Cuando en la Cumbre de Rió de Janeiro de 1992 se acordaron llevar a cabo los cabo la puesta en marcha de dos convenciones internacionales con vistas a preservar la biodiversidad y frenar el calentamiento climático, nadie se imaginaba que 25 años después las iniciativas tomadas en pro de enfriar el planeta estuvieran erosionando la biodiversidad a un ritmo vertiginoso. Hoy por hoy, parecen resultar incompatibles: ¿Biodiversidad y Cambio Climático? Obviamente en una economía de mercado brutal, tanto los gobiernos como la industria lo tienen claro. Pero lo peor es que Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, ha resultado ser un fracaso rotundo y flagrante, a pesar de lo cual, estén seguros que las cosas no cambiarán en un futuro inmediato. Las emisiones de CO2 a la atmósfera siguen creciendo a un ritmo trepidante. Todo ello demuestra la ineficacia de la gobernanza sobre el planeta, así como la estupidez de quienes rigen el destino de la humanidad.

 

 

 

Los campos que desean los biofuleros. Fuente: Keetsa

 

Estos días se reunían en la capital de Alemania, “una vez más”, los expertos en biodiversidad. La mayoría clamaba al cielo, por cuanto la histeria de los biocombustibles se ha convertido en una de las principales amenazas contra la preservación de la biodiversidad. Mientras tanto, el presidente de Abengoa escribía en el país hace unos días que todo se trataba de una confabulación de las industrias petroleras y alimentarias contra el emergente mercado de los biocombustibles. Con argumentos pobres, falaces o desarticulados, me recordaba al dictador que padecimos durante decenios en España, cuando apelaba a las “confabulaciones judeo-masónicas”. Hace falta tener cara dura. 

 

 

 

switch grass

 

En Bon, prácticamente todos los científicos y organismos convocados, han desplegado argumentos y evidencias irrefutables. Los “biofuleros” están propiciando la deforestación, pérdida de biodiversidad, degradación de tierras y contaminación de suelos y aguas. Pero siguen impasibles ante las legítimas llamadas de auxilio de todos aquellos que deseamos frenar la pérdida  de especies vivas. No lo duden, a día de hoy la  Convention Sobre Biodiversidadno sirve para nada. Se trata de papel mojado por los mugrientos biocombustibles de primera generación. ¿Y que decir de la crisis alimentaria que han inducido? Según los biofuleros y algunos gobiernos se trata de especulaciones del mercado.

 

A pesar de todo, estos individuos ya comenzaban a afanarse en comercializar lo antes posible los biocombustibles de segunda generación, prometiendo que con ellos se soslayarían los problemas generados por los de la primera. También habláramos de este asunto, por cuanto también resulta ser más que preocupante.

 

Tan pronto algún científico anuncia que tal o cual planta puede ser una buena alternativa (como el Arundo donax y el “switch grass”), los biofuleros se lanzan a bendecid sus propiedades y afirmar que así se lograrán erradicar los “efectos colaterales” de los actuales agrocombustibles. Les importa un pimiento el medio ambiente. Pues resulta que algunos de las plantas candidatas o han mostrado ser especies invasoras, o que pueden llegar a serlo. Por lo que el remedio resultará ser tan malo como la enfermedad, al menos para la naturaleza y la biodiversidad. No se pueden cultivar plantas traídas de otros ambientes sin estudios que demuestren fehacientemente que no atentan contra la bioseguridad de los territorios en donde se intentan introducir. Así por ejemplo,  el “switch grass”, no debería afectar a los ecosistemas en sus lugares de procedencia, pero puede hacerlo en otros. Pero a los biofuleros tal hecho no les concierne ¿verdad? Por el contrario, los expertos advierten que son una de las principales amenazas que afectan a la pérdida de la biodiversidad. De hecho, han mostrado ser devastadoras, tanto en España como en otros muchos países. Vean al final del post como la que produce el aceite de palma está convirtiendo bosques tropicales en ecosistemas de paupérrima biodiversidad, por citar un ejemplo.

 

No se trata de que todas las especies candidatas para la producción de biocombustibles de segunda generación deban ser necesariamente negativas. Lo que ocurre es que cuando no se invierte en investigación, y tan solo se desean pingues y rápidos beneficios por encima de todo, se acude al uso de lo que se ensaya en otros medios ecológicos. Lo que es bueno en Estados Unidos (y solo en algunas regiones) no tiene necesariamente serlo en otros lares. Nosotros debemos investigar sobre nuestro acerbo biológico y escoger las especies adecuadas. Nuestra historia, más o menos reciente, a la hora de introducir especies foráneas ya está causando estragos en la naturaleza y economía. Pero continuamos sin querer aprender de nuestros errores. Parece una constante en la historia de la humanidad hacer bueno el refrán de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. Mientras los biofuleros cantan “ande yo caliente y ríase la gente”. Lamentable.  Continuaremos en otro post abundando sobre los suelos y ecosistemas que llamamos tierras marginales en España. Mostraremos como su potencial puesta en cultivo, con vistas a la obtención de los biocombustibles de segunda generación, es quimérica y perniciosa, salvo “posibles” excepciones, que aun están a la espera de ser descubiertas.    

