La sequía que nos viene

El pasado mes de abril puede considerarse como el mes de abril más seco en lo que va de siglo. Las reservas hídricas en España se encuentran un 15% por debajo de la media de los últimos 10 años, siendo especialmente grave la situación en las cuencas del Júcar y el Segura pero también en la cuenca del Duero, donde la cantidad de agua embalsada apenas si llega a la mitad de la existente hace un año. Esta imagen de la situación actual, unida a las previsiones meteorológicas, parece adelantar un nuevo episodio de escasez de agua.

Grupo de Ingeniería Química – UAM

Durante generaciones, la sabiduría popular recogida en forma de refranes ha sido capaz de reproducir de una manera fidedigna el caprichoso comportamiento del clima. No obstante, en los últimos tiempos y motivado por las agresiones del ser humano sobre el medio ambiente, dicho conocimiento va camino de quedar obsoleto.

 Valga como ejemplo el siguiente refrán: “en Abril, aguas mil”

 A tenor de los datos aportados por la Agencia Estatal de Meteorología, el pasado mes de Abril resultó especialmente cálido, aproximadamente 2ºC por encima de la media de ese periodo (período de referencia 1981-2010), siendo el cuarto abril más cálido desde 1965 y el tercero más cálido del siglo XXI, por detrás de los meses de abril de 2011 y 2014. Otro aspecto relevante de dicho informe de AEMET son las escasas precipitaciones que se han recogido, aproximadamente un 40% de media inferiores con respecto al periodo de referencia.

 Los valores medios, ya siendo de por sí preocupantes, ocultan situaciones muy preocupantes. Un ejemplo es el estado de la cuenca del Duero, donde el volumen de agua embalsada (~4000 hm3) es aproximadamente la mitad del que llenaba los embalses el año pasado en estas mismas fechas (~7000 hm3). También ha sido noticia el caudal del río Ebro a su paso por Zaragoza, con una media de 35 m3/s durante el mes de mayo. Este valor es aproximadamente la mitad del registro de mayo de 2011, que suponía hasta la fecha el mínimo histórico.

 Las previsiones para el próximo verano son igualmente preocupantes y de cumplirse, no harán sino acrecentar este problema. Si bien es cierto que la Península Ibérica ha venido sufriendo sequías de manera recurrente cada cierto periodo de tiempo, el cambio climático, sin duda alguna, actúa como motor para incrementar la intensidad y la frecuencia de estos fenómenos que tienen una importantísima repercusión sobre la sociedad en todos los aspectos.

 Ante este problema no está de menos insistir una y otra vez en la adopción, por parte de la sociedad en su conjunto, incluyendo a los gestores de los recursos hídricos pero también a la población, de toda medida dirigida al ahorro del agua, independientemente de la mayor o menor disponibilidad de agua. Se trata de un bien cuyo valor real está muy por encima de su precio.

 Se hace necesario un cambio de mentalidad y una mayor concienciación en lo relativo al consumo de agua en particular, pero extensible a cualquier otro recurso, de manera que se reduzca el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente. De otra manera será necesario reescribir la sabiduría popular.

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