El Realismo De Bruno Latour y la Actitud Sectaria de los Científicos

Bruno Latour comienza su libro «La Esperanza de Pandora« ofreciéndonos su versión de que es la «realidad». A priori, no es un tema de interés para el curso básico que impartimos sobre filosofía y sociología de la ciencia. Sin embargo, también resulta insoslayable tener que hablar de tal cuestión, como ocurrió en otros post previos. Como veremos, su perspectiva no difiere excesivamente de la que mostraron Sattler y otros con su “realismo promiscuo”. El debate sobre que es la realidad también fue tratado en nuestro post sobre realismo y nominalismo. El problema estriba en que las mentes que no sobrellevan nada bien vivir en la incertidumbre, siempre terminan por reducir la cuestión al “blanco o negro”, es decir: o crees en la realidad o no crees en ella. Sin embargo, como demostró Lévy-Leblond tal actitud nos lleva siempre al absurdo, al menos en el discurso científico. A partir de ahí, Latour despliega en el primer capítulo de la mencionada obra una declaración de intenciones que iremos desgranando en sucesivos post. 

 

 

El libro se abre con una conversación que, en teoría, mantuvo con un famoso psicólogo. Expondremos entrecortados los contenidos de algunos párrafos de este intercambio de opiniones (aunque más parece una entrevista):

 

          ?(..)  «¿Cree usted en la realidad?»

          «¡Por supuesto!»,  (..) ¿Acaso es la realidad algo en lo que debamos creer?».

          «Tengo otras dos preguntas más», «¿Sabemos más de lo que sabíamos antes?»

          ««¡Pues claro! ¡Mil veces más!»

          «¿Quiere eso decir que la ciencia es acumulativa?»,

          «Supongo que sí -contesté- aunque soy menos categórico en este punto, ya que las ciencias también olvidan muchas cosas, buena parte de su pasado y buena parte de sus antiguos programas de investigación; pero en conjunto, digamos que sí ¿Por quién me toma?»

 

Sin embargo, seguidamente, a base de matizaciones, va desmarcándose de lo que supuestamente sería un realismo radical, adoptando una aptitud más relativista. Bruno reflexiona sobre tales cuestiones para explicar como los estudios sociales de la ciencia, al contrario que otras escuelas filosóficas y sociológicas que la precedieron, nacen para estudiar la ciencia y sus practicantes, no para despedazarla(os). Por tanto, dice no lograr entender el porqué de tanto recelo contra “su” nueva disciplina. Y se pregunta asimismo: “¿Acaso son los biólogos contrarios a la vida, los astrónomos antagonistas de las estrellas y los inmunólogos enemigos de los anticuerpos?”. Pero es cierto que los científicos temen cualquier intromisión de otra rama del conocimiento en sus indagaciones y, como más adelante reconocerá, cuando se sienten amenazados, apelan a que solo los científicos pueden habar de ciencia, excluyendo (o denostando) pues la opinión de cualquier colectivo y a de la ciudadanía en general. Obviamente, con Latour, opino que se trata de una actitud despreciable, clasista y me atrevería a decir que hasta fascista.

 

Tal actitud: “No comentes nada de mi, ni me estudies o te tacharé de anticientífico”, no es por desgracia inusual en el colectivo de investigadores. Capítulos más adelante hablará del tema en un tono mucho más duro, apelando a la conversación, que en las Gorgias de Platón, mantienen Cacicles y Sócrates. Terminará finalmente concluyendo que tanto los científicos (Sócrates en su papel de defensor de la razón), como el poder de la fuerza (Calicles, ya sea como militar o como simple dictador) se encuentran obsesionados con el control de la turba, es decir en acallar la voz de la masa de ciudadanos. En otras palabras, tanto unos como otros, desean cerrar la boca de la gente y subyugar al populacho.

