Como ya hemos venido reiterando, los edafometras, desean abolir a la edafología convencional e imponer sus criterios a toda costa. Como en parte se me considera un edafólogo matemático que pretende ayudar a dar un mayor rigor formal a lo que ellos consideran obsoleto y no he tenido “pelos en la lengua”, mantenemos una batalla sin tregua (David contra Goliat). Sin embargo hoy, en lugar de denunciar sus artimañas de escuelainvisible” (aunque todos sabemos quienes son perfectamente), por no decir algo más fuerte, os mostraré un ejemplo gráfico, pero contundente de uno de sus innumerables errores conceptuales (por no decir sandeces). Veamos lo que ocurre cuando se enfrentan, en un caso concreto, los conceptos de edafodiversidad taxonómica y de variabilidad espacial de las propiedades del suelo. No hay mejor manera de cazar al enemigo que escoger uno de sus ejemplos preferidos, para darle la vuelta a sus argumentos y mostrar su falacia subyacente. Este es el primero post. Habrá más de la misma guisa y estilo. Veremos lo fácil que es acorralar al acosador con sus propios argumentos.  Digamos, finalmente, que este post completa otros dos previos, como lo son este y este.

 

 

 

Puntos de muestreo para elaborar un mapa geoestadístico

de unidades de suelo con una respuesta hidrológica homogénea

 

La verdad es que me saca de quicio que me llamen clásico unos papanatas que, de conseguir su propósito, no son ni tan siquiera conscientes que significaría el fin injustificado de una disciplina que tanto ha ayudado a la agricultura y que aun tienen mucho que aportar a las ciencias ambientales en la actualidad. Los dos post que colgamos sobre la iniciativa denominada Zona Crítica Terrestre son un ejemplo de cambio de paradigma constructivo, no destructivo, como lo es la oferta de los edafometras. Cuando piensas que intentas ser novedoso, que te llamen “carca” no se lo perdono. Pero vayamos al grano:

 

 Un miembro de la susodicha Comisión de Pedometrics, escribió un capítulo de libro, hace años, cuya referencia es la siguiente.

 

Kachanoski, I. R. G. 1988. Processes in soils from pedon to landscape. En T. Rosswall, R. G. Woodmansee y P. G. Risser (eds.). Scales and Global Change, (pp. 153-177). Scope, nº 35, Lilley, 355 pp.

 

Hará aproximadamente un año le solicité permiso para reproducir un gráfico de esta contribución científica que, dicho sea de paso, era bastante interesante y jugosa. Como son así de amables, simplemente no contestó. Empero los que me conocen saben que soy muy obstinado y finalmente encontré todo el libro entero en acceso abierto vía internet (podéis buscarlo por este título). Lo había editado la UNEP, organismo perteneciente a las naciones unidas, por lo que no debo rendir cuantas a nadie. ¡Lo siento amigo! Cabe señalar que, por aquél entonces, no había comenzado su contumaz batalla contra la edafología que ellos llaman clásica, es decir, tal como hoy la conocemos.

 

Variabilidad espacial de las propiedades del suelo: La mayor parte del lobby edafometra procede del campo de la geoestadística. La principal función de esta disciplina consiste en determinar la variabilidad espacial de “las propiedades del suelo”. Con tal motivo, utilizan sus herramientas matemáticas extrayendo mapas muy precisos de las variables analizadas. Una buena aportación a la edafología, no lo pongo en duda. No entraremos a hablar más del tema. Tiene aplicaciones prácticas muy concretas, pero ningún corpus doctrinal tras ella, que no sean los propios modelos matemáticos. El problema emerge justamente de sus aparentes virtudes: sirve para analizar una o dos variables aisladas, y habría que repetirlo para cada una de ellas y a distintas profundidades del perfil. Total que al final te empantanas en una plétora de mapas inmenso. Si se requieren para algo en concreto, como lo es la agricultura de precisión, su uso se encuentra justificado. Lo que han detectado recurrentemente los geoestadísticos es que la variabilidad de muchas de estas propiedades es enorme, incluso a distancias muy exiguas (hasta de centímetros).

 

 

 

Web: Sabine Grunwald

 

Este último hecho les indujo a pensar que, si existía tan enorme variabilidad, incluso a escalas muy detalladas, los mapas tradicionales de suelos basadas en taxonomías universales, que suelen confeccionarse para escalas más groseras, no eran de ninguna utilidad. En consecuencia se lanzaron a la búsqueda del Santo Grial: sustituir los mapas convencionales por los geoestadísticos. Y es justamente aquí, al mezclar “churras con merinas”, en donde comenzaron a desvariar.

