Cuando hablamos de racionalidad científica, habría que diferenciar entre la lógica que nos lleva de un descubrimiento a otro y el contexto político-social en el que se desenvuelve. Con las matizaciones científicas oportunas, la ciencia deviene por cauces más o menos racionales en el primero de los casos. Sin embargo, no cabe decir lo mismo de las políticas científicas que, al fin y al cabo son el resultado del sistema de valores e intereses de la sociedad en un instante determinado de la historia. En un momento en el que el cientifismo intente invadirlo todo, resulta que las políticas de planificación de la investigación, que incluyen tanto a la financiación como a la promoción de sus practicantes, resultan a todas luces irracionales. En este post utilizaremos como ejemplo, la crisis de las taxonomías, si bien podíamos haber echado mano de otros muchos. Permítanme que comience por uno de estos últimos.  

 

 

 

Alegoría del Árbol de la Vida

 

Resultaría casi trivial contestar a la pregunta de: ¿Cómo hemos llegado a la crisis energética actual? Desde hace muchas décadas se sabía que los combustibles fósiles convencionales no tardarían en agotarse. La economía actual depende de ellos. Del mismo modo, las tecnologías actuales suelen ser bastante contaminantes, y como corolario, dañinas para el medio ambiente y la salud pública. En consecuencia, debía haberse comenzado la búsqueda de nuevas fuentes de energía limpia hace decenios. Pero como en el cuento de la cigarra y la hormiga, hemos sido dilapidadores, irrespetuosos con el entorno y poco precavidos. Todo ello podría haberse evitado con un mínimo de racionalidad. Sin embargo, no ha sido así, y hoy sufrimos el calentamiento de la atmósfera y una crisis energética sin precedentes. ¿Dónde se encuentra la visión prospectiva de los gobiernos? ¿Por qué no se implementaron las políticas científicas y tecnológicas en su momento?, cuando estábamos a tiempo. Los políticos actuales no suelen pensar más que a corto plazo (como la hormiga) mientras este mundo demanda visiones más amplias a largo lazo (cigarras). El capital manda, a costa del bienestar de los ciudadanos  y la lógica de los sistemas de I +D +i, que son subordinados a la primera.

 

 

 

Taxonomía

 

Pues bien, dado que los Estados y empresas dirigen nuestros destinos, no debería extrañarnos que la potenciación de las políticas científicas caminen por derroteros a todas luces irracionales disimuladas por vocablos confundentes como desarrollo sostenible competitividad, búsqueda del talento, etc., etc. De una forma u otra, todas las ciencias son importantes con vistas al progreso de la sociedad y el bienestar humano. Dado que sus avances dependen de la financiación y masa crítica de practicantes, las que son relegadas a un segundo plano por nuestros gobernantes padecerán un estancamiento, cuando no crisis. Empero como la política de “publica y perece” impera por doquier, menos expertos y dinero se traducen en una menor producción científica, generando un círculo vicioso que afecta negativamente  a su futuro. Este es el lúgubre futuro que afecta a todas las ciencias taxonómicas. Y tal hecho resulta kafkiano, más que sorprendente, por cuanto si reconocemos que estamos generando una gran extinción de especies biológicas, lo lógico sería potenciar, más que diezmar el número de expertos que clasifican organismos vivos. Sin embargo, bajo los cánones actuales de la ciencia no se trata de temas mediáticos ni urgentes. Nuestras autoridades consideran prioritario inferir (mediante modelos matemáticos y juicio experto) cuantas se pierden que en realizar un inventario de la vida para después monitorizar que ocurre con ella bajo el impacto directo y/o indirecto de las actividades humanas. Si no sabemos lo que hay, difícilmente podremos inferir correctamente lo que se pierde, degrada o deteriora. Lo mismo podría decirse de los taxónomos de otros muchos recursos naturales, como los suelos. ¿Racionalidad de la gestión científica?. Sinceramente, yo no la veo por ninguna parte. El progreso de la ciencia resulta tan vital para mejorar nuestra comprensión del mundo, como a la hora de mejorar nuestra competitividad y productividad. Reducir las prioridades a las demandas inmediatas, siempre condicionadas por un modelo económico, deviene en la desnaturalización de la esencia de esta noble actividad: conocer por conocer. Tal apreciación no impide que deban alcanzarse compromisos temporales entre ambos puntos de vista.    

