Hace unas semanas (24/05/06), la revista Expansión publicó un pequeño artículo de divulgación titulado: “El gran almacén de la tierra y el mar”. En el se hablaba de la bioprospección. No albergo duda que el estudio de los suelos y el regolito ofrecen grandes oportunidades en este tipo de estudios, aunque no han sido tan explotados como los oceánicos. Pero, ¿Qué es la bioprospección?

Haremos un extracto del artículo publicado en la revista Expansión sobre el concepto de bioprospección, a veces ligado al de biopiratería, aunque jamás deben utilizarse como sinónimos. Otra definición y más información sobre sus repercusiones puede encontrase aquí. Sigamos con lo mentado en Expansión, ya que nos parece más que suficiente como introducción al tema.

 

Las fuentes naturales de materia prima se han convertido en un objetivo prioritario de la industria farmacéutica para el desarrollo de nuevos fármacos.  (…) Los sectores agroalimentario y medioambiental también ‘exploran’ la naturaleza en busca de fórmulas mágicas. (…) El cáncer, el sida y las enfermedades degenerativas o infecciosas son algunos ejemplos de dolencias cuyo tratamiento está siendo investigado por la industria basándose en sustancias de origen biológico obtenidas mediante las bioprospecciones. (…)  Conseguir moléculas con nuevas propiedades terapéuticas es la obsesión de todas las compañías farmacéuticas. Tradicionalmente, esta búsqueda se ha apoyado en los procesos de síntesis química, pero el agotamiento de esta fórmula tradicional ha conducido a muchas empresas a centrar sus esfuerzos en fuentes alternativas y naturales de materia prima conseguidas a través de las bioprospecciones.

 

Esta actividad consiste en la búsqueda de organismos y microorganismos para el desarrollo de productos naturales, que pueden utilizarse en el diseño de fármacos más innovadores y eficaces (…) Los compuestos obtenidos directamente de una fuente natural disponen de un abanico de acción muy amplio. El ácido acetilsalicílico (aspirina) se consigue, por ejemplo, a partir de la corteza del sauce blanco (Salix Alba). El origen de los compuestos puede ser tanto terrestre como marino, aunque, desde hace más de una década, el mar es un objetivo clave en la bioprospección. (…) Un cuarenta por ciento de los fármacos procede actualmente de fuentes naturales, lo que supone unas ventas mundiales de unos cuarenta mil millones de euros al año.


Pese a todo, la bioprospección no se limita al sector farmacéutico.
Mercados como el agroalimentario y el medioambiental, que suponen el 30% de la actividad biotecnológica en España, también se han lanzado a explotar esta actividad. El sector de la biorremediación ambiental, por ejemplo, se basa en la utilización de organismos como plantas, enzimas y bacterias para degradar residuos y agentes contaminantes, como el petróleo. Por su parte, la utilización de algas marinas como fertilizantes y en compuestos alimenticios es una práctica habitual en la agricultura y en el mercado alimentario.

Por su parte, sectores como el cosmético y el nutricional centran sus actividades de I+D en productos naturales. (…) John Tuxill, botánico e investigador del World Watch Institute, estima que más de cuarenta mil especies de plantas, animales, hongos y microorganismos se explotan para beneficio de la humanidad. Se trata de recursos naturales que han de ser conservados, por lo que su uso y explotación están regulados con el objetivo de evitar un impacto negativo sobre la biodiversidad.


El
Convenio sobre Diversidad Biológica desarrollado por Naciones Unidas (ONU) pretende la conservación y el uso sostenible de estas materias primas, además del reparto equitativo de los beneficios derivados del patrimonio genético de cada nación. Por ello, las bioprospecciones se desarrollan en un marco de acuerdos internacionales de protección de los recursos, que eviten casos de biopiratería.


En España, existen diversas compañías que tienen una importante actividad en este campo. Una de las más destacadas es PharmaMar, que se dedica al desarrollo de fármacos contra el cáncer y que busca sus principios activos en organismos marinos. Esta compañía es filial del grupo químico y farmacéutico Zeltia, y es la tercera mayor empresa europea dedicada a oncología. Las actividades de bioprospección se han convertido también en una actividad importante en universidades y centros públicos de investigación, como el CSIC.

