¿Contaminación Ambiental o Salud Humana?: El Dilema del Agua Embotellada y sus residuos

Menudo dilema para el ciudadano. Otro más generado por la bobalización. Y van tropecientos mil. No se trata de un tema nada trivial, por cuanto nos sitúa ante un espejo en el que al ponerse delante nos devuelve una imagen difuminada y repleta de €€€€€€ €€€€€€€€€€ €€€€€€€€ €€€€€€€€, adornada de basura de plástico confitada. Hoy os expondremos un buen artículo de prensa (¡si los hay también!, ¡de vez en cuando!) en que asoman la cabeza todos los interlocutores implicados, excepto el ciudadano claro está. Y como veréis son muchos. Se trata de una reportaje realizado por Alejandro Bolaños para el rotativo El País que lleva el sugerente título de: “Esta polémica va en botella“. Y realmente que resulta difícil analizar y explicaros los resultados de la interacción de tanta variable simultáneamente. Pero, ¿Qué les digo a los cibernautas que nos visitan de lugares en donde no hay elección? Me puedo defender alegando que analicen la estupidez de los debates que se generan en los denominados “países de la opulencia”. Sin embargo, ni me consuela ni creo que les consuele, sino todo lo contrario. 

 

 

 

Agua embotellada. Fuente: Genciencia

 

Personalmente os puedo decir que en mi casa no suele haber agua embotellada. Pero claro está, vivo en Madrid, ya que si lo hiciera en Barcelona u otra ciudad del mediterráneo la habría en cantidades ingentes. Como medio castellano y medio levantino, vi desde pequeño como mi familia alicantina retornaba a su tierra cargada de bidones de agua de madrileña. Y hablo de hace cincuenta años. El tiempo ha pasado y la calidad del agua es peor en ambas regiones. Cierto. Empero allá es realmente imbebible. ¿Tiene el ciudadano la culpa? ¡No!.

 

Me resulta difícil separar el marketing absolutamente fraudulento de las compañías embotelladoras de agua mineral que tanto daño está haciendo, especialmente a los jóvenes (últimamente por estos lares se ve pasear a muchos con una botella de agua en la mano, los mismos que derrochan el dinero adquiriendo el último modelo de teléfono móvil) a los que se ha hecho creer con falacias publicitarias que beber mucho agua “embotellada” es sano, adelgaza y zarandajas por el estilo, de las noticias que nos informan que una buena parte de los acuíferos están contaminados. Pues bien, con independencia de esta estúpida moda denunciada por los médicos, ya que el exceso de consumo es también muy pernicioso, el ciudadano se encuentra ante el dilema ingerir de un agua de grifo a la que reiteradamente se denuncia de padecer de una carga de contaminantes que sobrepasa los límites legales, o contaminar el ambiente con los residuos de plástico. Pero si además vives en lugares en donde el sabor de este líquido “insípido” es “nauseabundo”, la disyuntiva se torna en angustia ¿O contamino el ambiente o me contamino yo?, deben pensar muchos. Ciertamente que no toda agua de grifo se encuentra en malas condiciones. Sin embargo, cuando los municipios dicen que cumple las condiciones y los ambientalistas o asociaciones de consumidores muestran que no, ¿a quien creer?

 

Y las administraciones sin ciertamente responsables de la situación. En primer lugar el ciudadano se encuentra indefenso ante una publicad engañosa, sin que la administración filtre los spots sospechosos de fraude. Seguidamente, nadie pone coto a la contaminación de las aguas freáticas por pesticidas y fertilizantes. Más aun, mientras se nos anima a consumir menos aguas, las autoridades correspondientes también nos advierten de que una ingente cantidad de pozos para la irrigación de nuestras tierras son ilegales.  ¿Y como sabemos nosotros o las administraciones de su calidad? Debo suponer que si son ilegales, tampoco se analizará la carga de polutantes del agua que extraen ¿O sí? Porque de darse este último caso la negligencia de nuestros gobernantes sería supina. ¿Todos a la cárcel?

 

 

 

Basura Ingente de los envases de agua embotellada

Fuente: Ruleta Urbana

 

Por otro lado, la moda de las cartas de aguas exóticas en los restaurantes se me antoja indignante ante los miles de personas que enferman o mueren diariamente por no tener más remedio que beber aguas insalubres. No he visto hasta ahora ningún anuncio oficial que  desanime al ciudadano, al mostrarle las consecuencias de tan estúpida costumbre. ¿Por qué? Y encima se debate si en los restaurantes nos deben cobrar por beber agua de grifo. ¿Por qué no por respirar? Que ciertos empresarios de la restauración se adhieran a la iniciativa de no vender en sus establecimientos agua embotellada también me resulta algo sospechoso. Si el agua del grifo es mala y no puedes beber la mineral, deberás pasar a consumir alcohol o refrescos, que con toda seguridad ofrecen a los mercaderes mayores beneficios.

