Ya os hemos comentado en varios post como, poco a poco, se va comprendiendo mejor la gran importancia de los materiales trasportados por el viento, y en especial de las grandes tormentas de polvo que suelen acompañarlas en numerosas ocasiones, cuando proceden de ambientes áridos y semiáridos. Un fascinante ejemplo lo mostramos en esta contribución: “El misterio de los Iberulitos”. Del mismo modo os hicimos saber como, algunos expertos norteamericanos en ciencias atmosféricas, defienden que en los años que llegan más tormentas de polvo sahariano al atlántico de huracanes, las costas del caribe sufren menos huracanes y de menor intensidad. También deberemos hablar algún día de la lluvia de organismos vivos que pueden transportar a grandes distancias y depositarse en el suelo por la acción del agua y viento. Varios de ellos son patógenos, como veremos hoy. Tal hecho, desafía las doctrinas actuales a la hora de dar cuenta de la trasmisión de diversas enfermedades infecciosas, tanto para el hombre, como en las que afectan a animales y vegetales generando pestes. El 16 de Noviembre de 2008, mientras yo casi me despeño en los Andes (ya os lo narraré un día, porque casi no lo cuento), el Rotativo “El País” se hacía eco de la siguiente noticia (escrita por Rafael Méndez): “El virus que llega con el viento”. Veamos de que trata, ya que atesora su interés.

 

 

 

El virus que llega con el viento

Fuente: El País 16 De Noviembre 2008

 

Las tormentas de polvo ya son de por sí insalubres para el ser humano, por cuanto los aerosoles que contienen generan graves problemas respiratorios en personas más sensibles, como lo son ancianos, criaturas, alérgicos, asmáticos, etc. Todos sabemos que muchos microorganismos patógenos se trasmiten por el aire. Ahora bien a largas distancias ya es otro asunto menos investigado. Se ha mostrado que viento y agua arrastran hasta el suelo abundantes y diversos tipos de microorganismos (además de esporas, polen y otros cuerpos biogénicos), algunos de los cuales podrán ser patógenos. Sin embargo, este último hecho probablemente no ha recibido la atención que merece. Si realmente los mosquitos transmisores de los brotes epidémicos de la lengua azul que afectan al ganado (ver noticia a bajo) han viajado cientos de Km. con las arenas sahelianas o saharianas, cabe sospechar que otros muchos puedan hacerlo, con independencia de que sean patógenos de vegetales, animales y el propio ser humano. Puritita “Guerra Biológica Natural”. No inventamos nada. Esta línea de investigación resulta ser, a efectos prácticos, una “terra incógnita”.  Quizás un análisis más detalladazos de los aludidos iberulitos nos pudiera mostrar una forma compleja de vehicular biomaterial potencialmente peligroso. ¿Podrían también trasportar las corrientes de aire algunas de las denominadas especies invasoras? Vayamos pues a la noticia sin mayores demoras. Lo del cambio climático ni lo comento ya que es la coletilla pseudocientífica que cubre todo tipo de noticias con vistas a darles mayor visibilidad. Eso si lo de ¿salgamos a tomar el aire!………. ¡Cuidado!.

 

Juan José Ibáñez

 

El virus que llega con el viento

En el año 2000, los ganaderos de Menorca y Mallorca se enfrentaron a una enfermedad que desconocían. Sus ovejas perdían fuerza, sufrían altas fiebres e infecciones pulmonares. A menudo, perdían las crías. Tuvieron que sacrificar miles de ovejas e inmovilizar el ganado para evitar que la «rara enfermedad» de la que hablaba la prensa saltase a la Península. Al principio nadie lo sabía, pero después de casi 40 años la lengua azul había vuelto a España. Y esta vez, para quedarse.