 

 

Arundo Donax

 

Veamos pues lo que los expertos en biodiversidad nos comentan sobre muchas de estas “jóvenes promesas”. Nos basaremos solo en una simple noticia aunque las hay a cientos. Se trata de la que ofreció Terradaily con el título: “Some biofuel crops could become invasive species, experts warn, así como en la que reprodujo el rotativo ABC Periódico Electrónico S.A.: Los nuevos biocombustibles no comestibles también tienen riesgos. Comenzaremos por la última ya que es en castellano, pero recomendamos la lectura de la última (más rica en datos) para los avezados en el suahili.

 

Parecían la solución más sostenible, la mejor alternativa al petróleo. Pero los biocombustibles elaborados con cereales, han acelerado la deforestación y han disparado los precios de la cesta de la compra. Como alternativa, se ha propuesto la utilización de otras especies vegetales no aptas para el consumo, una solución que tampoco parece la ideal

 

Biólogos y botánicos advierten de que esta nueva generación de biocombustibles pueden tener serias consecuencias para el entorno. La mayoría de las nuevas cosechas no comestibles (juncos, cañas o hierbas salvajes…) son especies invasoras que podrían escaparse de las plantaciones de biofuel e invadir el resto del territorio.


Esta semana, científicos del programa global de especies invasoras han presentado un informe ante
Naciones Unidas donde manifiestan sus cautelas ante esta segunda generación de biocombustibles. «Algunas de las especies vegetales recomendadas para fabricar combustibles son las mayores especies invasoras», indica su informe. Y añaden que esos cultivos deberían estudiarse con más cuidado antes de tomar la decisión de introducirlos en otros territorios.


MÁS PÉRDIDAS QUE GANANCIAS


Las consecuencias de la invasión de especies no solo son ecológicas. «Podrían causar más pérdidas económicas que ganancias», indican. La unión internacional para la conservación de la naturaleza ha empezado a lanzar este mensaje: «No permitan que las plantas invasoras ataquen su país»


La industria del biofuel considera exageradas las cautelas de botánicos y biólogos. «Los agricultores introducirán con cuidado los nuevos cultivos porque son ellos los más interesados en que no crezcan sin control», confía Willy De Greef, secretario general de EuropaBio.


La Unión Europea y Estados Unidos tienen como objetivo incrementar la producción de biocombustibles para reducir las emisiones de carbono. Uno de los proyectos europeos es introducir una planta no utilizada en alimentación, similar a la caña en la agricultura europea

 

 

 

Some biofuel crops could become invasive species, experts warn

by Staff Writers; Bonn (AFP) May 20, 2008

 

Countries thinking of joining the rush for biofuels run the risk of planting invasive plant species that could wreak environmental and economic havoc, biologists warned on Tuesday.

 

In a report issued on the sidelines of a major UN conference on biodiversity, an alliance of four expert groups urged governments to select low-risk species of crops for biofuels and impose new controls to manage invasive plants. «The dangers that invasive species pose to the world couldn’t be more serious,» said Sarah Simons, executive director of the Global Invasive Species Programme (GISP). «They are one of the top causes of global species loss, they can threaten livelihoods and human health and they cost us billions in control and mitigation efforts. We simply cannot afford to stand by and do nothing.»

 

The report, «Biofuel Crops and Non-Native Species: Mitigating the Risk of Invasion,» points the finger in particular at the giant reed (Arundo donax), a native of West Asia that has become invasive in parts of North and Central America. Proposed as a biofuel crop, the reed is naturally flammable and thus increases the likelihood of wildfires. It is also very thirsty, sucking up 2,000 litres (500 gallons) of water for one metre (3.25 feet) of standing growth, which adds to stress in dry regions.

 

Another problem plant is the African oil palm (Elaeis guineensis Jacquin), which is grown for biodiesel. In parts of Brazil, it has turned areas of forest with mixed biodiversity in a homogenous layer of palm trees, the GISP said.

 

The GISP is a partnership gathering the International Union for Conservation of Nature (IUCN); CABI, formerly known as the Commonwealth Agricultural Bureaux; the South African National Biodiversity Institute (SANBI) and the Nature Conservancy. According to figures cited by a GISP press release, invasive species cost the world 1.4 trillion dollars annually, or five percent of the global economy. The United States alone spends 120 billion dollars annually to tackle more than 800 kinds of invasive pests

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The report was issued on the second day of an 11-day meeting of the UN Convention on Biodiversity (CBD), established at the Earth Summit in Rio de Janeiro in 1992.

 

 

Juan José Ibáñez

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