 

¿Y que decir de las ingentes cantidades de plásticos y vidrios, así como del consumo de energía que deriva de todo este comercio?: ¡Absolutamente innecesarios!, en la mayoría de los casos. Pero si el agua es mala de solemnidad……… Por tanto, no se puede generalizar sin meditar las palabras que escoges, por cuanto puedes terminar patinando de lo lindo.

 

Recuerdo que cuando era joven, casi todos los envases de agua, leche, cerveza, etc., eran retornables. No teníamos estos problemas. Pero comenzó a generalizarse el uso de los no retornables y ahora pagamos las consecuencias. Nos ha hecho un poco más cómoda la vida, ¿pero a que precio? Leí en otra noticia en la que se mencionaba que ciertos ayuntamientos de Canadá iban a poner en práctica una ley para que las empresas productoras de agua embotellada tuvieran que responsabilizarse de su reciclado. La polémica que se ha generado en este país ha sido formidable, obviamente con las compañías implicadas a la cabeza.

 

En verdad, que las administraciones tienen una gran parte de responsabilidad en todo este asunto ya que permiten un marketing fraudulento, no conciencian al ciudadano de todo lo que implica beber agua embotellada, no mejoran la calidad de las aguas en ciertas regiones, permiten el uso ilegal de las aguas subterráneas y no ponen coto a la fertilización irresponsable de nuestros sistemas agrarios. De las empresas, ¿que decir? A estas alturas todos sabemos que están para servirse de nosotros no para servirnos.

 

Se trata de uno de esos círculos viciosos que nos impone la bobalización globalizarte. Muchas cosas van mal, y por el camino que seguimos difícilmente mejorarán. Os dejo pues con la noticia ya que, reitero que se ofrecen muchos puntos de vista. Y levanto mi vaso de ¡vino! Para brindar por vosotros (que ya lo pagará mi hígado).    

 

Pero antes de finalizar, tan solo quisiera dejaros este comentario acerca de la enigmática extensión de una mancha de residuos de plástico que se ha detectado en el pacífico. La nota con la que terminamos esta contribución pertenece a CGNauta Blog, mientras las dos fotos que la acompañan las hemos extraído del blog de nuestro amigo Antonio Figueras (Ciencias Marina y otros asuntos), cuyo post al respecto recomendamos leer. Desde luego mis informaciones no eran tan exageradas en lo que respecta a la extensión, pero si que leí de en la prensa científica que tenía además decenas de metros de profundidad. Sin embargo. Si lo afirma Antonio, no debemos dudar. Tampoco estaría de más que repasarais este otro post (“El negocio del agua envasada: polémica en botella) del Blog “El Agua”, ya que también abunda en la cuestión que hoy nos preocupa: Los investigadores de USA están estudiando tan singular y enigmática concentración de basura plástica. ¿De donde proviene?; ¿Por2ué se acumula allí? ¿Qué el océano no es ya un vertedero?

 

 

 

Inmensa y enigmática extensión de basura en el Pacífico.

Fuente: Ciencia Marina y Otros Asuntos

 

Con un tamaño de 2 veces la superficie de los Estados Unidos, la gran mancha de basura con un peso aproximado de 100 millones de toneladas se pasea entre las corrientes marinas Suboceánicas y en la superficie del océano pacífico.


Esta
gran sopa compuesta de pedazos pequeños de plástico, termina consumida por animales como tortugas, ballenas, peces y todo tipo de fauna condenada a morir de inanición. En la foto todo lo que no es color azul es basura (Aumente el brillo para verla correctamente).   

 

 

 

Mapa de la Enigmática extensión del vertedero del Pacífico           

Fuente: Ciencia Marina y otros Asuntos

 

Juan José Ibáñez

 

Esta polémica va en botella

El consumo de agua envasada se dispara pese al aumento de las críticas por su impacto ambiental; ALEJANDRO BOLAÑOSEl País. Madrid – 22/08/2008

 

La vida de Thomas Boone Pickens, un multimillonario que se ajusta al ideal de empresario hecho a sí mismo, está entre las favoritas de la prensa estadounidense. Forjó su fortuna hace medio siglo en las explotaciones petroleras de Texas. Con 80 años, sigue interesado en el subsuelo.

