Sequía y Decadencia de Civilizaciones

Ya comentamos en otros post como el Neolítico se inició gracias al control del sistema suelo-planta, mientras que la emergencia de civilizaciones dependió, en gran medida, del adecuado manejo del sistema suelo-planta agua. Es decir, hablamos de la irrigación. La noticia que os ofrecemos hoy nos informa (personalmente hablaría de hipótesis) de que la dinastía Ming sucumbió a causa de las sequías. Sin embargo, no debemos olvidar que lo mismo se ha conjeturado sobre la Mesopotámica, Maya, etc. etc. Resumiendo, los expertos parecen coincidir en que el manejo del agua, sujeta siempre a las inclemencias del clima, ha marcado la historia cíclica de la evolución de la humanidad en los últimos miles de años. De ser cierto, todo parece apuntar a que cuanto más sofisticadas son las sociedades, más frágiles parecen ser frente a los eventos catastróficos. Materia que debería preocuparnos.

Monte Albán Ruinas del Pueblo Zapoteca Oaxaca México

Ruinas Zapotecas de Monte Albán (México) con sofisticados sistemas de irrigación. Foto. J. J. Ibáñez


Vivimos en una sociedad muy avanzada tecnológicamente. Acabamos de sufrir en Europa un caos de serias consecuencias económicas por un suceso bastante nimio, como la erupción del Volcán Eyjafjallajokull, hace unos días en Islandia. Habría que recordar también que si tal volcán hubiera lanzado a gran altitud una mayor cantidad de cenizas volcánicas y bajo condiciones atmosféricas idóneas, el problema hubiera sido muchísimo más grave, afectando a una buena parte del globo. ¿Consecuencias?: sucesos parecidos a  los denominados “año sin verano de 1816” y el menos conocido “año sin verano de 1783”. Es decir crisis global “once again”. Y no olvidemos que no se trata de eventos altamente improbables, por cuanto pueden acaecer una o dos veces por siglo, en promedio. Me temo que este último riesgo no ha terminado, aunque tarde en producirse unos decenios, o mañana.

Existe otro evento astronómico que podría generar más que serios problemas a nuestra civilización, aunque no a las anteriores. Ya se produjo en el siglo XIX. Sin embargo la sociedad de aquellos tiempos lo asimiló mejor, debido a que su dinámica económica no dependía de tecnologías como la electricidad y telecomunicaciones. Como habrá que hablar del tema, en su momento, digamos que me refiero al gran eructo solar. Pero sigamos.

La agricultura bajo riego, permitió, grandes incrementos demográficos, la exclusión de una buena parte de la población de la tarea de abastecer alimentos, con vistas a dedicarse a otros menesteres que conllevaron a una rápida evolución cultural y tecnológica. Por término general ser va descubriendo como tales civilizaciones desarrollaron sofisticados sistemas hidráulicos, algunos de los cuales aun son funcionales siglos o milenios después.

Algunos expertos, un tanto miopes, han alegado que sus sistemas de riego favorecían la salinización de los suelos, afectando seriamente a la producción de las cosechas. Empero cabría recordarles que lo mismo ocurre hoy en día con nuestra portentosa tecnología. Tal galopante salinización del medio edáfico es la norma, aunque quede “enmascarada” bajo el ambiguo vocablo de “desertificación”, como las propias sequías. En otras palabras, en esta materia hemos avanzado poco o nada.

Conforme la producción alimentaria aumenta, también lo hace la población, de tal modo que su dependencia del ciclo hidrológico se cronifica. Por tanto, no debe extrañarnos que una sequía inusualmente larga (en un contexto humano) pudiera, efectivamente, devenir en catástrofe y colapso de civilizaciones pretéritas, por cuanto se encontraban circunscritas a territorios geográficos más restringidos. Una sociedad basada en grandes obras hidráulicas, no puede desmontarse en un lugar y establecerse en otro, en una abrir y cerrar de ojos. A menudo, se requerían muchos decenios para construirlas. Pero el verdadero problema estriba en el propio crecimiento de la población. Este último, unido a las veleidades de los eventos naturales extremos que las perjudican, genera un círculo vicioso. Más habitantes, demandan más alimentos y agua, por lo cual una reducción drástica del segundo recurso les afecta mucho más dramáticamente que a las sociedades pequeñas. La historia parece mostrarnos pues, que en el germen de las civilizaciones y su dinámica, se esconde también la causa de su colapso.

Los eventos recientes y/o potenciales, a los que anteriormente hemos hecho referencia, nos ilustran sobre la fragilidad de la civilización contemporánea, incluido el más que espinoso tema de la necesidad urgente de un control demográfico, que deseamos eludir, pero que tarde o temprano, por mucho que nos pese, abra que afrontar con rotundidad y firmeza. Cuanto más retrasemos dar la cara a esta amenaza, tanto más drásticas serán las medidas a tomar en el futuro.