 

El Problema de las Escalas o la jerarquía edafológica: Mientras las propiedades individuales de los suelos constituyen un nivel de la jerarquía edafológica, los tipos o edafotaxa se encuentran en un escalón superior de la misma. Un tipo de suelo integra, bajo una misma denominación, una plétora de propiedades y variables distintas. Ya hablaremos de este tema en otra ocasión. Si partimos de que los edafotaxa son entidades a extinguir, mutatis mutandis, “deconstruimos” la edafología, en lugar de reemplazar un paradigma por otro. Otra cuestión bien distinta consiste en que se generen clasificaciones de suelos bajo otros prismas, como bien podría suceder en el futuro. 

 

Edafodiversidad Taxonómica: La edafodiversidad taxonómica es una herramienta concebida con vistas a tratar matemáticamente la variedad de edafotaxa a nivel territorial, tema bien distinto del de predecir la variabilidad espacial de propiedades singulares del medio edáfico, que concierne a la geoestadística.

 

Un  ejemplo esclarecedor: En la figura de Kachanoski mostrada abajo, encontramos la respuesta a la empanada mental que arrastran los edafometras. Como podéis observar, se trata de tres transectos anidados (1000, 100 y 10 metros), que dan cuenta de la variabilidad espacial de los espesores de los horizontes de los suelos en un determinado espacio geográfico. Es evidente, la enorme variabilidad espacial de tal dato. De hecho uno diría que existen rasgos que se asemejan a un patrón fractal.

 

 

 

Los edafometras suelen muestrear a profundidades prefijadas, al contrario que los edafólogos que trabajamos con unidades tipológicas (edafotaxa) y lo hacemos por horizontes del suelo. Resulta obvio que, al proceder de tal forma (algo así como trazar varias linear rectas transversalmente a la gráfica), el análisis de la variabilidad espacial de la profundidad de los horizontes es enorme, pudiendo darse incluso el caso de que no encontráramos autocorrelación espacial alguna (el denominado “efecto nugget” en geoestadística). Y de ahí llegan a la conclusión de que un mapa tradicional, al no dar cuenta de tal variabilidad, fracasa en su propósito predictivo. Empero a conclusiones bien distintas hubieran llegado de muestrear por horizontes. Su estrategia sería algo así como escoger una muestra de la población mundial, y medir algunas propiedades del cuerpo humano a intervalos regulares, comenzando desde la superficie de su cabeza. Debido a la variabilidad de las estaturas de un ser humano (….) os podéis imaginar los resultados. Como el cuello de un individuo puede coincidir con los glúteos de otro mucho más alto (…)

 

Reiteramos pues, que los edafólogos muestreamos cada horizonte y no a profundidades previamente fijadas, lo cual diluye en gran medida la variabilidad espacial detectada por los edafometras. Si os fijáis atentamente, los tres transectos anidados atesoran una secuencia de horizontes genéticos idéntica [A ? B1? B2?C]. Por tanto, un genetista de suelos nos diría que el determinismo, en este caso concreto, es absoluto. Dicho de otro modo, en donde el edafometra ve caos, el genetista observa orden ¿Vamos entendiendo el cacao mental” del lobby que enviste a los “denominados” por ellos “clásicos”?

 

Resumiendo estamos tratando objetos de estudio distintos (propiedades versus perfiles de suelos). La Teoría de los sistemas jerárquicos nos informa que cada nivel de una jerarquía y holarquía atesora leyes distintas. Las regularidades o caos encontradas a nivel de propiedades edáficas no tienen porqué ser las mismas que las encontradas a nivel de edafotaxa. Empero los edafometras parece que ignoran ciertas cuestiones sistémicas básicas, como también otras de índole epistemológica. ¡Pues nada chicos a estudiar que falta os hace. ¿Queda claro como los ataques de estos sesudos (in)expertos se encuentras plenamente injustificados?

 

La cohabitación entre ambas aproximaciones resulta ser, no solo posible, sino muy recomendable. El que los defensores de una de ellas ataquen inmisericordemente a los otros los otros, no pasa de ser una actitud majadera y carente de cualquier fundamento, se mire por donde se mire.     

 

En el próximo post sobre este tema escogeremos otro ejemplo de su propia cosecha, le daremos la vuelta y nos toparemos de nuevo con otra majadería de estos “elementos”. Hablaremos de taxonomías numéricas versus taxonomías tradicionales, con los mismos protagonistas en acción. Otra gráfica resultará suficiente, para desbaratar las pretensiones de aquellos que solo conciben la ciencia jugando con los numeritos y soslayando la complejidad de los objetos de la naturaleza. 

 

Ciao y……. Continuará

 

Juan José Ibáñez

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Un comentario

  1. Medular, como todas tus contribuciones. Imposible de comentar tras una sola leída, pero estás abriendo un horizonte inmenso e inexplorado.

    Mientras nieva por primera vez en Buenos Aires, un agradecido saludo!

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