Epidemia de meningitis C en Madrid 1997 (8ª parte): Del 14 de febrero al 1 de octubre de 1997. El papel de los pediatras, las sociedades científicas y los medios durante la crisis.

La crisis que estamos describiendo se desencadena a partir de la desconfianza de la población sobre el mensaje de sus autoridades sanitarias. La única forma que tuvieron éstas de salir del atolladero, y mantenerse en su estrategia de no vacunar esa temporada, fue el facilitar, por una parte, el acceso de la población a la vacuna de forma individualizada (delegando la decisión en los pediatras y médicos clínicos y abriendo nuevos puntos de suministro, hasta su venta en la farmacia) y, por otra parte, consiguiendo el apoyo a sus mensajes (o al menos, la falta de beligerancia) por parte de las sociedades científicas, los partidos de la oposición y los medios de comunicación. Poco antes del verano se anunciaría que en el otoño se iniciaría la campaña de vacunación en la Comunidad de Madrid.

Retomamos pues el relato y análisis de la crisis epidémica por meningitis C de 1997 en Madrid, que iniciamos con los textos: Cuando el Poder se destapa, El Contexto, Algunas cuestiones básicas sobre la epidemiología de la enfermedad meningocócica, Algunas cuestiones básicas sobre la vacuna contra la meningitis C, De 1 de agosto al 27 de noviembre de 1996: Cuando las luces rojas se encienden ,  Del 27 de noviembre de 1996 al 14 de febrero de 1997: ¿Qué debemos hacer? y ¿Qué podemos hacer?  y     Del 14 de febrero al 1 de octubre de 1997: “Entre la espada y la pared o cómo vestir el muñeco”.

 

 

El papel de los pediatras y la delegación de criterios de salud pública para vacunar.

 

“Con carácter general se recomienda a la población consultar con el pediatra o el medico y seguir sus indicaciones” Como habíamos dicho, el criterio para vacunar, con excepción de situaciones particulares excepcionales, estaba basado en un criterio poblacional (la existencia de una situación epidémica) que debía ser definido por las autoridades de Salud Pública. No había justificación para que estuviesen dispensándose esa cantidad de vacunas por la oficina de medicamentos extranjeros. El argumento de la libertad de prescripción del médico clínico en este caso era fácilmente rebatible por los criterios de uso de la vacuna.

 

Sin embargo, el 17 de febrero aparecería un nuevo indicador de contradicción respecto al discurso oficial: la apertura de dos nuevas oficinas de vacunas, sitas  en dos centros del Insalud de Madrid,  para dar respuesta a la demanda creciente de recetas firmadas por médicos, difícilmente justificables por los criterios para recetarlas. La consejera en su discurso de  20 del febrero ante la asamblea de Madrid dijo “tenemos que respetar aunque no compartir la prescripción de vacunas por algunos médicos y pediatras…la libertad de prescripción de los médicos y la de los padres para vacunar a sus hijos…por ello abrimos nuevos centros…”

 

 

 

«El Mundo», 5 de marzo de 1997. «Sistema de cita previa para vacunarse. El INSALUD y la Comunidad han abierto tres centros en los que se puede pedir cita»

 

 

El 5 de marzo se anuncia que se puede conseguir la vacuna en otros tres centros de salud de Madrid en los distritos de Hortaleza y Chamberí, con la ventaja añadida que no solo se proporciona la vacuna, sino que se administra. Según “El País” de ese día “podrán vacunarse todos aquellos niños y jóvenes cuya edad esté comprendida entre los 18 meses y los 18 años, siempre que tengan la preceptiva indicación del médico”. Para evitar aglomeraciones se instaura además un sistema de cita previa. Se inaugura pues una nueva modalidad de acceso a la vacuna (oferta de administración gratuita de la vacuna según criterio individual del médico), por la que optará a partir del otoño de ese año las autoridades sanitarias de Cataluña y Aragón.  “Diario 16” interpreta así esta medida: “Vacunas para todos. 3 nuevos centros de vacunación a indicación del pediatra…”

 

Con la venta en farmacias de la vacuna a partir del 1 de abril, la decisión de vacunar estaría definitivamente en manos de los pediatras y demás médicos clínicos.

