Dedicado a Alfredo Pérez González

 

En periodos previos del cuaternario, la península Ibérica, parece haber albergado espacios abiertos con una megafauna semejante a la que hoy disfruta la sabana africana. En aquellos periodos interglaciares este territorio disfrutaba de un clima Mediterráneo, aunque no necesariamente igual que el actual. ¿Se puede hablar de una sabana mediterránea a semejanza de la que atesora el continente africano? En este post apuntamos brevemente algunas evidencias que apoyan tal conjetura.  

 

Llevaba tiempo intentando escribir este post, aunque lo he ido relegando sine die. Aprovechando que ayer colgué un post sobre la relación entre edafodiversidad, grandes mamíferos y vegetación en las sabanas surafricanas, considero que ha llegado el momento de redactarlo. Hace años, aprovechando un evento (CONAMA) José Luis González Rebollar (EEZ, CSIC, Granada) y el impresentable administrador de esta bitácora ya expusimos la conjetura de la posible existencia en la Península Ibérica deSabanas Mediterráneas”, semejantes a las actuales africanas. Se trataba de las conclusiones de un grupo de trabajo sobre biodiversidad cuyo contenido podéis encontrar pinchando aquí. No se trata de una hipótesis descabellada, por cuanto existen evidencias indirectas que nos llevaron a José Luis y a mí, de forma independiente, a plantearnos tal posibilidad. Como él sabe más que yo de estos temas, tal coincidencia me alivió. ¡No!. No estaba loco. Durante diversos periodos del cuaternario amplias regiones de la Península Ibérica pudieron albergar sabanas repletas de herbívoros y sus depredadores. Tal posibilidad no solo concierne a interglaciares cálidos (que atesoraban un clima mediterráneo), sino también a los períodos glaciares, como estepas frías más o menos arboladas, pero con una megafauna nada despreciable y repleta de Mamuts.

 

 

 

Sabanas y el papel clave de los elefantes: Fuente Fantastic Australia

 

José Luis es ecólogo vegetal y pastoralista. Yo, ya sabéis, un miserable edafólogo (al menos a los ojos de nuestros gestores en materia de política científica). Me gusta la paleontología. Leo de vez en cuando algunos libros y artículos. Algo me intrigaba. Numerosas excavaciones arqueológicas (abajo os muestro algunos ejemplos) muestran la presencia de una megafauna muy variada que incluye grandes herbívoros que suelen vivir en manadas muy numerosas y sus depredadores, tigres de sable, leones (o sus ancestros), etc. Se ha venido suponiendo que la Península Ibérica estaba esencialmente constituida por masas forestales (al menos en los interglaciares). Sin embargo, si es así, ¿Cómo podía habitar tal ensamblaje de mamíferos, adaptado a los espacios abiertos? Análisis polínicos de los sedimentos de aquellas épocas han mostrado también la existencia de ambientes principalmente herbáceos, en alternancia con otros forestales. Lamentablemente, aun no disponemos, que yo sepa, de paleo-reconstrucciones espaciales lo suficientemente nítidas como para entender con precisión la estructura de aquellos paisajes. Sin embargo, como veréis más abajo, no somos los únicos que utilizamos el término sabana. Veamos algunas de las evidencias indirectas en las que apoyamos nuestra hipótesis.

 

 

 

Sabanas Africanas: Etosha Nacional Park

 

Las dehesas, espacios arbolados aclarados de encinas, alcornoques y en menor medida robles y quejigos, atesoran una biodiversidad de plantas pascícolas difíciles de entender en el caso de que nuestros antepasados aclararan el bosque para la cría de ganado y una agricultura incipiente. Pensar que tal diversificación florística acaeció en tres o cuatro mil años se me antoja más descabellado que conjeturar que se trata de una herencia paleoambiental que el ser humano aprovecho cuando comenzó a domesticar ganados y plantas. El sustrato estaba allí y las culturas neolíticas intentaron extraer beneficio de el, y con éxito.

 

 

 

Vegetación de Sabana en el Serengeti. Fuente: Kodiak Images

 

Del mismo modo, la Península Ibérica posee un gradiente latitudinal que permitiría a aquella megafauna emigrar de norte a sur durante el invierno y en dirección contraria en el estío. De hecho, los rebaños ovinos de la mesta utilizaron tal estrategia migratoria en tiempos modernos. Personalmente, tengo el presentimiento de que quizás los pasos montañosos que utilizaron los últimos bien podían ser (más o menos) los mismos por los que pudiera haber transcurrido la fauna de mamíferos de la presunta sabana mediterránea.  De cualquier forma, si bien es cierto que se trata de una mera conjetura, también los defensores del bosque primigenio (que debía acantonarse principalmente en las cadenas montañosas), necesitarían demostrar la plausibilidad de compaginar bosques cerrados y megafauna, aspecto del que no tengo noticia alguna. De hecho testimonios de la época del imperio romano afirman que se encontraron leones en Gibraltar hace menos de 3.000 años (¿será cierto?)

