Análisis sobre la universidad y la ciencia españolas

Pablo Artal (profesor en la Universidad de Murcia) ha publicado en el diario EL PAÍS un análisis de la situación de la universidad española y su producción científca-tecnológica, haciendo propuestas para mejorar su situación.

Ninguna universidad española está entre las 200 del mundo y la mayoría están entre las posiciones 400 y 600. Esta situación es contraditoria con la publicitada novena posición española como país productor de ciencia. Hay que recordar que este último dato se refiere al número de publicaciones; mientras que el ranking de universidades tiene en cuenta otros factores, como el de la calidad y el impacto de nuestra producción científica; que, al menos en mi opinión (ya expresada ene este blog y en programas de radio, como A Hombros de Gigantes) es el principal déficit de la ciencia española.

En este contexto, el Profesor Artal escribe:

Pero lo importante de estos datos es simplemente constatar que si estamos tan mal colocados en los ranking es por que producimos una densidad de ciencia muy baja y con un impacto pequeño. Mi impresión personal es que una parte de las plantillas universitarias en España son productivas, y de hecho una pequeña parte incluso muy productiva, de manera comparable a colegas en universidades de primera, pero desgraciadamente una mayoría de personal improductivo hunde a nuestras universidades inexorablemente en los ranking.

El profesor Artal también propone soluciones, la más llamativa:

Empezaría haciendo lo contrario de lo que parece que se pretende con las agregaciones de universidades del programa Campus de Excelencia. Por cierto, una extraña denominación si se miran las clasificaciones. Segregaría las secciones y facultades más productivas, que son fácilmente identificables creando universidades más pequeñas, que empezarían a escalar puestos en los ranking, primero automáticamente por los factores de normalización y después por meros procesos evolutivos. Claro, no sólo bastará el troceado, deberían también dotarse de una gestión profesional, contar con escalas retributivas del personal abiertas y competitivas que premiasen el trabajo hecho y que se revisasen periódicamente al alza o la baja, con contrataciones libres de quien pueda empujar hacia arriba la universidad, etc…. En definitiva, deberían constituir un ecosistema académico en el que a cada miembro de la universidad le resulte muy importante que su institución sea lo mejor posible.

El artículo es de gran interés para los universitarios, los científicos y los ciudadanos preocupados por el futuro de nuestro país, que dependerá de la actividad científica y la universidad será clave en este proceso.

 

Bernardo Herradón-G.

CSIC

herradon@iqog.csic.es

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