El catedrático de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid José Manuel Sánchez Vizcaíno recuerda que el Gobierno y los expertos estaban convencidos de que ese brote llegó desde Cerdeña, «que llevaba meses con casos». La idea dominante era que la enfermedad había llegado de alguna forma extraña, probablemente en barco. Sin embargo, Sánchez Vizcaíno y su equipo acaban de dar con la clave de la aparición de ése y de los focos posteriores. El 24 de julio de 2000, los satélites de la NASA fotografiaron una gran nube de polvo que viajaba de Túnez a Cerdeña, y que la cola de la nube tocó Baleares. «Estamos convencidos de que esa nube de polvo dejó alguna carga de virus en las islas. Como era menor que en Cerdeña, tardó más en aparecer la enfermedad, y por eso parecía posterior». Vizcaíno presentó este verano en un congreso de veterinarios europeos sus conclusiones. «Se creía que el mosquito que transmite el virus de la lengua azul viajaba ayudado por el viento, pero no estaba relacionado directamente con las nubes de polvo sahariano», explica Vizcaíno.


El mosquito que transmite la enfermedad y que trae en jaque a ganaderos y autoridades se llama culicoide y es diminuto. «Se pueden ver nubes en la carretera. Son negros y muy pequeños y, a veces, si uno va en coche y se para, se acercan porque buscan el calor». De forma natural pueden volar unos 60 kilómetros, pero dentro de las grandes nubes -las que llevan suficiente virus para causar un brote- vuelan cientos de kilómetros entre la arena.


Vizcaíno y su equipo analizaron miles de datos sobre las nubes de polvo del desierto que desde 2004 han llegado a España. Son bien conocidas porque el Barcelona Supercomputing Center tiene un programa informático sobre el movimiento de las partículas de arena para predecir la contaminación en las ciudades. Además de la nube de 2000, que introdujo en España el serotipo 1 de la enfermedad, vieron que en la llegada del serotipo 4 en 2004 y del serotipo 1 en 2006 seguían un patrón común: «Había un brote de estos serotipos en el norte de África, una gran intrusión de polvo y a las semanas un brote en España, en las zonas climáticamente aptas para el mosquito».


Blanco y en botella. «Creemos que hemos identificado con precisión qué nubes de polvo trajeron esos brotes», señala Vizcaíno. Y concluye: «El viento es nuestro peor enemigo para los brotes que vienen de África«.


El director general de Recursos Agrícolas y Ganaderos del Ministerio de Medio Ambiente y Rural, Carlos Escribano, explica que España está en una de las peores zonas. Por el norte y en camión llegan los serotipos que desde hace cuatro años azotan el norte de Europa. Y es que la enfermedad, transmitida por un mosquito tropical, estaba ascendiendo ayudada por el calentamiento. Y por el sur y gracias al polvo del desierto, llegan los serotipos africanos. Para los primeros se pueden poner controles en la frontera. Para los segundos no hay nada que hacer. La información ya se está aplicando: «En cuanto tenemos un foco miramos el satélite«. El ministerio busca si las semanas anteriores ha entrado polvo que arrastra enjambres de mosquitos. Esa información puede servir para acelerar la vacunación en determinadas zonas.


Por eso, erradicar la lengua azul parece una lucha condenada, como explica Vizcaíno: «Cuando controlamos un serotipo llega otro desde África, ya que no podemos frenar el viento. La mejor opción que tenemos es diseñar vacunas polivalentes, que sirvan para varios serotipos». Con la globalización y el calentamiento los científicos creen que vendrán más enfermedades (unas nuevas y otras viejas). La fiebre del valle del Rift, que afecta al ganado, pero también a las personas, y para la que no hay vacuna, puede ser la siguiente.


Autor:   Rafael Méndez

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2 comentarios

  1. desearia mas informacion sobre la epidemia causada por el mosquito que produce la enfermedad procedente del africa lo cua deberian los organizmos a nivel mundial prestarle mas atencion a la problematica o mejor pandemia mundial, en vez de destinar tantos millones de dolares a la guerra.conciecia……………….

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