 

Obviamente os preguntaréis, si Juanjo tiene razón, porque razón se extinguieron y cuando. Por supuesto, que no tengo respuestas, pero la más socorrida hoy en día, es decir un cambio climático, no me seduce nada, ya que si resistieron previamente cambios drásticos glaciares-interglaciares, no veo la razón para que uno de ellos desmantelara todo el paisaje y sus animales. Cierto es que pudo ser un periodo glaciar muy drástico (el último de ellos –Würmiense– lo fue) y abrupto pudo ser la razón. Sin embargo, me inclino a pensar que (sin excluir de pleno la anterior posibilidad) el ser humano pudo ser la causa o colaborar sinérgicamente en tal extinción. 

 

 

 

León tras cazar una cebra. Fuente: Inmagine the Diference

 

Como os comente en el post sobre las sabanas africanas y los suelos, se ha demostrado reiteradamente que los elefantes (o en su caso mamuts) son elementos clave para que la sabana no se cierre y termine inexorablemente generando un bosque cerrado, al menos en la actualidad. Posiblemente, de existir una relación entre una mutación del paisaje de bosque abierto a cerrado bien pudiera haber sido paralela a la extinción de estos bellos animales.   

 

Reitero que se trata de una conjetura, y ya que mi “antiguo amigo” Alfredo Pérez González, ha intervenido en una de las noticias que abajo os incluyo, le dedico el post a él. Entiendo su enojo conmigo, aunque él no hiciera lo mismo con las razones que me llevaron a  nuestro desencuentro. Es un investigador de primera línea, no me cabe duda. Vayamos pues con algunas evidencias indirectas que he extraído simplemente de noticias muy recientes.

 



Paisaje de Sabana en el Kilimanjaro. Fuente: Kodiak Images

 

 

Hienas en la sierra de Madrid

Los neandertales compitieron de forma feroz con la fauna africana en Pinilla del Valle. Diario Publico. MARÍA JESÚS CORRALES – Madrid – 22/02/2009 21:40

 

Hace 100.000 años, los neandertales de la Península Ibérica convivían y se alimentaban de animales que hoy habitan en África, como hienas manchadas, leones, panteras o rinocerontes. Pero, además, los paleontólogos del conjunto de yacimientos de Pinilla del Valle, en la sierra de Madrid, han encontrado fósiles de animales tan termófilos que sólo sobreviven en climas cálidos y húmedos como la tortuga mediterránea (Testudo hermanni) o el puercoespín.

 

Era un pedazo de África en el interior peninsular, y a más de mil metros de altitud, en el entorno del río Lozoya. Los investigadores estudian ahora el papel determinante que tuvo el clima en la singular presencia de estos animales templados.

 

«La tortuga mediterránea no puede reproducirse en zonas como esta porque las temperaturas impiden que los huevos eclosionen; no lo hacen por debajo de los 22ºC. Este hecho ya es significativo respecto a la climatología de la zona», explica Juan Luis Arsuaga, paleontólogo y codirector de la excavación junto al arqueólogo y director del Museo Arqueológico de Madrid, Enrique Baquedano, y el geoarqueólogo Alfredo Pérez González.

 

De hecho, se han datado fósiles de la misma época en yacimientos meridionales como en Barcelona pero no en el centro de la Península ni a tal altitud. En la actualidad, esta especie de tortuga se encuentra en España sólo en ciertos puntos de la costa catalana y en las islas Baleares.

 

La presencia de la tortuga mediterránea y el puercoespín coincide, además, con numerosos ejemplares de gamo (Dama dama), que confirman esas condiciones climatológicas y aportan información sobre un ambiente boscoso mediterráneo, que los análisis polínicos deben corroborar.

 

Un yacimiento «único»

Arsuaga califica el yacimiento como «único» debido a la superabundancia de gamos, porque a esta especie «pertenece la mayor parte de los fósiles de herbívoros encontrados, más de la mitad, en una abundancia comparable a un yacimiento situado en Israel o el Mediterráneo Oriental, no al interior peninsular», afirma.

 

La zona debió de ser una especie de paraje africano, con condiciones ambientales similares a la actual costa mediterránea, y en el que los neandertales y los animales carnívoros como hienas, leones, panteras, linces y osos pardos (Ursus prearctos) competían de forma feroz por piezas como los gamos, pero también por rinocerontes, uros, caballos, corzos, ciervos y rebecos. Sus fósiles son los que ahora analiza el equipo de la excavación.

