Cuando en un ecosistema de sabana se impide de entrada de mamíferos, cambia completamente su estructura. La sabana desaparece siendo reemplazada por un bosque subtropical seco muy cerrado. Investigaciones recientes relacionan la respuesta vegetal con la diversidad de los suelos del área afectada.

 

Se sabe desde hace tiempo que sin mamíferos no hay sabana. Ya hace muchos años que se detectó en espacial el papel de los elefantes en el mantenimiento de las estructuras de la sabana africana. Como en Latinoamérica no existen grandes rebaños de mamíferos salvajes no surgen sabanas, como las africanas. Se trata de un tema apasionante, por cuanto hasta el Neolítico muchos bosques de Europa poseían grandes rebaños de herbívoros y sus depredadores asociados. ¿Cómo serían entonces sus paisajes?: ¿sabanoides o cerrados? Este post será la antesala de otro, en que os expondremos nuestra conjetura. 

 

 

 

Elefantes en una Sabana de Kenia. Fuente: Animal Planet

 

Cuando se busca información en la lengua del imperio, conviene a menudo sustituir el vocablo sabana por el suahileño “forest park”. Quedáis advertidos. El otro día, leyendo Eurekaert, me tope con una nota de prensa en cuya cabecera se podía leer: “Airborne ecologists help balance delicate African ecosystem”. Se trata de un resumen de un artículo de la prestigiosa Revista PNAS que podéis bajaros pinchando en su propio Título:

 

Large-scale impacts of herbivores on the structural diversity of African savannas

 

Gregory P. Asner1, Shaun R. Levick, Ty Kennedy-Bowdoin, David E. Knapp, Ruth Emerson, James Jacobson, Matthew S. Colgan, and Roberta E. Martin

Department of Global Ecology, Carnegie Institution, 260 Panama Street, Stanford, CA 94305

 

Tras leer tanto la nota de prensa como el artículo, tengo la impresión que quedan varios cabos sueltos, y en especial aquellos afectan los razonamientos que se vierten sobre el papel de los suelos. En realidad, el trabajo nos informa muy indirectamente del medio edáfico, por cuanto se habla de sustratos graníticos poco fértiles y arenosos, frente a los volcánicos muy fértiles y arcillosos. Sin embargo, la argumentación de los autores se fundamenta en los aspectos de fertilidad y las precipitaciones que caen en las áreas estudiadas, soslayando la componente textural, es decir que los suelos arcillosos retienen mucha mayor humedad que los arenosos, a la par que son más sensibles a la compactación por el pisoteo de los mamíferos de gran tamaño. No comparto para variar el triunfalismo de la nota de prensa, ya que pongo en duda que el estudio sea de gran utilidad con vistas a la conservación de los ecosistemas, si bien ofrecen datos de indudable interés. En cualquier caso. para todos aquellos que requieran más detalles les remitimos al artículo original. El estudio, monitorizado en el tiempo, fue realizado haciendo uso de sensores remotos.

 

Desde luego, comenzar proclamando que se trata de un nuevo tipo de ecología no deja de ser más que una solemne estupidez. Pero vayamos al meollo de la cuestión. Algunos datos que comentaré proceden de la nota de prensa, pero otros los he extraído del artículo original, por lo que no los encontrareis abajo, sino allí. Como ya os ha comentado, al excluir los grandes herbívoros el bosque se cierra (los autores no comentan el papel de especie clave que los elefantes generan en tales cambios, ya demostrado sin discusión en investigaciones previas). También me preocupa la falta de comentarios sobre la carga de animales en las zonas de las que no se excluyeron los grandes herbívoros. Esta dependería de la densidad de depredadores, incluido el hombre. Por tanto, no puede saberse a ciencia cierta si se produce o no un sobrepastoreo. En la foto de abajo, a la izquiera, se observa la estructura de la vegetación de la sabana sin herbívoros, mientras que a la derecha con ellos.

 

Lo cierto es que las sabanas pastoreadas poseían una estructura muy diferente que las que si lo eran. Las primeras atesoraban una mayor biomasa vegetal, heterogeneidad estructural etc. (ver imagen). Nada nuevo bajo el sol. Los autores nos hablan de que surgían dos niveles paisajísticos diferentes sobre los cuales el pastoreo generaba patrones espacio-temporales distintos, el primero era más amplio y contemplaba los tipos de suelos (a cualquier cosa le llaman edafotaxa), mientras que el segundo se vislumbraba al nivel de una heterogeneidad de detalle inducida por la disposición de la vegetación en paisajes ondulados, es decir de colinas. Hablamos en términos edafológicos de las conocidas toposecuencias. Las zonas pastoreadas no lo eran con igual intensidad, padeciendo un uso más intenso las más ricas en nutrientes. Desde hace tiempo se sabe que la calidad del forraje depende de la fertilidad del suelo. Los herbívoros no son tontos y prefieren disfrutar de un manjar que apañarse con un plato de escasas calorías y pobre en nutrientes. Por lo tanto, la sorpresa de estos investigadores deviene más de su ignorancia que de un verdadero “descubrimiento”. Por tal razón, los suelos arcillosos sobre los sustratos volcánicos padecían más manchas o calveros, probablemente debido más a la compactación de los suelos arcillosos que al propio consumo de las plantas silvestres forrajeras, cuestión que omiten también de su desiderata (de suelos ni idea).

