No contaminemos las aguas subterráneas, son vitales.

Las aguas subterráneas son una de las principales fuentes de suministro para uso doméstico y para el riego en muchas partes de España y del mundo. Las aguas subterráneas suele ser más difíciles de contaminar que las superficiales, pero cuando esta contaminación se produce, es más difícil de eliminar.

El problema más preocupante es el de los altos niveles de concentración de nitratos en algunos depósitos de aguas subterráneas. El exceso de nitratos se da precisamente en las zonas en las que los acuíferos son más utilizados.

Investigadores de la Universidad de Bristol del Reino Unido, han descubierto recientemente, que la concentración de nitratos en el río Támesis aumentó drásticamente en la década de los años setenta, debido a una intensificación gradual de la producción agrícola alimentaria y por tanto un aumento de la emisión de nitratos desde los terrenos de labranza.

Es muy importante, de todas formas, tener en cuenta que las posibilidades de depuración en el acuífero son limitadas y que el mejor método de protección es, por tanto, la prevención. No contaminar, controlar los focos de contaminación para conocer bien sus efectos y evitar que las sustancias contaminantes lleguen al acuífero son los mejores métodos para poder seguir disfrutando de ellos sin problemas.

[CyPS-UCM-Grupo de Catálisis y Procesos de Separación]

El agua subterránea representa una fracción importante de la masa de agua presente en los continentes, siendo en muchos casos el volumen del agua subterránea mucho más importante que la masa de agua retenida en lagos, o circulando en los ríos y pudiendo alcanzar las masas más extensas, millones de kilómetros.

 El agua del subsuelo es un recurso importante y de éste se abastece una tercera parte de la población mundial, pero resulta de difícil gestión. Las aguas subterráneas son una de las principales fuentes de suministro para uso doméstico y para el riego en muchas partes de España y del mundo. En España más de la cuarta parte del agua que se usa en las ciudades, la industria y la agricultura son aguas subterráneas. En muchos lugares en los que las precipitaciones son escasas e irregulares pero el clima es muy apto para la agricultura son un recurso vital y una gran fuente de riqueza, ya que permiten cultivar, productos muy apreciados en los mercados internacionales.

Las aguas subterráneas suele ser más difíciles de contaminar que las superficiales, pero cuando esta contaminación se produce, es más difícil de eliminar. Sucede esto porque las aguas del subsuelo tienen un ritmo de renovación muy lento. Se calcula que mientras el tiempo de permanencia medio del agua en los ríos es de días, en un acuífero es de cientos de años, lo que hace muy difícil su purificación. Los acuíferos tienen una cierta capacidad de autodepuración, mayor o menor según el tipo de roca y otras características. Las sustancias contaminantes, al ir el agua avanzando entre las partículas del subsuelo se filtran y dispersan y también son neutralizadas, oxidadas, reducidas o sufren otros procesos químicos o biológicos que las degradan, dependiendo de la estructura geológica del terreno. De esta manera el agua va limpiándose.

Cuando un acuífero está contaminado y hay que limpiarlo el proceso es muy difícil y muy caro. Se han usado procedimientos que extraen el agua, la depuran y la vuelven a inyectar en el terreno, pero no siempre son eficaces y consumen una gran cantidad de energía y dinero.

Controlar la calidad de las aguas subterráneas es más caro y difícil que hacerlo con las superficiales. En España existen más de 11.000 puntos de análisis y en 6.000 de ellos hay controles periódicos de la calidad.

Los principales problemas de los acuíferos son de contaminación principalmente por nitratos y por invasión de agua salada. Las contaminaciones puntuales no son un grave problema, exceptuando algunas zonas muy concretas en núcleos industriales o junto a grandes poblaciones.

El problema más preocupante es el de los altos niveles de concentración de nitratos en algunos depósitos de aguas subterráneas. El límite máximo permitido por la reglamentación es de 50 mg/l en el agua de abastecimiento de la población, y en los abastecimientos de más de un millar de municipios, que reúnen a más de dos millones de habitantes, principalmente de la zona mediterránea, se han detectado cantidades superiores a esa cifra.

El exceso de nitratos se da precisamente en las zonas en las que los acuíferos son más utilizados. En zonas cálidas en las que se puede usar agua subterránea para regar, las cosechas pueden ser muy buenas y tempranas, lo que posibilita muy buenos rendimientos económicos. Por eso se cultiva más intensamente y el campo necesita ser fertilizado con nitratos. Si se usa una cantidad excesiva de éstos, el agua los acaba arrastrando al acuífero y se establece un ciclo que hace que cada vez haya más compuestos de nitrógeno acumulados en las aguas subterráneas.

El otro proceso preocupante es el de entrada de agua salada en los acuíferos cuando estos son sobreexplotados. También este problema es especialmente acuciante en la zona mediterránea, en acuíferos cercanos a la costa. Estos acuíferos limitan con aguas subterráneas salinas, situadas bajo el mar, y cuando se retira demasiada agua dulce de ellos, la interfase se desplaza, penetrando el agua salina en zonas en las que sólo había agua dulce hasta entonces. Cuando pasa esto no sólo se ve amenazado el suministro de agua para las poblaciones y el regadío, sino que también se producen daños en los ecosistemas que dependían de la descarga de aguas de estos acuíferos.

La explotación incorrecta de las aguas subterráneas origina varios problemas. En muchas ocasiones la situación se agrava por el reconocimiento tardío de que se está deteriorando el acuífero, porque como el agua subterránea no se ve, el problema puede tardar en hacerse evidente.

En este sentido, investigadores de la Universidad de Bristol del Reino Unido, han descubierto recientemente, que las prácticas agrícolas desarrolladas durante el siglo pasado y que dieron un gran impulso a la seguridad alimentaria también contribuyeron a aumentar la contaminación por nitratos en aguas superficiales y subterráneas. El equipo investigador, evaluó las mediciones de la calidad del agua realizadas durante los últimos 140 años en la cuenca del Río Támesis, ideal para los objetivos de este estudio, pues sus aguas se han sometido a controles de calidad desde hace años y la región en general ha acogido un desarrollo agrícola innovador desde hace un siglo. Los resultados de su investigación, han sido publicados en la revista Water Resources Research.

La concentración de nitratos en el río Támesis aumentó drásticamente en la década de los años cuarenta y de nuevo en la de los setenta. Durante las décadas de los sesenta y los setenta se produjo una intensificación gradual de la producción agrícola alimentaria y por tanto un aumento de la emisión de nitratos desde los terrenos de labranza. Dicha concentración se ha mantenido elevada a pesar de que se ha reducido la utilización de estos compuestos desde la década de los setenta hasta principios de este siglo.

Los resultados obtenidos muestran que podrían pasar varias décadas hasta que se produzca algún tipo de reducción en el nivel de nitratos en las aguas fluviales y las subterráneas tras la implantación de medidas en las prácticas de gestión del suelo. Es necesario aplicar una estrategia a largo plazo para recuperar la calidad del agua y dar una solución a este problema.

Es muy importante, de todas formas, tener en cuenta que las posibilidades de depuración en el acuífero son limitadas y que el mejor método de protección es, por tanto, la prevención. No contaminar, controlar los focos de contaminación para conocer bien sus efectos y evitar que las sustancias contaminantes lleguen al acuífero son los mejores métodos para poder seguir disfrutando de ellos sin problemas.

Referencias

Howden, N. J. et al., Nitrate pollution in intensively farmed regions: What are the prospects for sustaining high-quality groundwater? Water Resources Research, 47, 2011. DOI: 10.1029/2011WR010843.

Compartir:

Deja un comentario