No hay peor dinero gastado en ciencia que el que se utiliza para financiar investigaciones sobre temas de moda que parten de topicazos. No existe peor ciencia que la que parte de hipótesis por corroborar que se consideran teorías, es decir, que los investigadores las entienden como aceptadas. Hoy vamos a relatar un ejemplo, el secuestro de carbono, según los usos del suelo. En unos días pondremos otro similar sobre las ventajas del laboreo sin labranza  en el mismo proceso.

 

 

 

Reforestación:

Fuente: Web-Ecología, Méxixo

 

Este post se basa en un estudio de investigación ya remitido para su publicación por los autores que firman el resumen que exponemos al final del post. Durante bastante tiempo he castigado a mi amigo Cecilio sobre la estupidez de asumir que, valorando el contenido de carbono de los 20 cm del suelo, podemos aspirar a cuantificar el secuestro de carbono por el sistema edáfico. Insistía, una y otra vez, la necesidad de tener en cuenta todo el solum, hasta el material parental. Tan harto debía de estar el pobre hombre que, cuando obtuvo los resultados de un estudio que realizaba con otros colegas en Andalucía, me invitó a que colaborara con ellos en su interpretación. Y una vez más se volvió a demostrar la demoledora realidad: las asunciones en ciencias ofrecidas por unos pocos estudios pueden desviarnos del camino correcto. Os comento pues, muy someramente, las conclusiones que obtuvieron estos compañeros con mi más que modesta colaboración. Para los lectores amantes de los mitos imperantes en el mundillo del cambio climático, tan solo recomendarles que pueden interrumpir aquí su lectura, por cuanto lo que voy a decir no les va a gustar. Pero cuando hablemos de las ventajas del laboreo mínimo sobre el de labranza vomitarán con toda seguridad. A los entusiastas de las controversias científicas tan solo comentarles que ya hemos editado numerosos post sobre el tema. Estos pueden encontrarse en la categoría denominada: “Biomasa y Necromasa en los Suelos”.

 

 

 

Salinas de Cabo de gata: Foto de Francisco José Manzano Monín

Fuente: Fotonatura

 

Se ha comentado hasta la saciedad que la reforestación de nuestras montañas ayudaría a secuestrar el carbono atmosférico con vistas a mitigar el cambio climático. Tal aseveración no deja de ser ni cierta ni falsa. Todo depende de los factores ambientales del lugar. Eso si, como generalidad resulta ser rotundamente errónea, como vamos a demostrar.

 

El estudio fue realizado estimando el contenido de materia orgánica de los suelos en dos ambientes contrastados de Andalucía (España): Cabo de Gata, en la provincia de Almería, y Sierra Norte, en la de Sevilla. La primera es una zona que pasa por ser la más árida de Europa, al menos de la porción occidental del continente. En verdad se asemeja a un verdadero desierto. La segunda consiste en una cadena montañosa al norte de la ciudad de Sevilla, bajo clima subhúmedo, pero cercana, por su pluviosidad, a los de los ambientes templados.  Por tanto, nos encontremos en el bioma mediterráneo.

 

Se analizaron decenas de perfiles de algunas bases de datos, estimando la materia orgánica hasta un metro de profundidad (entre otras variables), si la roca madre o material parental no se encontraba a menor profundidad. Cabía esperar dos resultados que concordaran con la ortodoxia, a saber:

 

  • que Sierra Norte debería almacenar mucho más carbono que Cabo de Gata, debido a sus acusadas diferencias climáticas y…

 

  •  que las zonas forestadas atesorarían ineludiblemente más carbono orgánico que las cultivadas. Lógico, ¿no?

 

Por su aridez Cabo de Gata no es apta para el desarrollo generalizado de bosques, por lo que se muestrearon suelos bajo cultivo, pastizal y matorral. En Sierra norte se pudieron unir masas forestales a la ecuación.

 

Obviamente no detallaremos los resultados, ni la influencia de las posiciones fisiográficas, que también absorbían parte de la varianza (información hablando en un sentido muy amplio del término).

 

Pues bien: se disponía de datos de carbono en suelos de bosque, matorral, pastizal y cultivos. ¿Qué encontraron estos investigadores?. Sencillamente que los suelos labrados almacenaban más carbono que los de pasto, y estos a su vez que los de bosque y matorral. ¿Sorprendente? Pues va a ser que no.

 

 

 

Diagrama basado en información del Programa de Iniciativa

Forestal Sustentable, Reforestation: Growing Tomorrow’s Forests

Today®, © 1998, 2000, American Forest & Paper Association, Inc.

