Reflexiones filosóficas en la era del Big Data

Hace unos días finalicé la lectura del interesante libro de Victoria Camps “Elogio de la duda”, donde se indica que la filosofía favorece la capacidad de dudar, de no dar por definitiva ninguna respuesta y esto no supone una parálisis en la decisión, sino en analizar para actuar de manera más adecuada.

Este libro me ha hecho reflexionar, que en lo que llevamos del siglo XXI estamos depositando en la tecnología digital en ocasiones demasiada confianza. Por ejemplo  el Big data, que en los últimos años “ha calado entre las personas ejecutivas, considerando que los datos deberían estar en el centro de la toma de decisiones”. Considerado como clave de la competencia, y para el crecimiento de la productividad e innovación.

Pero también están apareciendo algunas opiniones críticas ¿Tal vez se estén corriendo el riesgo de tomar decisiones equivocadas basadas precisamente en lo que los datos no dicen? Ejemplo de esto es el famoso caso de Lego, los datos lo que decían era que las niñas no jugaban. Nada más. No explicaban ¿por qué?

Esto puede conducir a que los datos sean interpretados por directivos, empresas, etc. de acuerdo a sus intereses sin que haya una hipótesis previa. Parafraseando al gran matemático Jules-Henri Poincaré que escribió: La ciencia (-que podríamos aplicar a la tecnología en nuestro caso-) está hecha de datos, como una casa de piedras. Pero un cúmulo de datos no es más ciencia-tecnología que un montón de piedras una casa”

Las empresas tomarán mejores decisiones si analizan bien los datos, además hay que tener presente que la revolución del Big data coincide en el tiempo con otra, la de la economía del comportamiento (tal y como demuestra el premio Nobel a Richard Thaler). La investigación de Thaler se ha centrado en la psicología de los diferentes actores económicos ante cambios en el mercado que obligan a modificar su conducta. Thaler ha intentado arrojar algo de luz sobre este proceso de toma de decisiones que es tan complejo y en el que entran en juego muchas variables. En este sentido, la perspectiva conductual incorpora a la economía «un análisis más realista de cómo piensan y actúan las personas cuando están tomando decisiones económicas», lo que ayuda a «diseñar medidas e instituciones que incrementan los beneficios para el conjunto de la sociedad».

Vaya por delante que el Big Data está ayudando en la sanidad, turismo, agricultura… o para la Seguridad Social. O cuál será el perfil de las personas que hagan uso de esos datos y sus riesgos y la ciberseguridad, etc.

 En mi opinión, hoy más que nunca necesitamos reflexionar y meditar sobre los nuevos ídolos tecnologícos que estamos creando en este nuevo siglo.  Por ello los seres humanos necesitamos tiempo de la filosofía, y como afirma la filósofa Victoria Camps  “… la filosofía tiene la virtualidad de dejarnos perplejos, de sembrar el desconcierto allí donde todo parecía claro, de estimular la curiosidad hacia lo desconocido, de dar valor a las expresiones ajenas” , “… me gustaría ser capaz de dar cuenta de la utilidad de la filosofía para aprender a dudar y, en definitiva, para vivir”. Para ello siempre sería recomendable leer a Sócrates, Aristóteles, Montaigne, Descartes, Spinosa, Hume,Nietzsche, Julián Marías,…

Para finalizar, me gustaría haciendo mías algunas ideas de Montaigne, filósofo y humanista francés, que tal vez opinaría: que ante el gran desarrollo tecnológico ya sea de Big Data, o incluso redes sociales aprendamos a dar un paso atrás, distanciémonos y tengamos una actitud reflexiva y prudente de los que es necesario.

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3 comentarios

  1. Hola
    En mi opinion estamos dando demasiada confianza al big data sobre todo para operaciones economicias con sistemas automaticos de compra venta de acciones, y en mi opinion al no haber una supervicion humanda ya que nos basamos demasiado en estadisticas de estos datos puede provocar a corto plazo crisis mundiales.

  2. Gracias Juanma

    Este es el debate, si todo lo dejamos a los datos y si estos representan toda la realidad y el pensamiento.
    Saludos,
    Carmen Vallejo

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