 

 

 

Caption: 3-D images of African savannah vegetation in areas from

which large herbivores have been excluded (left) and allowed access

(right) give researchers a detailed picture of the ecological impact of

the herbivores. The researchers can quantify not only the amount of

vegetation change but also structural changes in the habitat. Fuente:

Asner Lab, Carnegie Institution

 

A nivel de ladera, descubren nuevamente la dinamita, al informarnos de que en los fondos de valle se notaban más las repercusiones que en las laderas. Habría que documentarles sobre el efecto del lavado lateral de nutrientes y sedimentos finos hacia los fondos de valle, que por estas razones y los cauces cercanos, disfrutan de una mayor humedad y por lo tanto una mayor producción primaria prolongada en el tiempo, así como su papel de abrevaderos para saciar la sed de los herbívoros. Todo esto se observa perfectamente en una Dehesa española: bosque abierto al estilo de una sabana en donde se crían los toros de lidia. Empero sigue intrigándome la mayor extensión de los calveros en los suelos arcillosos: ¿no se debería más a una sobrecarga de las manadas?. Dudo mucho que en una sabana equilibrada, en lo que respecta a su cadena trófica, ocurra este tipo de degradación física del suelo, ya que de ser así no podría considerarse sustentable, y como corolario los ecosistemas naturales habrán cambiado hacia otro estado de equilibrio que sí lo fuera.

 

Aciertan, en mi opinión los autores al apuntar que, por “atesorar” menos biomasa, las áreas pastoreadas, debían ser menos sensibles a los efectos de los incendios naturales. De acuerdo. Cuanta más biomasa atesore un ecosistema en su estación seca, más susceptible será de sufrir incendios de gran gravedad. Recordemos también que los aborígenes de la región suelen apelar al uso del fuego para clarear la sabana y fomentar la fertilidad para el crecimiento del pasto. Reitero que su ¡discurso sobre el rol del medio edáfico no me convence en absoluto al soslayar las muy dispares propiedades hidrológicas de los suelos arenosos frente a los arcillos (al retener agua por mayor tiempo amplían su periodo fenológico y productividad), centrando toda su atención en la química (fertilidad). Quien desee saber más, y domine el suahili, tiene el artículo original a su disposición para ello. Y termino con la pregunta inicial ¿Cómo debían ser los ecosistemas mediterráneos y templados cuando albergaron grandes manadas de herbívoros y depredadores? En breve os ofreceré mi visión del tema.

 

Juan José Ibáñez    

 

Airborne ecologists help balance delicate African ecosystem

Stanford, CA— The African savanna is world famous for its wildlife, especially the iconic large herbivores such as elephants, zebras, and giraffes. But managing these ecosystems and balancing the interests of the large charismatic mammals with those of other species has been a perpetual challenge for park and game mangers. Now a new study published in the Proceedings of the National Academy of Sciences reports the successful test of new remote-sensing technology to monitor the impact of management decisions on the savannah ecosystem.

 

«These African savannas are extremely complex,» said lead author Gregory Asner of the Carnegie Institution’s Department of Global Ecology. «On the ground they are notoriously hard to assess in terms what management decisions, such as controlling fire and large herbivore populations, are doing to the entire ecosystem.»

 

The aircraft-based Carnegie Airborne Observatory (CAO) combines a laser-based 3-D mapping system with high-fidelity imaging spectrometers to create detailed 3-D maps of vegetation over large areas at high resolution (approximately 50 centimeters). For this study, the research team surveyed the vegetation of about 4,000 acres of savanna in Kruger National Park, South Africa. Included in the survey were areas of different soil types and experimental plots where all herbivores larger than a rabbit had been excluded for periods up to 41 years, allowing researchers to discern the effects of both soils and large herbivores on savanna vegetation.

 

Not surprisingly, the CAO survey found less plant growth and more bare ground in areas where large herbivores had been allowed to graze, compared to areas from which they had been excluded. But the 3-D mapping capability of the CAO revealed differences in the structural complexity of vegetation between herbivore and herbivore-free areas. This has implications for the types of other species these areas are likely to support. And by quickly and precisely quantifying the vegetation differences from the air, the CAO team demonstrated the potential of the new technology as a management tool.

 

«We are really creating a new way to do ecology,» said co-author Shaun Levick. «What we’re doing is collecting data for thousands of acres at extremely high 3-D resolution and getting clear answers for the first time as to what different management decisions do in the ecosystem.»

 

Among the surprises in the study’s results is that the impact of the large herbivores on vegetation cover is highest in areas where the soil had the highest concentration of nutrients, not areas with poor-quality soil. The researchers interpret this to mean that herbivores concentrate their feeding in areas of high-quality forage, so these areas suffer a disproportionate impact.

 

The team is preparing a similar study on the effects of fire on savanna vegetation in Kruger Park, according to Asner. «There have been decades of excellent ground-based research on how different policies regarding fire and wildlife management play out,» said Asner. «But the savanna ecosystem is spatially very complicated. With the CAO I think we’re getting a picture of the large-scale impact of management decisions. That’s what makes this series of studies unique.» (…)

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4 comentarios

  1. […] En cualquier caso, no debemos olvidarnos de esos gigantones mamíferos a los que llamamos elefantes. Ellos son los que permiten la apertura del bosque cerrado para generar pastos arbolados, cuando estos desaparecen los bosques de acacias vuelven a cerrarse, perdiéndose gran parte de la espectacular belleza que les confiere esos magníficos ensamblajes faunísticos que atesoran, como ya os explicamos al hablar de las Sabanas Africanas. […]

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