 

 

En los ambientes mediterráneos de Europa, se ha cultivado el territorio durante miles de años.  Obviamente los paisanos no tienen ni un pelo de tontos. En consecuencia los mejores suelos se han utilizado para la agricultura, dejando los pastos en un segundo plano. Como corolario, los bosques y especialmente los matorrales, surgen de las laderas de las montañas en donde los suelos son muy someros. Diremos para ser precisos, que la profundidad de los perfiles edáficos de las vertientes montanas es muy escasa, por lo general. Obviamente, si uno muestrea los 20 cm superficiales, o el horizonte A, podría detectar que la secuencia es inversa. No obstante, la acumulación global de carbono se encuentra muy directamente relacionada con la profundidad de un perfil, y así lo demostró el estudio, como ya vimos en algunos de los post anteriormente aludidos. En consecuencia reforestar las cadenas montañosas que no atesoren suelos profundos a penas ayudará a secuestrar carbono atmosférico por el suelo.

 

Como hemos comentado, se debería esperar que en los ambientes áridos se almacenera menos materia orgánica que en los que reciben unos 500 mm de precipitación anual, ¿verdad? Pues así era, pero en mi exigua proporción. Por un lado, volvíamos a encontrarnos con el mismo patrón: los suelos con más carbono eran los cultivados, por ser los más profundos. En este caso no había arbolado, por lo que las comparaciones se realizaron con pasto y matorral, que se dispersaban por laderas de las colinas de escasa altitud de esta zona, que atesora un gran valor natural, encontrándose protegida.

 

Se suele dar por cierto que las zonas semiáridas y áridas almacenan poco carbono orgánico. Sin embargo, una vez más, suele asumirse que con muestrear los cm superficiales del suelo puede obtenerse una estima muy próxima a los valores reales. ¡Rotundamente falso!. Y eso sin contar con la importancia del secuestro de carbono atmosférico en forma mineral, es decir generalmente como carbonatos, muy abundantes en esos ambientes, como ya narramos en otro post de la mencionada categoría.

 

Otro hecho digno de resaltar, y que ya fue comprobado por otros autores con anterioridad (de nuevo os remito a la mencionada categoría) es la importancia del tipo de suelo, a lo largo de todo el perfil, no solo del horizonte A. La retención y estabilidad de la materia orgánica por el medio edáfico se encuentra directamente relacionada con su textura. Los suelos con más arcilla la retienen más y mejor. Así pues, olvidarse de repoblar suelos muy arenosos a lo largo de todo su solum, (si el objetivo es el susodicho secuestro). No retendrán a penas materia orgánica. 

 

Ahora os pregunto: ¿Qué ambiente almacenaría más carbono?

 

  1. Uno somero (como suele ser la norma) enclavado en una ladera de zona húmeda
  2. Otro profundo de un ambiente árido y semiárido.

 

Respuesta: No lo sabemos con exactitud. Pero se invierten sumas importantes de dinero partiendo de una premisa de validez dudosa. Ya veréis lo que ocurre con los suelos de cultivo y de labranza mínima. Adelantemos que otra ¡Sorpresita!. Adelantemos pues, que por razones similares.

 

Juan José Ibáñez                  

 

 

Nota: las discrepancias entre mi exposición y el resumen, obedecen a cuestiones de muestreo y situaciones concretas que se explican en el texto. Os aseguro que no me invento nada, tan solo generalizo un poco con vistas a divulgar los resultados lo más llanamente posible.

Environmental factors controlling the organic carbon stock in Mediterranean soils of Southern Spain

Willaarts, B.A1,*, Oyonarte, C2, Ibáñez, J.J3, Aguilera, P.A1

1 Plant Biology and Ecology Department. University of Almería. 04120 Almería. (Spain)

2 Soil Science Department. University of Almería. 04120 Almería. (Spain)

        3 Desertification Research Centre-CSIC. 46470 Albal. Valencia (Spain)

Abstract

The management of soils as potential carbon sinks relies on obtaining accurate estimates of current soil organic carbon (SOC) stocks, at scales able to capture the interaction of site-specific factors influencing the carbon pool. The purpose of this study was to develop a spatially explicit methodology to quantify the SOC stocks in two Spanish Mediterranean sites with contrasting climates; and to examine the relationship between SOC stocks and local environmental factors, to provide baseline information for the management of soil carbon sinks in Southern Spain. The analysis was based on a soil geodatabase supplemented with a land use map and local climate data. Mean SOC stocks in the sub-humid and semi-arid sites were 4.3 kg m-2 and 3.1 kg m-2, respectively, although ANOVA-test did not show significant differences.