 

 

 

Taxonomía Biológica: Fuente Wikipedia Commons

 

El 14 de febrero de 2008, el Boletín de Noticias mi+d reprodujo una nota de prensa aparecida en el rotativo Público que ofrece una imágen clara y meridiana de lo que estoy diciendo.  Su título era: ¿Quién se encarga del inventario de la vida?. Leamos su contenido primero (no carente de ciertas deficiencias) y reflexionemos después.

 

¿Quién se encarga del inventario de la vida?

FUENTE |http://www.madrimasd.org/InformacionIDI/Noticias/%5C%5Cwww.publico.es/

 

En 1928, el médico microbiólogo Alexander Fleming se encontró ante un hallazgo extraordinario. En uno de sus cultivos bacterianos, había crecido de manera espontánea un hongo que exterminaba a las bacterias de su entorno. Parecía un antibiótico mágico, capaz de salvar la vida a millones de personas. Pero Fleming tenía un problema peliagudo, no sabía de qué hongo se trataba. Por fortuna, en 1930, el taxónomo estadounidense Charles Thom, un hombre que había dedicado su vida al estudio minucioso de los microbios, dio con la clave: era Penicillium notatum, el padre de la penicilina.

 

En la actualidad, Fleming lo tendría más difícil. Los taxónomos, las personas dedicadas a clasificar la vida conocida y a describir nuevas especies, están en extinción. Los autores del inventario de la vida, tras una épica labor de siglos que ha permitido describir casi dos millones de especies, han pasado de moda. Y sólo dejan escrito el prólogo del catálogo de los seres vivos. Según algunas estimaciones, todavía queda por descubrir el 97% de las especies del planeta.


En opinión del biólogo Antonio García Valdecasas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), la labor de descubrimiento y descripción de especies está menospreciada en el ámbito de la ciencia. «Si llegas a una institución con un currículo de taxónomo, te lo puedes meter donde te quepa«, resume de manera gráfica.


Para García Valdecasas, no hay sustitutos a los taxónomos jubilados. «Dedicarse a esto es un suicidio profesional«, lamenta. Según sus cifras, en España sólo quedan 500 especialistas, incluyendo aficionados, para estudiar la biodiversidad del país que se considera la reserva natural de Europa.


El vicepresidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural, Santiago Castroviejo, tiene claras las causas de esta crisis de taxónomos: los métodos aplicados para medir la calidad de la producción científica. Los políticos y gestores que financian la investigación necesitan catalogar a los científicos en buenos, malos o regulares a la hora de distribuir sus limitados fondos. Para ello, expone Castroviejo, se ideó un sistema que consiste en contar el número de veces que el trabajo de un científico es citado por sus colegas. Cuanto más les citan, mayor es su calidad investigadora.


Este sistema, conocido como Science Citation Index, «tiene efectos positivos y otros negativos, especialmente en disciplinas como la taxonomía, porque el número de citas se mide en cinco años, pero el impacto del trabajo de un taxónomo no se obtiene hasta muchos años después de haberlo publicado», expone Castroviejo.


DESPRESTIGIADOS

«Si estudias los escarabajos de Sierra Leona o las orquídeas de Costa de Marfil, nadie te citará porque nadie los estudia en ese momento, pero luego los especialistas te citarán siempre, durante decenas de años o toda la vida», añade. Por eso, los taxónomos son poco citados, poco valorados y poco financiados. «Básicamente, quedamos los viejos«, se lamenta.


Curiosamente, el decano de la taxonomía española, Pedro Montserrat, es mucho más optimista que la mayoría de sus colegas. Montserrat se inició en la descripción de especies en 1945 y, a sus ochenta y tantos años, sigue acudiendo a trabajar al Instituto Pirenaico de Ecología, en Jaca.


En aquella época, el investigador tardaba días en cruzar la península en tren para encontrar nuevas especies, su única arma era un manual de flora editado a finales del siglo XIX. «En el futuro, no habrá taxónomos que vivan sólo de la taxonomía, pero habrá muchos aficionados, cada vez menos, pero muy buenos. Como en Francia, donde no quedan taxónomos, porque los biólogos han preferido dedicarse al ADN«, predice.