 

Según el herbivorista de Pinilla, Diego Álvarez, las especies de herbívoros halladas en el yacimiento, y los estudios paleoambientales realizados, indican una climatología templada y un ambiente compuesto por zonas boscosas, donde se encontrarían el gamo, el jabalí, el corzo y el uro; áreas cubiertas de vegetación herbácea, que ocupaban caballos y rinocerontes; y áreas de cumbres y riscos que proporcionarían su hábitat al rebeco.

 

Leones, panteras y osos pardos luchaban por gamos y ciervos

Otra valiosa información que analizan minuciosamente los micropaleontólogos es la de más de treinta especies de micromamíferos de la Cueva del Camino una de las tres que conforman la excavación, porque los restos de los pequeños mamíferos aportan importantes datos sobre la reconstrucción del medio ambiente en épocas pasadas, debido a su rápida adaptación a los cambios ambientales.

 

Predominan el topillo mediterráneo, el topillo campesino y el conejo. La Cueva del Camino es el yacimiento más diverso de la Península en cuanto a microfauna, según César Laplana, especialista en roedores fósiles del Museo Arqueológico Regional de Madrid.

El hallazgo de todos estos fósiles hizo pensar a arqueólogos y paleontólogos que el yacimiento podía ser más reciente de los 200.000 años en que se había fechado en un principio por los primeros investigadores del proyecto, que el actual equipo empezó a dirigir en 2002.

 

Se han utilizado pruebas de termoluminiscencia datación por radiación para saber en qué momento fueron habitadas las tres cuevas. Así han podido probar que las hienas ocuparon la cueva del Camino hace 90.000 años, y la de la Buena Pinta, hace 63.000, mientras que los neandertales vivieron en el abrigo de Navalmaíllo hace 77.000. «Desde Camino hasta Buena Pinta vamos hacia un progresivo enfriamiento, lo que indica que se ocuparon en momentos distintos», explica Baquedano.

 

La Cueva del Camino es el yacimiento más diverso de la Península en cuanto a microfauna

La presencia de restos de animales tan marcadores del clima ha llevado a algunos paleontólogos a pensar que en ese momento se produjo un pico cálido incluso mayor de lo que se esperaba en el caso de Pinilla, según Nuria García, una de las paleontólogas de la excavación.

 

Los expertos barajan la posibilidad de que la situación del yacimiento, encajado en el valle del Lozoya, hubiera favorecido un microambiente durante esa época. Sin embargo, esa ubicación no sirvió a sus habitantes para librarse de las condiciones extremas de frío durante las glaciaciones del Cuaternario.

 

Fue precisamente un gran cambio climático a finales del Pleistoceno el que acabó con aquella numerosa y diversa fauna, que también se transformó con el clima. Desaparecieron muchos de los herbívoros y carnívoros, incluso las voraces hienas, «por una combinación de tres factores: el cambio climático, el cambio de fauna y la competencia por las presas con los homínidos», apunta Baquedano. Una batalla que, al final, ganó el homínido.

 

Aclaremos, para todos aquellos que no conozcan la zona, que este enclave se encuentra en un valle encajado en la Sierra de Guadarrama, unas decenas de kilómetros al norte de Madrid (España). Se trata pues de un ambiente entre montañas, hábitat no muy proclive para atesorar la megafauna que se desarrolla mejor en grandes llanuras. Sospecho que, como mucho, el ensamblaje de la megafauna del lugar no debía ser tan rico como el de las mesetas, de vivir allí permanentemente Sin embargo, como área de tránsito…….  Indiquemos, para precisar un poco más, que las especies arbóreas no debían ser las mismas, pero la estructura del ecosistema sí.  

 

Pero pasemos ahora a otra noticia del Sur de España (Andalucía). Dejemos constancia primero que las fechas son distintas. Sin embargo, no se trata de correlacionar yacimientos, si no de echar una rápida mirada retrospectiva por el cuaternario peninsular. Se trata de la que llave por título: Orce, Un Safari Prehistórico, escrita en el blog Sopa de Ciencias que exponemos más abajo. Ésta, enlaza con una página Web, del mismo nombre es decir Orce, Un safari prehistórico cuya cabecera reza así: “En Orce, donde hace más de un millón de años había un enorme lago y una sabana, ahora se encuentran los mejores y más grandes yacimientos del cuaternario

 

 Tras el paisaje árido e inhóspito de la cuenca de Guadíx-Baza, al sur de la Península Ibérica, se esconden numerosísimas pistas para saber cómo fue Andalucía hace más de un millón de años. En las laderas y barrancos de la cañada de Vélez afloran gran cantidad de yacimientos de fósiles de animales e industrias líticas, que han llegado hasta nuestros días gracias a que la zona era un enorme lago de aguas someras en el Cuaternario. Elefantes, tigres dientes de sable, enormes hipopótamos, hienas gigantes y restos de actividad humana han sido recuperados de estos yacimientos y nos demuestran que Orce era una gran sabana parecida a las que hoy en día se encuentran en África.


