Para añadir mas leña al fuego deseo incorporar una definición «nueva» al suelo. Yo diría que es el más grande y eficaz «sistema de reciclado» que existe en la Tierra y su sistema de funcionamiento es un espejo de multitud de procesos, ejemplo de estrategias que debiéramos de usar, adaptadas a los factores de formación de suelo. Estas estrategias en general o son desconocidas o las ignoramos, porque priman otros intereses, por cierto muy variados. Aceptemos algunas de ellas.  Así como (…)

Así, como todo sistema, el suelo precisa energía y quizás resolvemos la situación pensando en los flujos energéticos que provienen de la atmósfera (espectros visible e infrarrojo) son suficientes. No sabemos muy bien qué hacer con las UV de esos agujeros de ozono…


Sin embargo parece que lo es para el Sr. Toribio Ferrer, porque su objetivo no es el suelo, sino la productividad del mismo, transformando su actividad en una forma de «explotación pura y dura» de una capacidad del suelo, al no aportarle energía, o considerarle como un soporte inerte.

 

Para evitar el estado actual de degradación de los suelos, muchas personas exponen que el suelo precisa de materia orgánica (introduciendo el concepto de aporte de energía química de enlace).

 

Pero esta forma de energía química debe de ser disponible para los actores y sistemas presentes. Es decir «Edafocompatible» con el sistema edáfico particular que lo recibe. Y ¿cómo conciliamos hechos como necesidad de nutrir a los seres que viven en el seno del suelo (precisan moléculas sencillas como se adivina leyendo los medios de cultivo de compran los microbiólogos), si previamente nos dedicamos a extraer la energía en plantas de biogás? Y no vamos a hablar de la calidad de los aportes orgánicos, si para evaluarlos todavía establecemos parámetros inorgánicos legales de la época de von Liebig o Luis de Justo. El Sr Ferrer solo piensa en lo que se produce sobre el suelo, sin percibir que a su costa la planta se encarga de transferir parte de la energía del fotosintato (más del 40%) al suelo en forma de rizo-depósito.


Aun así, la biología del suelo resiste, pero la resiliencia del sistema (capacidad de recuperarse) desciende…

 

Las estrategias de trabajo (bioquímico) de estos recicladores para demoler los aportes orgánicos son verdaderamente ingeniosas (o adaptadas). En vez de moverse en los cánones celulares del metabolismo (todo ocurre en el interior de cada célula) la mayor parte de los procesos de demolición de moléculas ocurre en la «solución del suelo». Por eso Antonio López Lafuente puede hablar de complejos órgano-minerales, como consecuencia de que las moléculas orgánicas (pequeñas) presentes en la solución reaccionan, según los cánones de la Química, con componentes metálicos o minerales en solución/suspensión. En el suelo los enzimas degradativos están en muchos casos en forma «libre» y en otros, asociados a superficies minerales, orgánicas o membranosas (estas últimas, muy extendidas en los hongos, tienen especial interés en la captura de la energía de enlace y electrónica de moléculas poliméricas de alta resistencia a la degradación). De esta forma, también en este sistema (suelo) podemos distinguir entre la degradación de estructuras y macromoléculas y la nutrición de los impulsores de proceso (Aquí es donde entran los estudiosos del comportamiento de las comunidades edáficas).

 

Claro, no hay que pensar que todo acaba aquí. En el suelo las comunidades se relacionan y autorregulan el número de población, generándose los conocidos procesos de sucesión. Pero para ello, unos se comen a otros según los cánones al uso: lucha por la energía, el espacio ocupado o la disponibilidad de los recursos nutricionales. Aquí entran esos nemátodos de Antonio Bello o nuestros ácaros oribátidos de Julio Arroyo. Claro, hasta aquí todo es degradar y comer. El suelo parece un humano cualquiera… Y entonces, ¿donde queda lo de enterrar al carbono?. Pues hablando de reciclado, esto es un balance de tres componentes: La materia orgánica no degradable (más de 100 años de espera) corresponde con el C enterrado.

 

 Los nutrientes orgánicos captados se a) mineralizan y el CO2 se respira o b) se trasforman en bio/necromasa y c) sus subproductos catabólicos vuelven otra vez al medio.  Los compuestos orgánicos no asimilables (en muchos casos como los monofenoles, son tóxicos) reaccionan de muchas maneras -la Química al poder- (las más frecuente es polimerizarse) formando toda una gama de compuestos, complejos y estructuras (ya que entre las posibilidades de reacción está el unirse al mundo de la iones metálicos, minerales meta-estables de cadena corta y arcillas alumínico-silicatadas… Y ya tenemos los agregados del suelo (que no las estructuras… pero esto para otro día).


Y todo esto sin hablar casi nada del la naturaleza química de los aportes, ni de los mecanismos de regulación enzimática de los enzimas y de las formas orgánicas de los nutrientes del suelo o de la importancia de los procesos de mineralización/humificación

Solo pretendía era justificar mi definición, lo prometo.

 

 

Salvador González Carcedo

Universidad de Burgos

 

Nota del Administrador: Me he pasado meses convenciendo a mis amigos para que colaboren en la weblog y ahora me sale Salvador, muy amigo de algunos de ellos,  dándoles una lección ¿Qué os enteráis “descastaos”.

Nota de Antonio, Carmen y JP: (silbidos al aire)

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