 

 

Por tanto, aunque Latour se considera, y de hecho sea, un defensor de la actividad científica, también es muy crítico con el comportamiento de sus practicantes. Como hemos narrado en otros post, tal situación, aunque injusta, justifica que sus escritos no sean del agrado de la ortodoxia científica.  Si embargo tiene razón al señalar que, en lugar de trabajar como los antiguos filósofos de la ciencia en el pasado, cómodamente en sus despachos frente una galería  de “científicos disecados colgando de las paredes”, los practicantes de los estudios sociales de la ciencia intentaban investigar a los “científicos vivos: “inmersas en sus laboratorios, apasionados, cargados de instrumentos, impregnados de saber práctico y estrechamente vinculados a un medio más amplio y más vibrante”. Y seguidamente comenta que, en lugar de enredarse con el tedioso tema de la objetividad científica, ellos, consideraban que los “no humanos” también formaban parte de la historia de los laboratorios y de la vida colectiva de los investigadores por lo que tienen “historia, flexibilidad, cultura, sangre, en suma, todas las características que les fueron negadas por los humanistas”. Por tanto, Latour sigue sin comprender como los científicos y tecnólogos les trataban como enemigos en lugar de entender que son sus aliados: “ nosotros, los «estudiosos de la ciencia», pues nosotros nos las hemos ingeniado a lo largo de los años para generar interés por la ciencia y la tecnología en montones de personas de letras, en lectores que habían estado convencidos, hasta que aparecieron los estudios sobre la ciencia, de que «la ciencia no piensa», tal como Heidegger, uno de sus maestros, había dejado dicho”.

 

Latour dice no entender la reacción de los científicos contra los estudios de la ciencia. Sinceramente, si hubiera sido su primer libro sobre el tema, tal comentario estaría justificado. Sin embargo, ya había escrito varios como “La Vida en el Laboratorio” y la “Ciencia en Acción”. ¿Todavía no había aprendido como funciona la comunidad científica? No me lo puedo creer. Veamos lo que dice: “¿Quién puede creer más en la objetividad de la ciencia que aquellos que proclaman que puede convertirse en objeto de investigación?”. Seguidamente mantiene su discurso añadiendo, al retrotraerse de nuevo al tema de en que consiste la “realidad”: “Entonces me di cuenta de que estaba equivocado. Lo que acabo de mencionar como «añadir realismo a la ciencia» estaba siendo considerado de hecho por los científicos (…) como ?una amenaza para la vocación científica, como una forma de reducir sus logros de verdad y su exigencia de certidumbre. ¿Cómo había podido producirse ese malentendido? Me pregunta: ¿Cree usted en la realidad?». La distancia entre lo que yo creo que hemos conseguido en los análisis de la ciencia, y lo que venía a implicar aquella pregunta era tan amplia que necesitaba volver (…) sobre mis pasos, y así fue como nació este libro.” (…) “Me pregunta: ¿Cree usted en la realidad?». La distancia entre lo que yo creo que hemos conseguido en los análisis de la ciencia y lo que venía a implicar aquella pregunta era tan amplia que necesitaba volver un poco sobre mis paso, Y así fue como nació este libro.

 

Análisis de los comentarios de Bruno Latour sobre el Realismo Científico  

Por mucho que simpatice con los puntos de vista y las aportaciones de Bruno Latour a los “Estudios de la Ciencia”, reitero que él debía ya saber los recelos de la comunidad científica frente a todos aquellos que intenten inmiscuirse en su estructura social y analizar su comunidad de intereses. Por tanto, las primeras páginas de “La Esperanza de Pandora” las debo entender como una licencia meramente literaria, un tanto hipócrita, para justificar el objetivo de su nueva monografía. No se trata de un pecado grave, todo hay que decirlo. No obstante, podía haber comenzado siendo un poco más directo (honesto sonaría un poco “fuerte”).

 

EL realismo de Latour, puede ser de todo menos radical. Como vimos en nuestro post anterior sobre su obra, este pensador defiende que los hechos científicos son construcciones humanas”, y para demostrarlo, basta con analizar su definición de “factiche” (ya hablaremos de ella), así como el papel de tal concepto en el discurso que despliega en “La Esperanza de Pandora”. Sin embargo dos puntualizaciones.