Ciencia Digital tuvo la suerte de visitar la zona acompañando a los investigadores encargados de las excavaciones. Y con lo aprendido desarrollamos la infografía multimedia “Orce, un safari prehistórico” para el portal “Andalucía Investiga”
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Imaginemos que el ser humano hubiera respetado los ecosistemas de sabana. ¿Existiría tal megafauna en la actualidad o se habrían extinguido por falta de un hábitat propicio? Considero que sí, teniendo siempre presente los cambios lógicos relacionados con climas algo distintos. En muchos libros sobre extinciones masivas de faunas llevados a cabo en otros lares, se constata con harta frecuencia la desaparición abrupta de los animales de gran tamaño, con la llegada de ciertas culturas humanas. Más aun, tales eventos distaron mucho de ser sincrónicos. Pero todo esto son especulaciones mías, ¿vale?.   

 

Juan José Ibáñez

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7 comentarios

  1. Me ha servido de mucho esta información para un trabajo del instituto de 2º de la E.S.O. muchas gracias!

  2. Lo que planteais aquí tiene mucha más trascendencia ecológica y económica de lo que a primera vista pudiera parecer. Va a haber que diseñar patrones de gestión para las grandes llanuras de clima mediterráneo, que constituyan, o puedan constituir en el futuro, una alternativa a la agricultura industrial. La crisis, decadencia y regresión de esta van a ir más a medida que suba el precio de la energía.

    En general los bosques secos y subhúmedos tienden a sabanizarse cuando cuentan con una megafauna amplia y completa: El efecto combinado del fuego, la pastación y el ramoneo; regulados estos últimos por la depredación; da lugar a ecosistemas semiabiertos en los que predomina el estrato herbáceo, hay una cobertura arbórea más o menos densa pero discontínua y los estratos arbustivos quedan en un papel marginal. La disminución de la biodiversidad en estos últimos queda compensada sobradamente por el incremento en los otros dos: En el herbazal se abren nichos ecológicos nuevos, menos amplios y más precisos, que desde luego y como muy bien decíis solo pueden rellenarse a lo largo de cientos de milenios de evolución. Por lo que respecta a la configuración del arbolado cobra importancia la resistencia al ramoneo y la pierde la competencia interna, por eso mientras el bosque clímax tiende a ser monoespecífico o a contar con un número muy discreto de especies arbóreas dominantes, la sabana resultante puede albergar más especies y en proporciones más equilibradas. Una sabana será siempre algo menos productiva en términos brutos que el bosque matriz, pero su manejo económico resulta mucho más cómodo y ofrece una gama de productos más amplia y equilibrada: Madera, leña, paja, fruta, setas, verdura, miel y carne. Su aprovechamiento turístico es también más fácil e inmediato. Otro efecto importante de una sabanización llevada a buen término es la resistencia de la vegetación a los incendios, que en condiciones óptimas correrían solo por el herbazal recortado, sin entidad suficiente para alcanzar el grueso el ramaje arbóreo. Actualmente existen sabanas; o digamos que al menos ecosistemas sabanoides; en el Sureste Ibérico. Estas se desarrollan de forma natural y sin a penas presión de ramoneo. Ocupan sobre todo el termomediterráneo semiárido, en posiciones de ladera poco soleada y tambien antiguos campos en llanura de ombrotipo seco, siempre en termomediterráneo. Aquí los veranos son secos y muy largos, y los inviernos muy suaves. A penas hay pausa por frío y el herbazal; denso, alto y muy complejo; domina y elimina al matorral desecable en muchos casos. El estrato arbóreo de estas comunidades consta de pinos carrascos y acebuches, y se desarrolla una garrida espinosa donde hay algunos perennifolios como el palmito y el enebro cada, pero predominan los caducifolios verdes en invierno como Calicotome intermedia, Asparagus albus y Periploca laevigata…

    Hay un movimiento incipiente en todas latitudes templadas para reconstruir las megafaunas perdidas del pleistoceno, utilizando para ello las especies supervivientes que más se parezcan en cada caso a las ancestrales. Esgrimen argumentos ecológicos para apoyar sus propuestas, pero también y cada vez más de tipo económico… Cuando viajo por Aragón y las Castillas me gusta superponer mediante la imaginación paisajes de sabana a las desoladas llanuras cerealistas, y sinceramente creo que la gente saldría muy beneficiada en todos los aspectos si algún día se hicieran realidad.

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