Intrusa, J. J. Ibáñez, M- Pfeifer, C. Ibáñez, C Oyonarte y C. Cruz, en las ruinas de otro pueblo “no zapoteca” cercano a Montealbán. Foto: El entrañable anciano que nos guió. Quizás en el futuro otra civilización figure así ante nuestras ruinas

Por mucho que pensemos lo contrario, debido a nuestra vanidad, en el siglo XXI, nuestra civilización es tanto o más frágil que en épocas anteriores. Si bien es cierto que puede se puede hacer frente a ciertas vicisitudes que, con anterioridad nos llevaban inevitablemente al desastre, también lo es que la dependencia tecnológica nos hace más vulnerables a otros. Sin embargo, seguimos hacia delante intentando soslayar problemas y riesgos que están ahí, ante nuestros ojos, utilizando nuestro progreso tecnológico con propósitos mucho menos importantes (y a menudo insignificantes) que no garantizan un futuro alagueño. Tengo la sensación de que el ser humano no desea aprender de sus propios errores. Y así, nos precipitamos, o al menos nos hacemos más vulnerables ante Gaia, Gea y el Cosmos.

Juan José Ibáñez

La sequía que acabó con la dinastía Ming

El agua es fuente de vida, y de alimento. Las lluvias del monzón en Asia, por ejemplo, aportan alimento a casi la mitad de la población mundial. Si esas lluvias faltan, por tanto, el hambre amenaza a pueblos enteros.

FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 23/04/2010

La historia nos ha dado multitud de ejemplos de esto. Y ahora un equipo de investigadores del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia han elaborado el atlas más completo de las severas sequías que han afectado a Asia en los últimos mil años.

A partir del estudio de los anillos de los árboles, los investigadores, dirigidos por Edward Cook, desvelan en «Science» el registro más detallado hasta el momento de al menos cuatro sequías épicas: desde la que pudo haber ayudado a la caída de la dinastía Ming en 1644 hasta otra que provocó la muerte de decenas de millones de personas a finales de la década de 1870.

En algunas especies de árboles, las lluvias determinan el ancho de sus anillos anuales de crecimiento, y estos anillos son los que los científicos son capaces de leer. Pero no ha sido sencillo. Los investigadores han viajado durante 15 años a lo largo y ancho de Asia localizando árboles lo suficientemente antiguos que pudieran suministrar registros a largo plazo. Esta búsqueda llevó a los investigadores a más de 300 lugares, desde Siberia a Indonesia y norte de Australia, y hasta Pakistán por el oeste y Japón por el este. Por tanto, como explica Kevin Anchukaitis, coautor del estudio, «se contempla todo, desde los bosques húmedos de las tierras bajas hasta los de los Himalayas».

REBELIONES CAMPESINAS

Los registros de los anillos revelan al menos cuatro grandes sequías que están relacionadas con eventos catastróficos en la historia. Para empezar, el estudio sugiere que el clima puede haber jugado un papel decisivo en la caída de la dinastía Ming en 1644. Los anillos proporcionan evidencias adicionales de una severa sequía en China a la que algunos textos históricos se refieren como la peor en cinco siglos. Este estudio se reduce a un período de tres años, 1638-1641. Esta sequía fue más severa en el noreste de China, cerca de Pekín, y se cree que influyó en las rebeliones campesinas que finalmente supusieron el ocaso de la dinastía Ming.

Un debilitamiento de las lluvias del monzón entre 1756 y 1768 coincidió con el colapso de los reinos de lo que ahora son Vietnam, Myanmar y Tailandia, según han podido ver los investigadores primero en los anillos de madera de teca en Tailandia, y más tarde en los cipreses vietnamitas. Algunos historiadores habían especulado con que las condiciones meteorológicas debieron jugar un papel importante para que aquellos cambios políticos tan abruptos se produjeran de forma simultánea, pero esta sequía ni siquiera estaba documentada en los registros históricos.

No obstante, la peor sequía que han encontrado los científicos es la «Gran Sequía» de la era victoriana entre 1876 y 1878. Sus efectos se sintieron en todo el trópico y, según algunas estimaciones, las hambrunas resultantes mataron a 30 millones de personas. De acuerdo a las evidencias aportadas por los anillos, los efectos fueron especialmente graves en la India, pero se extendieron también a China y la actual Indonesia.

Los investigadores creen que el estudio ayudará no sólo a los historiadores a comprender cómo ha afectado el medio ambiente en épocas pasadas, sino para ayudar a los científicos que intentan entender el potencial de perturbaciones a gran escala del clima en el contexto del calentamiento global.
Autor:   Araceli Acosta

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5 comentarios

  1. Juanjo hay sospechas que la revolución francesa fue precedida por una sequía. En México ademas de la caida de la civilización teotihuacana, la revoluciones de 1810 y la de 1910, también tienen antecedentes similares. Por cierto en la colonia se construian Alóndigas para guardar granos, que escaseaban en las sequias recurrentes. Una muy famosa era la de Granaditas, que ocupó un lugar importantes en al guerra de independencia. Pero esta previsión nunca se ha vuelto a repetir. Es mas negocio para nuestros funcionarios importar granos y hasta hacer negocios turbios con su transporte en el territorio nacional. Según Wintfoguel (creo así se escribe)la agricultura hidráulica solo es posible en sociedad muy estables generalmente autoritarias

  2. Saludos:

    En el Altiplano (Perú-Bolivia) se sabe que la cultura Tiahuanaca desapareció como consecuencia de una sequía. Sospecho que lo mismo sucedió con las civilzaciones Moche y Chimú (en el norte del Perú). Excelnte post, paso a enlazarte.

  3. Estimado Juan José,

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