 

 

 

El papel de las sociedades científicas y los «expertos independientes”

 

En situaciones de crisis sanitarias, como la que estamos describiendo, en la que la desconfianza hacia el mensaje de las autoridades sanitarias esta presente, las voces supuestamente independientes, como podrían ser las de las sociedades científicas, los “expertos independientes” y los medios de comunicación, adquieren un valor especial. Analicemos algunos aspectos de su comportamiento en la crisis.

 

 

 

El Pais, 19.02.1997: «Algunos expertos creen que la vacuna contra la meningitis C desprotege a largo plazo. Cantabria se suma a Galicia y La Rioja e inmuniza a toda la población en riesgo»

 

A pesar del posicionamiento descrito de muchos pediatras, la Sociedad Española de Pediatría se pronunció en contra de vacunar. «Diario 16» del 23 de febrero 1997 recoge las declaraciones de su presidente, quien  afirma “que aunque las presiones familiares puedan impulsar a un medico a recetar la vacuna, lo probable y lo lógico es que no se haga porque además es una vacuna joven, de 5 a 6 años [sin, embargo, según el consejero de salud de Galicia la vacuna llevaba usándose desde 1969]. Conti.nua diciendo que “no hay un estudio epidemiológico posterior en las zonas donde ha habido vacunaciones masivas”. (Ver apartado “Precedentes de vacunaciones masivas” de la 5ª entrega “De 1 de agosto al 27 de noviembre de 1996: Cuando las luces rojas se encienden”). El giro que darian pocos meses despues las autoridades sanitarias sobre la valoración de la situación y la necesidad de vacunar, pillaria «a contrapie» al presidente de esta sociedad, quien pondría en duda los motivos de este cambio.

 

Durante la crisis destacarían las declaraciones públicas de médicos clínicos que son presentados cómo expertos independientes. En este caso los medios obvian el hecho de que el papel de experto en el campo clínico (sobre el diagnostico y tratamiento individual de pacientes) no tenia porque ir asociado el de experto en análisis epidemiológico o de gestión de crisis en Salud Pública. Así, la consejeria no solo se apoyaria en las declaraciones de médico clínicos cómo los pediatras, sino en la de prestigiosos microbiologos o infectologos, como los jefes de servicio de microbiologia y enfermedades infecciosas de algunos grandes hospitales de Madrid, encuadrados en la recientemente creada Sociedad Madrileña de Microbiología Clínica con el claro respaldo institucional y financiero de la Consejería de Sanidad.

 

Destacan las declaraciones del jefe de servicio del hospital Gregorio Marañón que lealmente apoya “contra viento y marea” a la Consejera de Sanidad, con una presencia muy activa en los medios. Reproducimos dos muestras, en las que no solo hace una recriminación moral a algunos de sus colegas, sino que, tras apoyar rotundamente los argumentos oficiales, y, a pesar de que hace una estimación del número de vidas que se podrían salvar con una campaña de vacunación (¡unas 12 vidas en la Comunidad de Madrid!), opina que  “no se puede vacunar precipitadamente”, basándose en los potenciales riesgos de la vacuna. Por primera vez aparecería públicamente una especie de evaluación económica de la decision de vacunar, en la que el beneficio evidente eran las vidas salvadas,  pero en la que el coste eran… los efectos secundarios potenciales de la vacuna:

 

“Puedo entender esta crisis de pánico en personas que desconocen lo que es la meningitis, pero me parece intolerable entre facultativos. En el momento actual no tiene sentido aplicar esta vacuna de forma masiva (…) también hay que valorar sus riesgos para la salud” (El Pais 15.02.1997)

 