Autor: Manuel Ansede

 

Por una vez y sin que sirva de precedente, disiento de Pedro Montserrat, uno de los investigadores de este país que más respeto me merece. Pero cabría corregir que este gran científico es ecólogo pastoralista, taxónomo y muchas cosas más. No se trata de un taxónomo al uso. Existen grupos taxonómicos que tan solo son estudiados por un puñado de expertos al borde de la jubilación. ¿Quién instruirá a la postre a los aficionados?

 

No en todas las disciplinas y subdisciplinas científicas los investigadores pueden publicar el mismo número de artículos al año. Cada una posee su propia problemática. Incluso existen líneas de investigación concretas, dentro de ramas de la ciencia fértiles, que no pueden competir en cantidad de “papers” con otras aparentemente afines. Nunca debió convertirse este baremo en un tótem al que toda investigación se encontrara sujeta, so pena de pervertir el edificio de la ciencia. Deben entenderse estos comentarios como la punta de un iceberg de un problema de gran calado. Los fondos públicos están para generar el avance de las ciencias y no para polucionar la literatura científica de los temas de moda (que por mucho que os cuenten, no son a menudo los que mejorarán la calidad de vida de los ciudadanos). A modo de ejemplo digamos que en una comunidad científica con cientos de miles de practicantes, el número de citaciones potenciales de un trabajo siempre será mayor que en otra en la que trabajan unos pocos miles. Sin embargo, como la “excelencia” es medida  por raseros tan miopes, el mejor experto de una disciplina puede ser denostado debido a que no ha publicado tropecientos “papers”, siendo considerado de una casta inferior respecto a colegas de otra especialidad cuyos trabajos quedarán sepultados en el olvido al poco de publicarse. Casi ninguno de los héroes actuales de la ciencia realizó más que un pequeño puñado de publicaciones (aunque muy relevantes). Si aquellos vieran el panorama actual se echarían las manos a la cabeza.

 

Un ejemplo ilustrativo para terminar. Como miembro del Comité Científico Asesor de la Presidencia del CSIC fui invitado a formar parte de la Comisión de Área de Recursos Naturales de la Institución. Por aquella época, ni el Real Jardín Botánico, ni el Museo Nacional de Ciencias Naturales  de Madrid lograban que se dotara plazas para taxónomos. Expuse sus quejasen a la mentada Comisión. La respuesta de otro biólogo fue contundente: “Es que son muy malos, publican muy poco”. Un día nos lamentaremos haber calificado a tales investigadores como de “excelencia”, al menos a la hora de planificar la actividad investigadora. La crisis de la taxonomía, en mi modesta opinión, es un mero síntoma de un sistema científico que da más valor a lo inmediato, mediático y aplicado que al conocimiento per se, castrando los valores innatos de que ha hecho gala nuestra actividad durante siglos. 

 

 

Juan José Ibáñez

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7 comentarios

  1. Estimado Juan José:

    El problema que tratas en esta ocasión es desde mi punto de vista muy importante. En México, en algunas carreras de biología se está abandonando la taxonomía biológica, la de suelos ni existe, son muy escasas las carreras de biología en las que enseñan suelos de manera formal.

    Ahora los nuevos enfoques, manejo de recursos naturales, gestión ambiental (impacto y auditorias ambientales) han desplazado peligrosamente a las taxonomías y las nuevas generaciones ya no sabran los nombres ni las particularidades morfológicas de los organismos y suelos con los que trabajen, los llamaran los suelos del norte, sur, este u oeste o los suelos de…. (localidad), con los organismos podría ser igual.

  2. Gracias Francisco por tu comentario (y a Hactor por su elogio)

    Desgraciadamente se trata de un problema mundial. Ocurre en todos los países, con independencia de su grado de desarrollo. En unos años los niños no sabrán distinguir los animales y las plantas. Y que decir de los suelos…… Esto son as excelencias de la educación y ciencia actuales (entre otras).

    Lamentable.

    Un abrazo

    Juanjo Ibáñez

  3. Hola de nuevo Juan José,

    Como seguramente sabes, estoy luchando en otro Foro sobre este mismo tema, a la vez que con un sin fin de insensateces que cada día nos llegan a través de los distintos medios de comunicación.

    En ese quehacer, intento buscar la mejor manera de transmitir la inquietud que me produce esa pérdida de conocimiento y para ello intento acudir a la pedagogía y a los ejemplos cotidianos.

