Si la idea de “Madre Tierra” se ha repetido a lo largo de numerosas culturas, investigaciones recientes nos informan de que al parecer buena parte de los dinosaurios depositaban los huevos que atesoraban su progenie dentro del suelo. Ya sabemos que en animales ancestrales como las tortugas, tal comportamiento sigue vigente. De este tema hablaremos en un próximo post por razones más que lamentables. Aunque los expertos en el tema no consideraran tal posibilidad hasta ahora (supongo que por falta de evidencias), personalmente me parece bastante lógico. No se trata tan solo de proteger a tu descendencia del acecho de sus depredadores, lo cual de por si es una buena razón, sino que el sistema edáfico resulta ser un medio que tapona a los que allí moran, de las inclemencias climáticas y otros riesgos ambientales. En cualquier caso, otros estudios parecen indicar que en climas fríos algunas de estas criaturas se refugiaban también en estos ambientes telúricos.

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Detalles de la excavación. Fuente PloS One

 

Como ya os comentamos en otro post, al hablar acerca de la temperatura del suelo, esta última desciende con la profundidad, amortiguándose poco a poco la variabilidad inherente a la inherente al cambio de estaciones a la intemperie. Sin embargo, de ser esta una de las causas, desovar a mayor profundidad acarrearía más ventajas que hacerlo en las proximidades de la superficie del suelo. Sin embargo de este tema poco se sabe.

 La lectura de esta noticia me un suscita un interrogante: ¿cual sería la magnitud de la bioturbación del suelo en el caso de que este fuera la incubadora de los huevos de una buena parte de los taxa de estos “pequeños bichitos”?. ¿Cuál será su biomasa por hectárea? Con toda sinceridad, desconozco la densidad de poblaciones de los dinosaurios, la cantidad y frecuencia de sus deposiciones de huevos, así como cuantas especies disfrutaban de este comportamiento reproductor. Por tanto mi pregunta seguirá sin respuesta durante mucho tiempo, con toda seguridad. Lo que sí parece desprenderse de tal investigación deviene que, durante el imperio de los Dinosaurios sobre la Tierra, el suelo fue en verdad, la “Madre Tierra” de buena parte de los organismos más complejos del mundo, por aquél entonces.  

 Poco más puedo apuntar dado que la noticia a penas contiene información reseñable. Afortunadamente, tal descubrimiento ha sido publicado por la revista en acceso abierto PLoS One. En consecuencia podéis leer el estudio completo (en la lengua del imperio, es decir el suahili), pinchando con el ratón en el titulo de abajo.

 Juan José Ibáñez

  

3-D Modelling of Megaloolithid Clutches: Insights about Nest Construction and Dinosaur Behaviour

  

Los dinosaurios que surgían de la tierra

 Cando la criatura ya estaba a punto, rompía el huevo y, a ciegas, se abría paso bajo la tierra, con sus patas recién formadas, hasta salir a la superficie. Junto a ella, si había suerte, se empeñaban por llegar a la luz una veintena de hermanos y, posiblemente muy cerca, otras camadas hacían lo mismo. Escenas como ésta se repetían con asiduidad hace 70 millones de años en Coll de Nargó, en pleno corazón del Pirineo leridano, donde se encuentra el mayor nido con huevos de dinosaurio de toda Europa.

 FUENTE | ABC Periódico Electrónico S.A. 01/10/2010

 Científicos del Instituto Catalán de Paleontología (ICP) han descubierto datos inéditos del comportamiento reproductivo de estos animales saurópodos, sorprendentemente similar al de las tortugas actuales. Los «pollitos» de dinosauro, ya de unos veinte centímetros, rompían sus huevos y excavaban con toda la fuerza y el empuje de la vida, igual que lo hacen ahora las fragilísimas crías de tortuga. Rápidamente, se convertían en jóvenes adultos que podían llegar a alcanzar los quince metros de cabeza a cola y seis desde los pies hasta la cadera. La investigación aparece publicada en la revista científica PLOs ONE. Hasta ahora, se creía que las hembras de dinosaurio saurópodo, un gigantesco animal herbívoro del Cretácico, ocultaban sus huevos entre la hierba de la marisma, pero no era así como sucedía. En realidad, los enterraban en una zona cercana a los ríos para que se incubaran con el calor, y la eclosión se producía dentro del sustrato. Por los huevos encontrados, esta práctica era muy común y se repetía en el tiempo, incluso se han encontrado restos de un comportamiento similar en lugares remotos del mundo, como Argentina. La zona catalana estaba entones cerca de la costa, y «el clima húmedo y cálido y la abundante vegetación la convertían en un lugar idóneo para anidar», explica a ABC Ángel Galobart, jefe del grupo de investigación del Mesozoico del ICP.

En el yacimiento de Coll de Nargó se han encontrado nueve puntos de anidación, con una media de entre diez y quince huevos cada uno, aunque uno de los nidos tiene 20 huevos y otro, el más grande, nada menos que 28. En total, 140 huevos de saurópodo de hasta 20 centímetros de diámetro que han sido analizados con sumo cuidado por los investigadores durante cinco años.

EN BUSCA DE EMBRIONES

Extraer los huevos para su análisis no fue fácil y los científicos tuvieron que utilizar un cemento expansivo. Después, una tomografía computerizada (TAC) permitió ver su interior. «Es muy difícil saber cuánto tiempo pasaba el dinosaurio dentro del huevo, pero sí sabemos que cuando nacían se desarrollaban muy rápido», apunta Galobart. También es un misterio cuál era el éxito de los nacimientos, aunque sí se sabe por algunos huevos hallados intactos que no todos eran fértiles.

Hasta ahora, todos los huevos se han encontrado vacíos, pero los investigadores tienen la esperanza de descubrir algún día un embrión en los que aún no han sido analizados. «Sería algo extraordinario, porque hay muy pocos en el mundo», explica Galobart. Como no existe un escáner en el mundo en el que se pueda analizar un nido de 28 huevos en una sola pieza -mide dos metros por uno-, los científicos trabajan en el desarrollo de un macroescáner de estas medidas para analizar los fósiles.

Autor:   Judith de Jorge

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