Como ya os comenté en la nota anterior sobre el tema de los incendios forestales,  se trata de un tema que sirve para cubrir la falta de noticias veraniegas. Es así, al menos desde que este administrador comenzó su actividad científica a finales de los años 70. Todos los veranos el mismo alarmismo y las mismas cantinelas. Sin embargo, algo ha ido cambiando (no, no hablo del cambio climático: ¿vale?). Antaño, la prensa informaba mejor sobre el tema, por cuando gran parte de las noticias se ceñían al ataque de movimientos ecologistas y algunos científicos al gobierno (Principalmente a los responsables del antiguo ICONA). Sin embargo, en los últimos años cada suceso, medioambiental o no, sirve de excusa para que un partido político ataque a otro. Lo mismo estoy leyendo, escuchando y visionando estos últimos días. El frentismo político está alcanzando cotas demenciales, y todos entran al trapo. Como corolario, las razones que antiguamente se exponían en las discusiones comentadas por la Prensa, sobre la quema de nuestros bosques, son reemplazadas por acusaciones y defensas entre los miembros de una clase política que confunde gobernar con acusar, difamar, responsabilizar, e incluso insultar si llega el caso. Dicho de otro modo, los políticos y sus decisiones parecen ser los principales responsables de la actual hola de incendios. Si eso fuera así, deberíamos llevarlos todos a esas hogueras naturales para que ardieran allí y espiaran sus delitos. Pero no lo es, aunque politizar la problemática de estos desastres ambientales (si bien, en la mayoría de los casos, no deberíamos calificarlos así como tales) si debería ser delictivo, al menos desde un punto de vista ético. Confundimos de nuevo al ciudadano. Le hacemos pensar que nuestros problemas ambientales son causados por deficientes decisiones políticas. Son importantes, pero no tanto. Ahora bien, con tal de monopolizar portadas y noticias, parecería que son capaces de pagar a los pirómanos. Demos pues las primeras claves del problema.

Prácticamente escasean las noticias rigurosas, aunque adolecemos de una falta de memoria histórica que no deja de asombrarme, por cuanto comienzan a olvidarse los aspectos más básicos del tema, como por ejemplo los que citaré hoy:

 

Los incendios gallegos son el pan nuestro de cada día en verano. Es cierto. Ahora bien, allí son causados por pirómanos cuyas razones se me antojan un tanto obscuras. Antaño, los conflictos por el uso de la tierra eran la razón principal. Quemar montes significaba generar pasturas y matorrales en los que podía pacer el ganado. No voy a narrar aquí las raíces históricas del problema, ya que escapan a los intereses de esta bitácora. Diré básicamente que los aldeanos gallegos, con muy escasos recursos, consideraban que los montes públicos eras tierras comunales que necesitaban para su subsistencia, por la cual que el Estado reforestara e impidiera el paso de sus rebaños era una seria agresión contra sus intereses. Actualmente, no se si esta razón ha sido reemplazada por otras más especulativas. Ahora bien, la naturaleza intencionada de tales fuegos es incuestionable. El ambiente climático y la combustibilidad de la vegetación no son tan proclives como ocurre en la cuenca mediterránea.

 

Surgen así ya, en principio dos problemáticas distintas, aunque podríamos añadir otras también. Básicamente podemos desgajar la quema de los bosques gallegos de los del resto del Estado. Dividiré este último en dos ambientes que tienen también idiosincrasias diferentes, al menos en ciertos sentidos.

 

En la vertiente mediterránea (Cataluña, Baleares, Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía), la vegetación natural es mayoritariamente pirofítica, que significa literalmente: “amante del fuego”. Del mismo modo, el clima es mucho más árido. En consecuencia el riesgo a los incendios no intencionados es mucho más alto que en Galicia. Ya hablaremos de este tema en otra nota.

 

Podríamos segregar el interior de la Península, en donde la causa principal ha sido una política de repoblación forestal en base a pinos, eucaliptos y otras especies pirófíticas  (por lo general de crecimiento más rápido) que no corresponden en la mayor parte de los casos a la vegetación potencial natural del territorio. Al repoblar los montes con ellas estamos sembrando el combustible, por lo que tan solo nos falta la mecha. Un turista imprudente, los rayos de una tormenta seca, etc. desencadenan rápidamente un incendio.

 

Suele mentarse a la sequía como principal responsable de los incendios, pero no es así. Los veranos de los ambientes mediterráneos son secos por definición y por ello la vegetación (mayoritariamente esclerófila) está adaptada al estrés hídrico. Muchas de las especies esclerófilas son pirofíticas, al contrario de lo que ocurre en los climas templado-marítimos de Galicia. Del mismo modo, la acción secular del hombre con una cultura basada en el fuego, ha generado el asentamiento y estabilidad de unas comunidades naturales cuya supervivencia requiere que se quemen periódicamente. Esto es especialmente cierto en la vertiente mediterránea (Levante).

 

Finalmente cabe mentar que la mayor acumulación de biomasa no se produce en los periodos de sequía, sino en los húmedos. Empero si un verano dentro de este último ciclo es muy seco y ventoso, o hablamos del inicio de la sequía tras un periodo más benigno climáticamente, mentamos las condiciones de combustible idóneas con vistas a que se prendan fuegos de gran intensidad.

 

Mientras los focos nos hablan de la frecuencia de incendios, intencionados o no, es son los vientos los principales responsables de que se vuelvan incontrolados. En días o situaciones de calma, el riesgo es mucho menor que cuando sopla el viento. Su control suele ser sencillo. En Galicia la baja humedad ambiental ayuda, empero en levante es la norma, por lo que no cabe hablar de ella.

 

La especulación urbanística ha sido, por otro lado, un factor a tener en cuenta, como también los intereses de las empresas papeleras. La legislación va cambiando y si se cumple, ambos factores deben reducir su tasa de incidencia.

 

Pero no hay que alarmarse en exceso, el abandono de tierras de labranza en España ha generado que hoy atesoremos más vegetación natural que hace tan solo unas décadas. No se dejan alarmar por los amantes de los “catastrofos”. No nos vamos a quedar sin árboles. Oigo lo mismo desde que era un niño de “teta”.

 

Los periodistas tienen que vender y los políticos aprovechar cualquier ocasión de salir a la palestra. Aquí si se juntan el hambre con las ganas de comer.

 

Seguiremos con el tema sin mentar a un solo político, ya que comienzo a tener empacho de ver sus caretos todos los días y a todas las horas.

     

 

Juan José Ibáñez

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5 comentarios

  1. Leer los blogs de esta sección es más interesante que el 90 % del contenido (salvo el deporte) de los periódicos convencionales. Sobre todo ahora, en verano.

    Gracias

  2. Leer los blogs de esta sección es más interesante que el 90 % del contenido (salvo el deporte) de los periódicos convencionales. Sobre todo ahora, en verano.

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