Copenhague: la ciudad del clima y de la gestión sostenible del agua

El próximo mes de diciembre, Copenhague acogerá la cumbre sobre cambio climático de Naciones Unidas, la reunión internacional que ha de aprobar un nuevo protocolo para sustituir al de Kyoto. Se convertirá así en la nueva capital mundial del clima, pero no sólo durante estos días: Copenhague se ha marcado como objetivo ser la ciudad más habitable del mundo, y esperan ser, en el año 2025, la primera capital de país que neutraliza totalmente sus emisiones de CO2.
Por eso, hace años que han puesto en marcha diversos planes para reducir el consumo de combustibles fósiles y las emisiones, y para mejorar la movilidad y la calidad del aire. Y además de todo esto, la capital danesa ha dedicado muchos esfuerzos a depurar sus aguas, hasta el punto que ahora los ciudadanos se pueden bañar en el puerto mismo de la ciudad.

 

[Grupo de Tratamiento de Aguas. Universidad de Alcalá]

Hace no muchos años, Copenhague tiraba más de un millón y medio de metros cúbicos anuales de agua sucia en el puerto de la ciudad. Los planes de recuperación y limpieza de aguas han reducido esa cantidad de manera drástica y ahora no llegan a los 300.000 litros. Estas aguas, además, han pasado previamente por una planta depuradora. Como consecuencia, la calidad del agua del puerto ha mejorado. Ahora es posible bañarse sin peligro,  se han construido piscinas en el puerto para poder nadar. La primera se abrió en el año 2002, y ahora ya son tres.

 

Todo esto se ha conseguido con el incremento y modernización de las plantas depuradoras, que incorporan procedimientos mecánicos, biológicos y químicos que garantizan que el agua tenga unos niveles de microorganismos, materia orgánica, fósforo y nitrógeno inferiores a los que podrían suponer peligro para la población o los ecosistemas. Además, el agua ya depurada se devuelve al océano a más de un kilómetro de distancia de la costa, para garantizar que se mezcla bien con el agua de mar.

 

Por otra parte, se están diversificando los mecanismos de recogida de agua. En el barrio de Orestaden, por ejemplo, se hace mediante tres vías diferenciadas: las aguas negras (las de los desagües de las casas) van a una planta depuradora, la que se recoge en los tejados va directamente para el riego de zonas verdes y la que se captura a los lados de las carreteras y por las bocas de alcantarilla de la calle pasa unos filtros y se dedica también a los parques y jardines. A esto hay que añadir el menor consumo de agua por habitante, que implica menos litros que se deben depurar y, por tanto, una eficacia mayor de las depuradoras al bajar el volumen de trabajo. Y la situación mejorará aún más a partir de 2010, cuando comience a renovarse la totalidad de la red de alcantarillado de la ciudad.

 

Si bien las piscinas del puerto son una de las imágenes más evidentes de la mejora de la calidad del agua de Copenhague, no es el único caso. A lo largo de los últimos cinco años, se ha construido una gran playa artificial, de cuatro kilómetros de largo, a sólo cinco kilómetros del centro de la ciudad, distinguida con una bandera azul, que muestra el reconocimiento de la Unión Europea a la calidad de su agua. Y se espera que para el 2015 todo el litoral del área metropolitana de Copenhague sea apto para el baño.

 

Al mismo tiempo, frenar la llegada de agentes contaminantes ha mejorado la biodiversidad de las aguas marinas cercanas a la costa, y se han habilitado zonas de pesca, aunque no está permitido consumir algunas de las especies de peces porque todavía tienen un nivel elevado de mercurio y otros minerales. Para garantizar la seguridad, se han instalado carteles informativos que alertan de los que hay que evitar.

 

Además de mejorar todo el sistema de recuperación de aguas sucias, Copenhague se ha centrado también en revisar la calidad del sistema de agua potable para la población y la industria y, sobre todo, en buscar fórmulas para reducir el consumo. Desde los años noventa se han realizado varias campañas para dar a conocer medidas para ahorrar agua. Esto, y un aumento considerable del precio y los impuestos del agua potable han conseguido que entre 1985 y 2007 el consumo de agua per cápita haya bajado de 174 a 114 litros.

 

Y aún quieren reducir más el consumo: se espera reducir hasta 110 litros para el año próximo, y sólo cien litros por persona para el año 2012. No será fácil, porque la concienciación de la población es ya muy elevada, y ya se aplican casi todas las medidas para limitar el consumo que tienen a su alcance. Se deberán aplicar nuevas vías de ahorro de agua potable, como facilitar el uso de agua recuperada: es decir, el agua de lluvia o la de algunos pozos subterráneos, que no es apta para el consumo humano, pero sí para otros usos, como para regar jardines, para la limpieza de coches o para las cisternas de los inodoros.

 

Por otra parte, las autoridades municipales de Copenhague están haciendo un gran esfuerzo por minimizar las fugas que pueda haber en las tuberías, causadas por obras, rotura por congelación u otros motivos. En los últimos años, desde 2001, se está revisando toda la red de suministro para detectar todas las fugas y repararlas de manera inmediata. Además, se ha puesto en marcha la sustitución de las tuberías de todo el sistema, a un ritmo que calcula que se habrán renovado totalmente de aquí a cien años.

 

Sin embargo, la gestión del agua es sólo una de las muchas mejoras que han incorporado para llegar a ser una de las ciudades más sostenibles del planeta. Entre 1990 y 2005 ya han conseguido reducir un 20% las emisiones de CO2 que dependían de las instituciones municipales, sobre todo gracias a la expansión de la calefacción por distritos, que ahora alcanza ya el 97% de la ciudad. Las emisiones de los ciudadanos, sin embargo, aumentaron un 7%.

 

Ahora esperan concienciar aún más a la población para poder consolidar una nueva reducción del 20% hasta 2015. Contribuirá la apuesta por las energías renovables, traducida en un parque eólico, varias’ granjas’ solares y la construcción de una central geotérmica.

 

El acceso a las zonas verdes es otra de las preocupaciones del ayuntamiento de Copenhague. Actualmente, el 80% de sus millón cien mil habitantes tienen un parque a menos de 15 minutos caminando. Y se están haciendo aún más para que sea casi el total de la población el que tenga un área verde al lado de casa. En los próximos años, se crearán 14 nuevos parques y se plantarán tres mil árboles en las calles, que absorberán parte del CO2 que se emite y que ayudarán al objetivo de neutralizar las emisiones. La promoción del transporte en bicicleta, que ya utilizan uno de cada tres ciudadanos en los traslados al trabajo o a los centros de estudios, la construcción de un metro nuevo y los incentivos a los coches que funcionan con hidrógeno y los sistemas de car-sharing también pondrán su grano de arena para conseguir un objetivo tan ambicioso.
En cualquier caso, la ciudad de Copenhague ofrecerá todo un abanico de ejemplos ya en funcionamiento, y con éxito, a los responsables mundiales que se reunirán para decidir qué se puede hacer para detener el cambio climático.

 

 

Fuente: Anna Boluda.  Sostenible.cat

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