“Unos pocos facultativos, en una lamentable actitud han encabezado el miedo. A veces, de forma poco reflexiva, han utilizado una cierta posición de privilegio para prescribir y obtener dosis salvadora de vacuna para sus familiares y amigos. De haber habido una epidemia, de haber sido escasa la vacuna y de haber sido su utilización universalmente necesaria (todo ello falso), aquellos que pretenden ser miembros honorables de una vieja y honorable profesión deberían ser los últimos en recibirla y los más serenos. (…) Una campaña de vacunación debe de organizarse bien y sin prisas, eligiendo como población que debe recibirla, a aquella en que los beneficios de vacunarse son claramente superiores a los potenciales riesgos. A modo de ejemplo, una campaña de vacunación masiva y universal frente a Neisseria meningitidis  del serogrupo C en una población de un millón de personas con una incidencia de 4/100.000 habitantes podría salvar tres vidas. Frente a esta situación, deberíamos considerar los riesgos que puede tener cualquier acto médico que se repite un millón de veces”. Acaba el articulo “testimoniando su pésame a aquellos que en estos días o en el pasado han perdido un ser querido por enfermedad meningocócica”  (ABC, 9.03.1997)

 

La Federación de Asociaciones de Defensa de la Sanidad Publica (FADSP) declara que la situación no es una  epidemia “que seria la única indicada para la vacunación masiva” (El País 21 de febrero de 1997).  La Sociedad Española de Medicina General en un comunicado (el País 25 de febrero) insiste que la realidad epidémica en España “no coincide con la alarma suscitada” y advierten que la vacuna contra la meningitis C “no esta suficientemente rodada en la población”.  

 

 

 

El Pais, 15 de febrero de 1997. Declaraciones de expertos, de la Sociedad Española de Pediatria y de la FADSP.

 

 

«El Pais», 2 de abril de 1997

 

 

Sin embargo, a pesar de lo que después declararía el presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) (“quiero recordar que entre el pediatra y el político no hay un vacío, estamos los epidemiólogos”),  esta sociedad no saca un comunicado hasta el 13 de marzo (¡un mes después de iniciarse la alarma!), del que se hace eco el ABC del día siguiente: “….no hay nada que indique epidemia (…) la crisis indica que en España falta un liderazgo claro en salud pública”. Aboga por “una mayor coordinación de las CC.AA. para evitar el sálvese quien pueda”…y hacer una critica ante supuestas intervenciones aberrantes (las llama “estridencias”) de Salud Pública (¿en Madrid?): “(…) no investigar cada brote con rigor, no determinar de que tipo de meningitis se trata, vacunar erróneamente a todo un grupo ante un caso de meningitis vírica (lo cual resulta inútil) y olvidarse de la quimioprofilaxis, de la prevención”.

 

La única huella de la SEE en los primeros días de la alerta la encontramos en El País del 16 de febrero, que cita “fuentes de la SEE que se han mostrado sorprendidas por la alarma social creada en torno a las meningitis estos días (…) Una alarma que siempre se intenta acallar recurriendo a la vacunación para curarse en salud. Pero los médicos y políticos deben tener en cuenta que la propia vacuna tiene sus riesgos”

 

Posteriormente, en el boletín interno de la SEE, “SEE Nota” nº 10 de enero-abril 1997[1], la crisis es analizada mas extensamente, pero es reducida fundamentalmente a  un problema de comunicación de riesgos o a que “los clínicos españoles han perdido el referente de la salud publica”. En el mismo número, los epidemiólogos gallegos “sacan pecho” por su actuación en la epidemia, y censuran las declaraciones de autoridades sanitarias en contra de la vacuna disponible. También abogan por «la necesidad de una política informativa muy clara, establecida con anterioridad de que la polémica estalle y previamente comunicada a los profesionales sanitarios, para romper la desconfianza hacia las autoridades sanitarias». Desde Cataluña otra carta insiste en la tasa de 10 por 100.000, opina que la tasa en Madrid “es insignificante” y cierra bautizando la crisis como “la epidemia del miedo”.

 

Las dudas que las autoridades y algunos expertos lanzan sobre la vacuna disponible (con el fin de justificar la no vacunación) pone en mala situación a las comunidades que ya han vacunado. Estas dudas calarian en la población (e, incluso, en algunos profesionales). Algunas personas que habian conseguido dificultosamente la dosis de vacuna tras aguantar largas colas, deciden esperar antes de que sea inyectada a sus hijos,  guardándola en los frigorificos domesticos (e decir, sin garantias de correcta conservación) «por si acaso». Algunos intentarian hacer ver a las autoridades que la promoción de estas dudas tendria su coste en el futuro, en el caso de decidir vacunar posteriormente. 

