por sí insuficiente. Por eso los servicios sociales no sólo han de crecer en términos cuantitativos, sino que además han de transformarse en sentido cualitativo, convirtiéndose en centros de intermediación ciudadana donde se pueda desarrollar relaciones de proximidad.

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