La escasez de agua y la producción de energía

La producción hidroeléctrica se sigue manteniendo como una contribución importante a la producción eléctrica mundial. La escasez de agua debida al cambio climático podría afectar a la producción hidroeléctrica en un futuro. Sin embargo, la reducción de recursos se compensará con un aumento de las instalaciones para lograr explotar un mayor porcentaje del potencial hidroeléctrico. El margen de aumento del potencial explotado es mayor en los países en desarrollo, donde además, la explotación de dichos recursos favorecería la construcción de infraestructuras que permitirían aumentar el almacenamiento de agua y amortiguar los efectos de las sequías.

 

[Grupo de Procesos y Sistemas de Ingeniería Ambiental,
Universidad Autónoma de Madrid]

Los desafíos en el ámbito del agua incluyen problemas relacionados con escasez, sistemas de riego más eficientes y acceso a servicios de agua y saneamiento, además de satisfacer las necesidades ambientales esenciales para mantener la vida y los medios de sustento. A medida que el agua se convierte en un recurso cada vez más escaso en relación con la demanda de la creciente población y la economía urbana, se intensifica la competencia por este recurso. Los problemas de calidad aumentan progresivamente y cada vez más a menudo se invaden las fuentes de agua (cuencas, zonas de recarga y humedales). Además, los problemas asociados con la explotación y la ordenación sostenible de los recursos hídricos se tornan más complejos. Es muy probable que el cambio climático agrave aún más estos problemas, si bien existe un elemento más de preocupación a tener en cuenta: la producción eléctrica cuenta en los recursos hídricos con un pilar importante.

Según el Banco Mundial alrededor del 20% de la electricidad mundial es energía hidroeléctrica, suponiendo el 90% de toda la electricidad que proviene de fuentes renovables. En la Figura 1 se muestra la evolución de la contribución de la energía hidroeléctrica a la producción mundial de energía primaria y la contribución que realiza esta fuente de energía en diferentes regiones mundiales. En el último año la producción mundial creció un 2,8%, acumulando un crecimiento sostenido durante la última década. El crecimiento en la última década se debe fundamentalmente a la construcción de nuevas instalaciones en Sudamérica, India y especialmente en China, donde dicho crecimiento ha alcanzado el 20%.

 

 

Figura 1. Producción mundial de energía primaria a partir de diferentes fuentes y patrón de producción por regiones (BP Statistical Review of World Energy 2009).

 

Europa y América del Norte aprovechan alrededor de 70% de su potencial hidroeléctrico, por lo que ante una disminución de los recursos hídricos tienen menos capacidad de respuesta mediante la construcción de nuevas instalaciones. Así, la Figura 2 muestra las previsiones de crecimiento de la producción hidroeléctrico en los países de la OCDE, que se verá muy lastrada por la dificultad para acceder al potencial no utilizado por motivos ambientales y sociales. En los países en desarrollo se explota menos de un 20% del potencial hidroeléctrico, siendo especialmente destacado el bajo aprovechamiento que se realiza en África, con un 7%. Las importantes posibilidades de crecimiento en países emergentes como Brasil quedan patentes en la Figura 3, donde se muestran las previsiones de aumento de la producción de electricidad a partir de diversas fuentes.

 

  

Figura 2. Previsiones de crecimiento de la producción hidroeléctrica y de electricidad a partir de otras fuentes renovables en el ámbito de la OCDE (International Energy Outlook, 2009).

 

Figura 3. Previsiones de crecimiento de la producción eléctrica a partir de diferentes fuentes en Brasil (International Energy Outlook, 2009).

 

A pesar de las perspectivas de disminución de los recursos hídricos, no debe entenderse que el aprovechamiento mediante la producción de energía hidroeléctrica es incompatible o contrario a otros usos. El desarrollo de la energía hidroeléctrica será un factor importante en la respuesta al cambio climático, tanto como fuente de energía con bajas emisiones de carbono como en el manejo de situaciones extremas a través del almacenamiento de agua.

 

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