    Por las visitas que he recibido en poco tiempo, parece ser que es un tema que interesa pero que está lejos de ser seguido ya que, profesional y económicamente, implica un camino de monje, poco atractivo para los jóvenes que en algún momento tendrán que relevarnos.

    Es en ese contexto que cuando leo tus comentarios pienso que no estoy solo y que suscribo tus criterios, incluido el que haces sobre el eminente Pedro Montserrat, añadiendo que la bibliografía necesaria, a menudo de difusión restringida, según el grupo taxonómico elegido, no se improvisa de un día para otro.

    Gracias por tus palabras

    D. Lloris

  4. Hacía tiempo que no entraba en este lugar por diferentes motivos. Hoy, después de estar unas semanas fuera de mis rutinas habituales, he entrado y leído tu título que, evidentemente, me ha llamado la atención y he entrado para ver de quién se trataba y si cabía contestar.

    En esas páginas he encontrado una gran cantidad de pensamientos y formas de mirar, también he visto alguna referencia a un foro en el que sí participo de forma habitual, en especial, con temas de taxonomía y he seguido leyendo….

    También he entrado en el apartado donde hablas sobre ti, donde destacas dos términos: SOLEDAD y EXCÉNTRICO. Hablas de la humanidad, pero sin ella, lo que podría interpretarse como una contradicción, pero yo lo quiero ver como un grito de lo individual y diferente, como un escapar de la masificación en la que solemos estar y convivir.

    Los expertos consideran que alguien está solo cuando no mantiene comunicación con otras personas o cuando percibe que sus relaciones sociales no son satisfactorias. Se dice que las características que definen la soledad son el resultado de relaciones sociales deficientes, que constituye una experiencia subjetiva ya que uno puede estar solo sin sentirse solo o sentirse solo cuando se halla en grupo; y, por último, resulta desagradable y puede llegar a generar angustia.

    No voy a seguir. Estos son unos comentarios que me dan una pauta e imagen de quien se encuentra al otro lado de este hilo que nos comunica, porque el tema que aquí se trata es el de la taxonomía y la crisis por la que atraviesa.

    Podría decir que estoy de acuerdo con muchos de los puntos que manifiestas en tus páginas, aunque para nada con el tono negativo que éstos parecen destilar.

    Quisiera recordarte que somos seres humanos, sometidos a todo tipo de debilidades y, que no somos mejores o peores por la clase de vestimenta o adorno que nos pongamos encima y, en consecuencia, los resultados obtenidos están en función de innumerables variables con las que estaremos o no de acuerdo, pero son las que así han conformado nuestra manera de actuar.

    De todas maneras deduzco que la taxonomía, independientemente, de sus recomendaciones y normas, es un tema que entra en tu esfera pues es justamente lo que el taxónomo busca – la soledad, la observación y la introspección – otra cosa es la manera de cómo se aplica pues entra en ese ámbito de lo humano que ya he comentado y en cualquiera de sus manifestaciones, interesadas o no, sirve para que nos podamos comunicar a través del espacio y del tiempo. De otra manera el caos impediría la transmisión de ese conocimiento.

    Como era de esperar no hemos entrado en el tema central, si te apetece, plantea un problema taxonómico concreto y si es posible lo discutimos de otra manera esto se puede convertir en un diálogo sobre comportamiento humano del que no soy especialista, aunque te diría que te dieses más tiempo para sedimentar esa forma de ver las cosas. Con ello no es que considere que a tus 25 años no estés preparado, deduzco que bastante más que muchos, pero la calma ayuda a ver los diferentes colores que están ahí para que los vayamos descubriendo y gozando con ellos.

    Recibe un cordial saludo

    D. Lloris

  5. Hola Don D. Lloris, por alusiones que van para mi pero te equivocaste consciente o inconsciente 😛 y lo publicastes acá.

    Sé que puedo destilar prepotencia en mis escritos pero no es más lejos de la realidad… En el mundo real soy "sumiso" o "tolerante" con los demás respecto a sus ideas, es acá en internet dónde mis comentarios mucha veces se alejan de lo políticamete correcto y son puramente viscerales. Es más para mi internet llega ser la manifestación que las personas son solo ideas y sin soporte corpóreo.

