Los Sesgos Geo-Políticos de la Edafología

Abundando sobre el Concepto de Suelo

 

Tras algunas contribuciones que versaban más o menos sobre ciertos temas que intentaban mostrar como se podía distinguir un suelo de un regolito, y este de las rocas subyacentes, así como sobre el escaso interés que la edafología ha despertado en otras ramas del conocimiento, retornamos, una vez más sobre el  concepto de suelo.

 

Como hemos visto, la distinción entresuelo y regolito es materia de consenso entre los edafólogos, por cuanto sus fronteras son difusas y los límites actuales arbitrarios. El dilema sobre si habría que incluir o no el regolito en el concepto de suelo, es casi tan antiguo como la propia edafología. Ya algunos de los pioneros de la escuela rusa, soportaban la idea de que el sistema-suelo-regolito debía ser tratado como una unidad indivisible y por tanto ser clasificada como tal.  Sin embargo tal idea no prosperó. ¿Por qué? Varias son las razones que habría que considerar seriamente, teniendo en cuanta que unas no excluyen otras.

 

 

 

El Sesgo Agronómico

 

Desde su nacimiento, la edafología creció al amparo de la agronomía. Se consideró, acertadamente, que los suelos eran el soporte de la vida terrestre y resultado de la misma. Por tanto, su estudio e inventario,  con vistas a mejorar la producción agraria, silvícola y pastoral eran de suma importancia. Por aquel entonces se pensaba que la vida en el suelo se concentraba en sus centímetros superficiales, por lo que la implicación de los organismos en la construcción del suelo se circunscribía a esta fina capa (o conjunto de horizontes superficiales), mientras que la alteración de las más profundas era geo-química, no bio-geo-química. Del mismo modo. Debido a que no se encontraron razones agronómicas lo suficientemente sólidas como para invertir grandes sumas económicas en la logística necesaria para cavar calicatas de gran profundidad, tácitamente el establishment se dio el tema por zanjado.  También cabe mentar que, por aquel entonces, excavar varios metros o decenas de metros implicaba gran mano de obra y problemas logísticos de envergadura, alguno de los cuales persisten aun en día. 

 

Sin embargo, como hemos visto, desde entonces se han acumulado evidencias científicas que sugieren que tal visión del suelo era bastante ingenua. No obstante, la idea de adecuar la definición, descripción y clasificación del suelo para abarcar el regolito sigue en el limbo de los justos. No obstante, desde hace algunos años comienza a demandarse tal información por varios motivos, tales como una mejor comprensión del ciclo hidrológico, así como porque los problemas de contaminación suelo-agua, transcienden las fronteras del suelo previamente establecidas.

 

La cuestión estriba en que las dos clasificaciones de suelos de mayor calado internacional han sido confeccionadas por la FAO, y la antigua USDA (Servicio de Suelos de los EE.UU.). Sus propias siglas delatan palmariamente los intereses de las instituciones que los promuevan. Ambas son instituciones de naturaleza agronómica.  Pero ni tan siquiera existe consenso entre ambas acerca de la profundidad requerida para clasificar el suelo. Mientras para la FAO basta el metro superficial, la «Soil Taxonomy» recomienda dos. Nótese que la FAO fue propiciada para ser operativa en todo el mundo, y en especial para ayudar a la agronomía de los países en desarrollo. No debe extrañar, por tanto, que se exija menos profundidad, ya que de este modo se requiere menos financiación para cubrir el mismo área, al contrario que ocurriría haciendo uso de la Soil Taxomonmy americana (un país con menos limitaciones económicas, como todos sabemos).

 

 

La nueva demanda de información edafológica: La era ambiental.

 

Sin embargo, los países desarrollados demandan actualmente tanta o más información de suelos con vistas a resolver sus problemas ambientales que los países en vías de desarrollo, para los que cubrir sus necesidades agroalimentarias sigue siendo la principal prioridad.

 

Se nos antoja más difícil explicar, que no comprender, porque la clasificación americana no ha cambiado de perspectiva. Tan solo digamos que, actualmente se requiere información sobre los denominados suelos hídricos, es decir aquellos que se encuentran temporal o permanentemente cubiertos por agua (lagunas someras, humedales, etc.). ¿Por qué no han sido considerados suelos hasta la fecha? Se trata de una cuestión que también ha despertado polémica entre los expertos.  La negativa de los responsables de la taxonomía americana a incluirlos en sus esquemas clasificatorios, ha dado lugar a que otros especialistas hayan propuesto una clasificación independiente de tales suelos para los Estados Unidos.  Por el contrario, la FAO, cuya aceptación requiere consenso entre especialistas de muchos países, si parece haber aceptado el reto. Según nuestras noticias la próxima edición de la WRB (World Referente Base) incluirá tanto a los suelos hídricos como a otros muchos cuerpos naturales y artificiales que con anterioridad no eran considerados suelos (por ejemplo, los denominados, urbisuelos y Tecnosuelos). Ahora bien, el precio a pagar por la FAO ha sido una definición de suelos que se me antoja «nauseabunda» desde una perspectiva científica. Y no tenía porqué haber sido así.  Del mismo modo, diversas clasificaciones nacionales de suelos (lamentablemente España no tiene ninguna),   incluyeron previamente los suelos hídricos y los urbisuelos y Tecnosuelos como objetos a clasificar. Resulta curioso que la propuesta de Kubiena, realizada desde España (CSIC) para la clasificación de los suelos de Europa, ya considerara los suelos hídricos. Se adelantó a su tiempo, y el establishment, siempre tan reaccionario, nunca la consideró.   

 

 

El sesgo-geopolítico

 

Casi todos los países desarrollados pertenecen al hemisferio norte, y en especial se concentran en sus zonas templadas. Las glaciaciones suelen expoliar (erosionar) los suelos cuyos glaciares sepultan. Cuando estos últimos retroceden la roca desnuda aflora a la superficie. Por esta razón los suelos de los países desarrollados suelen ser más jóvenes y someros que los de una buena parte de los denominados eufemísticamente en vías de desarrollo. Obviamente existen excepciones, y una de ellas e Australia. El continente australiano es un craton (como también ocurre en otros muchos países del hemisferio sur) antiguo, muy estable orogenéticamente, y que no padeció el avance de los hielos glaciares. En consecuencia sus suelos son muy antiguos y profundos.  Diversos investigadores australianos (una de las escuelas edafológicas más importantes del mundo) discrepan con los arquitectos de la FAO-WRB y la USDA-Soil Taxonomy en lo que respecta a la profundidad del suelo a estudiar. Acusan a los países del hemisferio norte de cortedad de vista. Según ellos, si la edafología hubiera nacido en Australia, se clasificaría el sistema suelo-regolito (que más o menos corresponde al biomanto) en su totalidad. Todo parece apuntar a que la ciencia sufre sesgos geopolíticos serios y que los países desarrollados imponen sus criterios científicos a la mayor parte del tercer mundo. Lamentable una vez más ¿No? ¿Pero porqué si la sociedad actualmente demanda este tipo de estudios, la comunidad internacional de expertos no reacciona y cubre las expectativas que se espera de ellos? La lógica de la ciencia, no corresponde a la lógica de cómo trabaja y se relaciona con la sociedad la comunidad científica.

 

Juanjo Ibáñez

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