 

En el caso de otras sociedades científicas, la postura pudo haber sido el silencio. No he sido capaz de encontrar ninguna referencia a declaraciones realizada en estos días por sociedades tan involucradas en el ámbito de la crisis como la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) o su rama en la Comunidad de Madrid: la Asociación Madrileña de Administración Sanitaria (AMAS)

 

Es decir, las sociedades profesionales o científicas, por acción u omisión, refuerzan la postura del gobierno de no vacunar (¿en España? ¿en la Comunidad de Madrid?) y para ello dictaminan que “no hay situación epidémica”, además de lanzar dudas sobre la vacuna. Las débiles críticas a las autoridades se reducen a un supuesto problema de torpeza en la comunicación con la población.

Las críticas de los partidos políticos de la oposición y las explicaciones inicialmente pedidas por el Defensor del Pueblo no llegarían mucho más lejos.

 

(Ver apartadoFactor 6. Tecnocratismo e independencia técnica” en la 2ª entrega “El Contexto”)

 

(Ver apartadoFactor 5. La debilidad de los partidos de la oposición” en la 2ª entrega “El Contexto”)

 

 

 

 

 «ABC», 21.02.1997. «Todos los grupos parlamentarios respaldan la actuación del gobierno ante el brote de meningitis»

 

 

 

«ABC», 27.02.1997: «El Defensor del Pueblo apoya la gestión de Sanidad ante el brote de meningitis»

 

 

El papel de los medios

 

Aunque con diferentes estilos y tonos, todos los medios de comunicación escritos recogieron a partir del 14 de febrero noticias sobre la crisis en lugares destacados: mención en primera plana y un amplio espacio en páginas interiores. «Diario 16» y  «El Mundo» dedicaron un amplio espacio a la noticia, manteniendo, especialmente Diario 16, un tono crítico y de desconfianza con el gobierno. «ABC» y «El  Pais», mantuvieron una cobertura de “mas bajo nivel” de la noticia, dando un apoyo a las autoridades sanitarias, especialmente el primero. En contraste con “Diario 16”, donde es noticia central de portada casi diaria del 14 al 20 de febrero, en “El País” solo aparece modestamente en primera pagina durante dos días (17 y 18 de febrero), siendo además la vacuna bautizada como “la vacuna de la ansiedad” en su editorial del 19 de febrero..

 

 

«Diario 16», 8 de marzo de 1997. «Dos niños de nueve meses falleieron en Madrid y otro de ocho en Asturias mientras las autoridades se niegan a proporcionar datos sobre las muertes».

 

 

Sin embargo, a algunos les llamó la atención que dos semanas después de iniciarse la alarma pública, y aunque el interés por el tema siguiese rabiosamente candente en la población, hubiese una bajada brusca en el nivel de tratamiento de la crisis en la mayoría de los diarios de tirada nacional,… excepto en Diario 16. Este nuevo enfoque de “bajo nivel”, no se correspondía por la entrada de noticias nuevas que “quemasen” a la anterior, ni por una bajada de la preocupación publica pòr el tema.

 

Tal como informó después El Mundo el 25 de abril, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del mes de febrero, situaba a la meningitis como la segunda preocupación de los españoles después del terrorismo y por encima de la situación económica del pais o la huelga de transportes..

 

La noticia desaparece a partir del 1 de marzo de las primeras planas y solo merece algunas columnas interiores, volviendo a reaparecer esporádicamente cuando se realizan las vacunaciones poblacionales parciales en algunos municipios de la Comunidad de Madrid. Un ejemplo es que “El País” del domingo, que generalmente recoge las más destacadas noticias de la semana anterior, no le dedica atención al tema en su número de 3 de marzo.

 

 

 

El Pais del domingo 3 de marzo de 1997, donde no se dedica espacio a la meningitis a pesar de seguir siendo uno de los temas mas candentes de la ultima semana de febrero. ¿Algunos medios acuerdan una «bajada de nivel informativo»?