 

·         Una cuestión es añadir realismo a la ciencia y otra bien distinta a la “investigación en acción” (tal como Bruno entiende la diferencia, ya explicada en el post anterior)

·         Por lo que respecta a la “realidad”, evidentemente cree en ella, ahora bien ya iremos viendo que de una forma ciertamente relativista. Una cuestión es la realidad y otra bien distinta que los hechos que observamos, así como su inserción en el edificio de la ciencia, correspondan fidedignamente a una certeza incuestionable sobre lo que ocurre en el “mundo exterior”.

 

Bruno utiliza, en las páginas analizadas, los vocablos “realidad, realismo y realista” para referirse a dos aspectos francamente diferentes: el análisis de la investigación y otra desde un punto de vista ontológico.  Lo que se le puede reprochar es que no clarifique esta cuestión al lector.  Vamos viendo que el realismo de Latour es bastante relativista, como lo eran el de Sattler (realismo promiscuo) o la percepción de Lévy-Leblond. Del mismo modo, de una u otra forma, su perspectiva puede entenderse como Kunhiana desde “algunos” puntos de vista (fíjense en sus comentarios sobre el progreso acumulativo de la ciencia). Por tanto, como diría  Lévy-Leblond se encuentra más o menos a medio camino entre los realistas ingenuos y los relativistas ingenuos. Diríamos pues, que no puede ser nominalista, ni relativista respecto al valor ontológico y epistémico de los conceptos.

 

Latour, continuará su discurso realizando un ataque despiadado contra los filósofos de la talla de Dscartes y Kant, para arremeter después contra las filosofías postmodernas de finales del siglo XX, ofreciendo una perspectiva personal digna de tenerse en cuenta. Para Latour, el problema estriba en que los filósofos han tendido a analizar el “dilema de la realidad” considerando que la mente humana analiza el mundo exterior como si fuera  “un cerebro en una cuba” (las palabras son suyas) por la que algo puede ver, empero en la que se encuentra prisionero. Y para él, en tal perspectiva subyace una gran parte de los problemas que aquejan a la filosofía. Pero este será el tema de nuestro próximo post sobre Bruno Latour.

 

Juanjo Ibáñez  

 

 

Continuará…….

 

Sumario de los post editados en “Curso Básico sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia hasta este post (pinchar en los números para desplegar los post)

 

¿Qué es esa cosa llamada Ciencia?

El Método Científico

Curso Básico sobre Filosofía y Sociología de la Ciencia

Reduccionismo Epistemológico

Ciencia e Inducción [1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13,]

El Círculo de Viena y el Positivismo Lógico [41]

Filosofía de Karl Poper: El Falsacionismo [14, 15, 16, 19, 20, 21, 23, 24, 25, 26]

Filosofía de la Teoría de la Evolución y Sociedad   [17, 18],

Naturaleza y enseñanza de la Ciencia [22]

Las Teorías Científicas Como Estructuras Complejas

La Filosofía de Imre Lakatos  [28, 29, 30, 31, 32]

La Filosofía de Thomás Kuhn [33, 34, 35, 36, 37]

Filosofías Radicales de la Ciencia: Feyerabend y más  [38]

Filosofía de la Ciencia versus filosofías científicas [39]

¿Es la mente fractal? [40]

¿Filosofía Cuántica? [42]

Seredipidad o Serendipia y la Lógica de los Descubrimientos Científicos [43]

El Dudoso Estatus de los Ciencia Modelos de Simulación Predicativos [44]

Filosofía de la Tecnología y Ortega y Gasset [45]

Los Conceptos y Sus Limitaciones: Vivir en la Incertidumbre [46]

Nominalismo, Realismo y Conceptualismo: Sobre el significado de concepto [47]

Pensamiento Analógico y Pensamiento Digital: Acerca de lo Continuo y lo Discreto [48]

El Discurso Científico, Conceptos Contrarios y Jean-Marc Lévy-Leblond [49]

Sobre Ciencia, Filosofía de la ciencia y religión : [50]

Clasificaciones, la Percepción del Mundo y el Progreso Acumulativo de la Ciencia [51]

El Concepto de Especie, Tipos de Suelo y la Filosofía de la Ciencia: Realismo Promiscuo [52]

Números mágicos [53]

Bruno Latour y los Estudios Sociales de la Ciencia [54, 55]

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