El impulso de empresas especializadas, con experiencia en proyectos de bioprospección, es un punto clave para el desarrollo de la biotecnología. En la actualidad, esta actividad está representada en España por una empresa privada, CPD Consulting & Professional Diving. Esta compañía centra su negocio en los servicios de apoyo a la investigación y divulgación científica, y en la asesoría y ejecución de proyectos demandados por empresas privadas e investigadores. (…) Aunque su especialidad es el medio marino, los servicios de la compañía también se dirigen al ambiente terrestre. La empresa se encarga de los trámites legales, la obtención y el procesado de muestras de calidad en las expediciones científicas a zonas de gran biodiversidad (…) La empresa ha firmado varios convenios y colaboraciones con instituciones y centros de investigación. El Museo de Ciencias Naturales del CSIC cuenta con sus servicios para colecciones faunísticas y expediciones científicas. Otros socios de CPD son el Centro de Investigaciones Biológicas (CIB), el Instituto Canario de Ciencias Marinas (ICCM) y diversas consultoras ambientales.


Autor:   Gonzaga Ruíz de Gauna


Bien hasta aquí la “imagen buena”, dada por sus promotores, de la bioprospección. Es obvio que los suelos y los regolitos, son buenos candidatos con vistas a encontrar tales microorganismos de interés económico. A menudo se estudia un recurso o ambiente por tradición científica, más que por verdaderas razones de índole científica. Creemos que este es el caso.

 

Ahora bien, la cuestión no es la bioprospección en si misma, sino como se obtienen los productos y como se usan en proyectos de bioremediación, por citar tan solo un ejemplo, muy a menudo, los biólogos moleculares venden sus descubrimientos como verdaderas panaceas medioambientales, cuando en realidad no tienen ni “pajolera idea de cómo funciona la naturaleza”. De este modo, el remedio pudiera ser peor que la enfermedad. La prensa sigue haciéndose eco de estas noticias acríticamente, consultando con el vendedor, pero no con quien pueda juzgar las bondades y debilidades del producto ofertado de una manera neutral. Esta praxis resulta más que peligrosa y fundamentalmente desinformativa. Ya abundaremos sobre el tema. Sin embargo, cabe mentar que quien se atreve a denunciar estos hechos puede ser duramente recriminado por las autoridades de su institución y, a veces, cosas peores. Parece ser que la libertad de expresión de los investigadores va siendo poco a poco minada por los intereses institucionales. Todo muy lamentable en un Estado de Derecho: ¿Derecho a que?

 

Juan José Ibáñez

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9 comentarios

  1. El tema que propones en el post es crucial.

    Ahora, no veo la conexión entre el contenido del post y el llanto margo por la represión institucional que planteas al final.

    Aquí la mercantilización de la ciencia si tiene alguna característica es la de ser una auténtica chapuza, la haga el CSIC o la haga la universidad, incluidas las escandalosas empresas paralelas que tienen algunos catedráticos, fundamentalmente de las politécnicas, desde mucho antes de la historia de los spin-off.

    El mercadeo con la ciencia y la utilización del conocimiento científico para soportar simples operaciones de lucro económico, con o sin certezas científicas sobre los resultados del producto ofrecido, es uno de los grandes retos a los que se enfrenta nuestra sociedad.

    Y es uno de los motivos fundamentales por los que los científicos deben salir de sus madrigueras y responder ante la sociedad que les ha financiado sus carreras académicas y que paga sus nóminas todos los meses.

    Demostrar en la práctica, y no en la cafetería de la facultad, su compromiso social y su calidad moral.

    Pero, no nos engañemos, los que mal mercadean en España con la ciencia, con mayor o menor ética, son los investigadores.Que más quisiéramos que tener instituciones de verdad.

    Esto se puede decir en España, alto y claro, y se dice todos los días, en el CSIC y en las universidades. Y se dice por gente bien intencionada y por vagos inmovilistas de toda opción política.

    El problema es que, si la comercialización de la investigación es una enorme chapuza, en manos de la voluntad de los investigadores y de cuatro oficinistas perezosos, que decir de como está y de a quien le importa la ética de la ciencia.

    No mezclemos problemas, que bastante difícil es ya todo.

  2. La conexión "Luis A" es que cada vez el investigador tiene más censura institucional, a la par que muchos se autocensuran demasiaso. Y eso con independencia de los que trabajan para multinacionales que ya sabemos que (…)

    La cuestón básica es a quien debe el investigador que trabaja para la administración rendir realmente cuentas:

    a) ¿A la Institución?

    B) ¿Al Ciudadano?.

    Yo creo que con los controles adecuados (si no se cae en la demagogia) al ciudadano (o lo que es lo mismo a la sociedad) que es quien "realmente le paga"

    No se trata solamente del CSIC Luis. Se trata de otros muchos OIPIS y más aun los de las CC.AA.

    Juanjo Ibáñez

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