Hoy se cumple el 32 aniversario del fallecimiento de Robert Burns Woodward, uno de los más grandes y originales químicos orgánicos de la historia.

 

 

Su inesperada muerte por un infarto de miocardio cuando aún estaba en el cénit de su carrera científica dejó a la química orgánica y, especialmente a la síntesis total de productos naturales, sin su gran maestro. Como una vez mencionó Ginsburg en un editorial en Accounts of Chemical Research, la química orgánica ha tenido muchos cardenales, pero sólo un Papa, refiriéndose a Woodward  (Acc. Chem. Res. 1982, 15, 199 ).

 

 

Seguramente Woodward hubiese seguido haciendo contribuciones importantes a la química orgánica. De hecho, cuando falleció, tenía numerosas ideas para desarrollar superconductores orgánicos, un área muy novedosa en aquella época. Woodward dejó más de 600 hojas con escritos, comentarios, ideas y posibles estructuras para investigar en este tema. Estas notas están escritas en numerosos formatos, muchos de ellos en el papel de los hoteles donde se alojaba en sus numerosos viajes.

Esta documentación quedó en poder de su familia y, recientemente, tras muchos años de insistencia de algunos antiguos colaboradores de Woodward (especialmente R. M. Williams), su nieta ha accedido a digitalizar los documentos, donarlos al archivo Woodward de la Universidad de Harvard y ha puesto a disposición de Williams y otros antiguos alumnos de Woodward (Cava y Hoffmann) los documentos para que los analicen. Fruto de un primer análisis es la publicación de un artículo en Tetrahedron [R.B. Woodward’s Unfinished Symphony: Designing Organic Superconductors (1975-79). Artículo en prensa en Tetrahedron (doi:10.1016/j.tet.2011.05.004)] dónde se analizan algunas de las notas manuscritas de Woodward a la luz de los conocimientos de la época y los actuales. Sin duda alguna, Woodward tenía ideas muy avanzadas en este campo y hubiese hecho contribuciones relevantes.

Aunque la fama de Woodward se debe principalmente a sus logros en síntesis total de productos naturales, no hay que olvidar que hizo contribuciones importantes en otros aspectos de la química orgánica.

Entre estas aportaciones, cabe destacar  las reglas de Fieser-Woodward para correlacionar la absorción en el espectro UV-VIS con la estructura química; sus aportaciones a la regla del octante para correlacionar la configuración absoluta con el signo del efecto Cotton en dicroismo circular; sus propuestas biogenéticas para los alcaloides, esteroides y macrólidos; la elucidación estructural de numerosos productos naturales (entre ellos la penicilina) muchas veces basándose en razonamiento biogenético y mecanístico; el diseño sintético basado en propuestas mecanísticas; aromaticidad del ferroceno y de otros metalocenos; métodos sintéticos para péptidos; y la teoría de la conservación de la simetría orbital en reacciones pericíclicas (las reglas de Woodward-Hoffmann).

Estos breves párrafos sólo son un homenaje a uno de los más grandes químicos de la historia (de hecho, está entre los 16 “finalistas” de la encuesta realizada por la editorial Elsevier para elegir a los químicos más importantes de la historia).

En próximos post, comentaré algo más de la obra de Woodward y mi opinión sobre los “elegidos” por Elsevier.

 

Esta entrada es una participación de Química y Sociedad en la VI Edición del Carnaval de Química organizado por Divagaciones de una Investigadora en Apuros.

http://investigadoraenapuros.wordpress.com/2011/06/28/vi-edicion-del-carnaval-de-quimica/

 

Bernardo Herradón-G.

CSIC

herradon@iqog.csic.es

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6 comentarios

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