    El caso es en estos momentos uno ve el futuro negro o gris (soy de los pesimistas 🙂 ) y aunque mi futuro profesional me gustaría que fuera hacia aspectos etológicos pero como uno no dedice dónde se inicia como profesional también veo que debo afianzar el conocimiento taxonomico del lugar. Es más con poco que lo trabaje como ocio u "hobby" puedo aportar datos a la biodiversidad de la Iberia y a la larga medidas de conservación. Además al igual que su actividad es necesaria en lonjas, la mia futura tambien puede en deteminar plagas de cultivos, o la aplicación del índice de macroinvertebrados (Bmwp)… Si no hay futuros taxónomos… ¿qué males nos acarreará?

    Usted mencionaba en un el foro que solamente y su grupo de investigación y otro en America trabajan con la familia de peces. ¿Es triste, no? ¿O quizás es sinónimo que no hay suficientes humanos para abarcar la biodiversidad? Yo soy de secano pero no dejo de maravillarme por la vasta y preciosa diversidad de invertebrados acuáticos, seres de otros mundos… Me encanta ver documentales de fondos oceánicos, me relajan y es una parte de mi que no he explotado. Ya que soy de secano y el mar está muy lejos (operativamente hablando) además no hecho curso de buceo y no sé si hacerlo porque creo que los buceadores sufren microperforaciones en los tímpanos por la presión y si eso me quitará calidad de vida de la vejez… mejor… meter robots acuaticos y que hablen ellos.

    Un saludo, al igual que disfruto de la experiencia de mis abuelos en aspectos cotidianos. Es un lujo entablar y leeros a gentes con tanta experiencia a sus espaldas… Es decir, el pasado en el presente y eso anonimanete lo valoro mucho.

    Gracias a todos.

  6. Hola de nuevo "biocomplex" y gracias por estar ahí a pesar de mi equívoco. Si te sirve de algo te diré que muchos como tu y como yo mismo, hace años, hemos visto el futuro en forma angustiosa donde parece que nada se va a resolver y que todo va a ir mal, pero al igual que yo, otros muchos han ido andando el camino (no tan rápido como solemos desear), realizando pequeños avances y, en ocasiones, grandes retrocesos pero con una tendencia que me gusta comparar a la del ejemplo dado por Ian Stewart, comparando las espiras de cobre alrededor de un cilíndro. Todas tienen el mismo diámetro, pero, a la vez son diferentes, pues avanzan hacia un extremo de dicho cilíndro, con lo que nos acercamos también al poema de Machado que el camino se hace al andar.

    Respecto a los temas de biodiversidad y taxonomía, habría mucho que hablar y algunos, paso a paso, intentamos sembrar un concepto algo diferente del que suelen transmitirnos, de forma ortodoxa, en escuelas, universidades y medios de comunicación. Mi contribución, en ese foro que ya has visitado, es la de hacer reflexionar sin imponer nada a nadie, aunque no puedo ocultar cierta tristeza por el abandono en el que se encuentran ciertas disciplinas, como la taxonomía. Sin embargo, después de leer tus comentarios pienso que ese conocimiento volverá a resurgir, por necesario y porque en el mundo sigue habiendo gente como tu que siente la necesidad de conocer el entorno orgánico en el que habita. Sois el relevo que en algún momento estará ahí dispuesto a retomar el testigo, a pesar de que en el camino se haya perdido tiempo y continuidad.

    Para disfrutar del buceo no es necesario sumergirse a grandes profundidades, hay una vida que se desarrolla a un palmo de la superficie del agua, casi desconocida para muchos, lo suficientemente gratificante para escribir sobre ella. Basta con dejarse arrastrar hacia tierra hasta embarrancar (yo lo hago a menudo con un traje de neopreno que me proteje de cortes y heridas contra las piedras y anémonas y me da flotabilidad), luego solamente hay que mirar a través de la máscara y disponer de un snorkel para observar con el cuello girado (algo doloroso cuando se pasa largo tiempo en esa posición). Si se quiere tener más éxito, basta con abrir un erizo o mejillón, o llevar picado algún material (hígado)con sal, todo congelado en un bote al que se le han practicado agujeros por donde escapara el atractivo olor de lo que has preparado, de tal manera que peces y crustáceos acudirán al banquete.

    Esa es una forma de observar un tipo de fauna y comportamientos muy peculiares. Hay muchas más que no necesitan grandes dispendios, como observar una sucesión en una poza de marea o simplemente "pelando" una roca, donde veremos como la vida se abre camino a pesar del daño que le hemos ocasionado.

    Saludos cordiales

    D. Lloris

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