 

En una decáda, la demanda mundial de envases se ha duplicado. Se gastan millones de barriles de crudo en su fabricación y trasnporte. El sector opina que otras bebidas menos saludables tienen el mismo impacto Chicago grava las botellas; en España, Donostia promueve el agua de grifo. Sólo que ahora, en vez de reservas de oro negro compra reservas de agua. El multimillonario ha vuelto a poner el ojo en un negocio pujante, que tiene en la industria embotelladora a su máxima expresión.

 

En una década, el consumo mundial de botellas de agua se ha duplicado. Pero, a una velocidad aún mayor, se suceden los llamamientos para restringir su consumo. El petróleo y el agua embotellada rivalizan por ser la mercancía cuyo comercio genera más dinero en el mundo. En ambos casos, Estados Unidos es, de largo, el primer consumidor, con cuotas que superan el 23% y el 17%, respectivamente. Y es también en EE UU donde el reguero de críticas ha cogido la fuerza de un torrente. La primera andanada fue de las organizaciones conservacionistas. Según las estimaciones de Pacific Institute, se necesitó una cantidad de petróleo equivalente a 100 millones de barriles (el crudo que importa España en dos meses) para producir el plástico de todas las botellas que se utilizaron en 2006 en el mundo. Casi todas son de PET, del que en EE UU sólo se recicla un 14%.

 

Más madera verde. Earth Policy Institute hace hincapié en las distancias recorridas (y en el impacto ambiental del combustible gastado) para suministrar un producto que, en condiciones más que suficientes para su consumo, también se ofrece a través de las cañerías con un coste energético infinitamente menor. El caso favorito de los ecologistas es el de Fiji Water, una marca con un meteórico éxito en Estados Unidos. Su botella cuadrada es un complemento habitual de los famosos, encandilados por su exotismo: el agua proviene de un acuífero bajo una tupida selva de esta isla del Pacífico de la que la compañía destaca que está a «cientos de kilómetros de distancia de cualquier continente«. Aquí atacan las asociaciones ecologistas: para llegar a sus consumidores norteamericanos, las botellas deben recorrer una enorme distancia en barco, con el gasto en combustible que eso supone. Y, más grave aún, en esta recóndita isla del Pacífico, casi un tercio de sus habitantes no tienen acceso garantizado a agua potable.

 

Las protestas conservacionistas cogieron vuelo hace un año cuando la conferencia anual de alcaldes estadounidenses aprobó una moción para promover el consumo de agua de grifo. San Francisco secundó una decisión de Los Ángeles para prohibir la compra con dinero público de agua embotellada. Nueva York y Boston financian campañas para lavar la imagen del agua de grifo. Y Chicago ha establecido un impuesto de 10 céntimos de dólar (7 céntimos de euro) por botella para desincentivar su consumo. Una tasa ya recurrida por la patronal estadounidense.

 

«En España, la situación es muy distinta», opone Irene Zafra, secretaria general de Aneabe, la asociación nacional que representa al sector. «La inmensa mayoría del agua embotellada que se consume aquí es de producción local, no hay apenas importación, el coste de transporte es mucho más reducido», señala.

 

En Estados Unidos, más de un tercio del agua embotellada es, simplemente, agua del grifo, tratada o no; un negocio monopolizado por Nestlé y Danone, los dos líderes mundiales. En España, el 96% son aguas minerales naturales. «Lo que se está ofreciendo es un producto absolutamente natural, que no compite ni tiene que compararse con el agua de grifo», explica Zafra. La dirigente de Aneabe recuerda que «está prohibido» tratar el agua que se recoge del acuífero, que tiene que pasar 12 análisis al año, y aduce que su contenido en minerales es beneficioso para algunas dolencias.

 

En cuanto a los reproches medioambientales, la tasa de reciclado del plástico en España es mayor (32,5%) y Zafra subraya el esfuerzo de la industria por reducir el peso de las botellas (ahora son un 45% más ligeras que hace dos décadas) y, de esa manera, el coste energético del transporte. La dirigente de Aneabe recuerda además que otras bebidas incurren en costes similares o mayores, «cuando es mucho más saludable beber agua embotellada». Pese a las críticas, el ritmo de expansión de la industria no decae. En 2007 se consumieron en el mundo casi 190.000 millones de litros, un 47% más que en 2002. España es el séptimo país en consumo por habitante, con 120 litros per cápita. «En la huelga de transporte de junio, lo primero que se agotó en los supermercados fueron las botellas de agua«, recuerda Andrea Gambus, de Wawali, una empresa barcelonesa especializada en la distribución de aguas premium, las top-model del mercado.