 

 

¿Tendría algo que ver que por estas fechas la Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS) había celebrado una reunión en Toledo en la que, al parecer, había recibido un llamamiento “a la responsabilidad” por parte del gobierno?

 

(Ver apartadoFactor 4: El papel de los medios de comunicación y el miedo a alarmar”en la 2ª entrega “El Contexto”)

 

Por otra parte, llama la atención la presencia difusa y en segundo plano que tienen las autoridades sanitarias de la CM durante las primeras semanas de la crisis. “El Mundo” (3.03.1997) opina (en una columna titulada “Rosa Posada, un brote de silencio”) que “la consejera de sanidad ha esquivado cualquier pronunciamiento público que no fuera por la via de la comparecencia parlamentaria”. El ministro de sanidad y, en menor medida, el director general de salud publica español (junto con la inestimable ayuda de los “expertos independientes”), parecen haberse hecho cargo de analizar la situación en la Comunidad de Madrid ante los medios y justificar la decisión de no vacunar, estando la consejera de sanidad y su equipo eclipsados o ausentes. A algunos les parecía como si el proceso de descentralización administrativa, inherente a la creación del Estado de las Autónomias, no hubiese tenido lugar y el ministro estuviese al frente de la Consejería de Sanidad de la CM.

 

 

¿Hace falta vacunarse contra la meningitis para viajar a España?

 

El 28 febrero de 1997 la Organización Mundial de la Salud (OMS) saca una nota en su pagina web en la que informa sobre la situación epidemiológica de la meningitis C en España, basándose en  el informe enviado por el ministerio. Cierra con un comentario que valía mucho más que su peso en oro: “La situación descrita en el informe de las autoridades de salud españoles no supone la necesidad de que los viajeros a España se vacunen frente a la meningitis meningocócica” (Reacuérdese que una de las indicaciones de la vacuna era el viajar a países en situación epidémica). Ver el apartadoFactor 2. Maastricht y el contexto político económico” de la 2ª entrega “El Contexto”.

 

 

 Los turistas que tenian planeado su verano en España pueden estar tranquilos.

 

 

Habrá vacunación masiva para el próximo otoño

 

La temporada epidemiológica 1996/1997 (de 1 de octubre de 1996 a 30 de septiembre de 1997) se cerraría en la Comunidad de Madrid con 118 casos confirmados de meningitis C, de los que 20 murieron por esta enfermedad (=17% de letalidad).

 

Poco antes de empezar el verano (el 16 de junio de 1997), las autoridades sanitarias del ministerio de sanidad, aunque no sin prudencia y cierta ambiguedad,  anuncian la posibilidad de que este justificada la vacunación en algunas CC.AA…para despues del verano. Para hacer este anuncio y arroparse tecnicamente, organizan de nuevo una Conferencia Nacional sobre la Enfermedad Meningocócica  en Oviedo (convocada por el Consejo Interterritorial de Salud), con la invitación de nuevo de expertos extranjeros. Los datos epidemiologicos presentados por las CC.AA. y el Instituto Carlos III son estudiados y los argumentos hasta entonces utilizados oficialmente (ejemplo, uso de una tasa umbral para definir epidemia y vacunar), y que habían sido «arropados» en la anterior reunión celebrada en noviembre del año anterior en Santiago de Compostela, son revisados. Diario 16 del día siguiente lo tiene claro y  resume asi las ambiguas conclusiones de la reunión: “Habrá vacunación masiva para el próximo otoño”. Aunque entonces se matiza que la decisión “de cada comunidad autónoma será individual”, la vacunación que inicia en el otoño de 1997  la Comunidad de Madrid (campaña de vacunación de su población entre 18 meses y 19 años), seria seguida por casi todas las CC.AA.

 

¿Por qué este cambio? ¿Evolución de la situación epidemiológica o “metamorfosis” por algún motivo oculto? Lo que para algunos está claro es que el argumentario utilizado tres meses antes para justificar la no vacunación sufrirá una curiosa metamorfosis, que analizaremos en la siguiente y penúltima entrega:

 

·         Del otoño de 1997 al otoño de 2004: Resolviendo la situación.

 

 

Javier Segura del Pozo

Médico Salubrista

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