 

The large spatial variability of SOC stocks within both sites suggested that other factors besides climate play a greater influence. The correlation matrix revealed that SOC had the highest positive correlation with clay content and soil depth. In relation to their land use, the largest SOC stocks were found beneath crops (3.0-5.0 kg m-2) and grasslands (4.4-5.0 kg m-2), and the smallest under shrubs (2.8-3.2 kg m-2) and sub-humid forests (4.2 kg m-2). This SOC distribution is related with the greater soil’s depth under agrarian land uses, a common situation across the Mediterranean basin, where deepest soils have been turned into agriculture and natural vegetation remains along the marginal sites. We argued that effective strategies for the management of soil carbon sinks in Southern Spain will have to acknowledge the high pedodiversity of the region, caused by the interaction of complex environmental factors and a long history of land use, and refuse the adoption of global strategies. 

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8 comentarios

  1. Pongamos por ejemplo un mismo suelo de cultivo, con dos tratamientos: laboreo intenso i no-laboreo en una zona árida o semiárida. Seria lógico que el segundo almacenara lentamente mas carbono orgànico dado el mayor almacenamiento del agua en el perfil i por lo tanto mayor cantidad de biomasa creada (siempre y cuando no se exportaran los residuos de cosecha). Aunque hay que conocer el tipo de suelo y el cllima esto podria ser una realidad no?

    Luego, al contabilizar el global de carbono en este suelo se presenta un problema: hasta que cierto punto la creación de mayor cantidad de biomassa y en especial medida de la biomassa subterránea (belowground biomass) afectaria al pool de carbono inorgànico? Parece lògico pensar que en el ambiente de que hablo habría un pool grande de carbonato pedogènico (horizontes cálcicos i petrocálcicos). Afectaria en gran medida la acidez provocada por la descomposición de la mayor materia organica en la solubilización de los carbonatos? Como afectan los exhudados radiculares sobre los carbonatos?

    I rizando el rizo, como afectaria la posible puesta en riego de la zona? Parece que habria un mayor input de material orgànico pero a su vez puede ser contraproducente para los carbonatos i una posible lenta dissolución de estos. A su vez habria que pensar en los efectos acidificantes de un mayor uso de fertilizantes nitrogenados (acidificantes).

    Por cierto, su blog es un ejemplo para la comunidad científica y una gran ayuda para el mundo estudiantil. Muchas gracias

  2. Hola Juanjo,

    No habría que tener en cuenta que la masa forestal está compuesta por carbono? No es de importancia cualitativa o cuantitativa este secuestro respecto al del medio edáfico?

    Un abrazo.

  3. Querido Xabier por su puesto que sí. Ni lo he citado poirque se da por supuesto, aunque hay que tener encuenta varios aspectos que no suelen citarse.

    Si plantamos árboles de crecimiento rápido (eucaliptos y pinos, por ejemplo) degradamos el suelo. Además hay que cortarlos más bien pronto para captar más carbono. ¿Pero para que se utiliza luego la madera?. Si no se hace así se llega a un rápido valance muy precario (en lo que al secuestro de carbono concierne) entre la captura de carbono y pérdidas. Los bosques maduros secuestran poco. Y esos son graves problemas e incertidumbres. Pero hay otro, los monocultivos forestales de este tipo arden con mucha facilidad. son especies pirofíticas, por lo que devuelven una buena parte del carbono a la atmósfera.

    Acaban proponer plantar árboles y enterrar la madera a cierta profundidad para ralentizar su descomposición. Veo que es la única solución segura, si se hace en ciertos ambietes, ya que podemos desancadenar también otro tipo de "cazadores furtivos", los "leñeros". Pero el aprovechamiento de tierras marginales para cultivos forestales tiene aun más problemas que ya narraré en un post. Xabier no hay soluciones fáciles y los topicazos de los vendemotos de la ciencia están generando que sigamos incrementando el carbono atmosférico.

    Un saludo

    Juanjo Ibáñez

  4. Muy interesante…

    Lo de enterrar la madera es un proceso de aceleración de la formación de materia orgánica en el suelo que usa Masanobu Fukuoka en su método de cultivo.

    Un abrazo.

  5. Estoy traduciendo un informe en inglés sobre el uso de energía en los metros y me encuentro con una frase que no sé cómo traducir:

    "Land requirements may result in the loss of carbon sinks". Por desgracia no hay un contexto que pueda ayudar a la comprensióndel asunto, porque es una presentación en dispositivas.

    ¿Le importaría ayudarme con la frase?

    Gracias por anticipado y un cordial saludo.

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