 

«Con el agua, está pasando como ocurrió con el vino, hay mucho interés por conocer aguas con características muy singulares», comenta Gambus para glosar un fenómeno que ha dejado de ser noticia: en las cartas de los restaurantes más lujosos, se han hecho hueco aguas que provienen de un manantial bajo un volcán japonés (Finé), de la lluvia recogida en Tasmania (Cloud Juice), o filtrada de glaciares canadienses (Berg). Si el precio del agua mineral más común es entre 350 y 1.000 veces más cara que la que sale del grifo, en estos casos la comparación es disparatada. La botella de la marca estadounidense Bling, decorada con cristales de Swarovksi, pasa por ser la exclusiva del mundo: no se encuentra por menos de 35 euros, casi 40.000 veces más que el precio medio del agua en las ciudades españolas.

 

En España, las críticas apenas se han traducido en iniciativas concretas. La que abandera el Ayuntamiento de San Sebastián desde hace un año es la más llamativa. 70 establecimientos donostiarras se han adherido a su campaña para sustituir las botellas por agua de grifo en los menús. «Aquí el agua de la red es de altísima calidad. Nuestro objetivo es reducir en origen la producción de residuos», señala Victoria Iglesias, directora de medio ambiente de la corporación vasca. «Queremos concienciar al ciudadano de la importancia de un consumo responsable. Es una solución más económica, más respetuosa con el medio ambiente«, defiende Iglesias. El Ayuntamiento predica con el ejemplo: no se compra agua envasada y en las reuniones oficiales el agua, de grifo, se sirve en jarras.

 

«El consumidor debe tener en cuenta el impacto ambiental de una botella, pero en muchas ciudades el sabor del agua de grifo es muy malo«, recalca Rubén Sánchez, portavoz de la asociación Facua. Es un mal generalizado en la costa mediterránea; en Barcelona, por ejemplo, se bebe más agua embotellada que de grifo, según la Agencia Catalana del Agua. «Hay que invertir más en los sistemas de abastecimiento«, mantiene Sánchez. Otra opción contra el mal sabor son los filtros, una inversión que se amortiza en unos cuantos meses.

 

Pero para las asociaciones de consumidores, la principal preocupación es cómo la industria lleva al límite la publicidad. «Hemos denunciado casos en los que se juega con la idea de que el agua embotellada ayuda a adelgazar o que tienen propiedades, como la hidratación, que son comunes a cualquier tipo de agua, mineral o no», explica el portavoz de Facua. «Se ha devaluado la imagen del agua de grifo, cada vez da más apuro pedir un vaso de agua en vez de una botella en los restaurantes», opina Iglesias.

 

Pese a la iniciativa donostiarra, muchos hosteleros son reticentes a ofrecer jarras de agua. La explicación económica es obvia: en la venta de una botella hay margen comercial, el vaso de agua suele ser gratis. La Viña, asociación hostelera de Madrid, planteó hace unos meses que también se pudiese cobrar por el agua de grifo, una cuestión que, además de polémica, es compleja: las normas municipales dificultan la reventa del agua suministrada. Las empresas también rechazan que el uso de acuíferos para envasar agua mineral ponga en riesgo el suministro público de agua. «Apenas usamos el 0,02% del agua subterránea en España«, explica Zafra. «El consumo anual de agua mineral de un ciudadano español es equivalente a tres duchas», añade. Pero en Estados Unidos, donde el equilibrio entre poder público y la iniciativa privada es mucho más precario, ya ha habido problemas de suministro para localidades rurales que se abastecían de acuíferos explotados por embotelladoras.

 

Las denuncias ecologistas sobre problemas similares en países emergentes son habituales. En China, Brasil o Indonesia, el crecimiento del consumo de agua embotellada es vertiginoso. Pero también crece el número de personas que no tienen garantizado el consumo de agua potable. Según la Organización Mundial de la Salud, hay más de 1.000 millones de personas en esta situación. Para reducir a la mitad esa cifra antes de 2015, la ONU abogó por duplicar los 10.000 millones de euros que se gastan al año en sistemas de abastecimiento y alcantarillado. Muy por debajo de los 70.000 millones que se destinan a pagar botellas de agua en el mundo. Si hay un argumento común en los conflictos que se auguran para los próximos años, ése es el acceso al agua. En Tejas, la árida tierra en la que T. Boone Pickens se hizo rico, un dicho popular lo sintetiza así: «Para beber, whisky; para pelearse, agua».

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3 comentarios

  1. esta muy extenso y me es un poco dificil entender pero esta bien que se preocupen por el bien estar de los jovenes

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