Si algo falta en este mundo económicamente globalizado es ante todo una gran dosis de “ética”, así como educación sobre la misma. Y si esto es cierto para los ciudadanos, más aun lo es para los políticos, el mundo financiero y los dirigentes empresariales. Los beneficios que ofrece al pueblo, la “santa trinidad” del capital: “Ciencia, Innovación y Desarrollo Tecnológico”, tan solo lo son bajo el imperio de una ética que dictamine para qué, para quién y de que modo se aplican. Ninguno de estos tres sacrosantos elementos, por si solo, esconde en sus esencias valor moral alguno. Por tanto pueden aplicarse de cualquier modo, favoreciendo o atentando contra una buena parte de la humanidad. La “Carta de la Tierra” resulta ser una iniciativa elogiable que pretende encarrilar el futuro hacia un mundo más equitativo, justo y sustentable bajo el imperio de una ética. Su valor didáctico es incuestionable, por lo que recomiendo su lectura y divulgación entre los jóvenes y no tan jóvenes. Ahora bien, si nuestras autoridades incumplen los derechos humanos, de la mujer, del niño, etc., así como los protocolos que pretenden paliar la degradación del Planeta Tierra, ¿que podemos esperar de esta iniciativa?. Sinceramente no soy nada optimista. En este mundo en donde la imagen y el marketing son más importantes que los contenidos, proliferan todo tipo de “propuestas piadosas”. Sin embargo, como ya habréis comprobado, siempre terminan siendo, ineludiblemente, papel mojado. Quizás algún día (…). Sin embargo, reitero que atesorar documentación de esta naturaleza, con vistas a educar a nuestros niños y jóvenes, deviene en obligación insoslayable, como también lo es mostrarles que sin lucha y compromiso no sirven para nada.

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Carta de la Tierra y Educación Ciudadana. Fuente: Proyecto Avalón

Hoy he recibido varios e-mail (o alertas) desde la secretaria de la “Sociedad Española de la Ciencia del Suelo”. Como ya sabéis, prefiero no pronunciarme sobre esta organización por cuento un puñado de colegas (que no la mayoría), usan todo lo que comento, muestro y opino como arma arrojadiza, cuyo único objetivo es hacerme daño. Las cosas han cambiado para mejor bajo la nueva Presidencia (con la anterior permanecen cuentas pendientes, que en su día se saldarán, que nadie lo dude), pero queda mucho por hacer. Volvamos al tema que hoy nos preocupa. Mi único objetivo es ofrecer a la comunidad docente hispanoparlante de material que puedan usar para formar a nuestros jóvenes de tal modo que entre todos intentemos que no sobrevivan los “valores a-éticos” que imperan en la sociedad que hoy padecemos la mayor parte de la humanidad. Os dejo pues unos enlaces, que se dirigen hacia la misma página Web, recomendando que leáis al menos los contenidos de sus siguientes pestañas:

Carta de la Tierra y Educación Ciudadana

Que es la Carta de la Tierra

Lea la Carta de la Tierra

Del enlace Que es la Carta de la Tierra me permito adelantaros los contenidos, con vistas a que os animéis a entrar en el documento principal, es decir, “Lea la Carta de la Tierra”. Espero que os sirva de ayuda en vuestras clases, aunque los que debieran comenzar por aprenderla sean nuestros (omito calificativos previos) dirigentes políticos, ya que al parecer tal materia de humanidades, o no la recibieron, o simplemente la desprecian.

Juan José Ibáñez

Que es la Carta de la Tierra

La Carta de la Tierra es una declaración de principios éticos fundamentales para la construcción de una sociedad global justa, sostenible y pacífica en el Siglo XXI. La Carta busca inspirar en todos los pueblos un nuevo sentido de interdependencia global y de responsabilidad compartida para el bienestar de toda la familia humana, de la gran comunidad de vida y de las futuras generaciones. La Carta es una visión de esperanza y un llamado a la acción.

La Carta de la Tierra se preocupa especialmente por la transición hacia formas sostenibles de vida y el desarrollo humano sostenible. Por lo tanto, la integridad ecológica es uno de sus temas principales. Sin embargo, la Carta reconoce que los objetivos de la protección ecológica, la erradicación de la pobreza, el desarrollo económico equitativo, el respecto a los derechos humanos, la democracia y la paz son interdependientes e indivisibles. Por consiguiente, el documento ofrece un nuevo marco ético integral inclusivo para guiar la transición hacia un futuro sostenible.

La Carta es el producto de un diálogo intercultural que se llevó a cabo durante toda una década a nivel mundial en torno a diversos objetivos en común y valores compartidos. El proyecto de la Carta de la Tierra comenzó como una iniciativa de las Naciones Unidas, pero se desarrolló y finalizó como una iniciativa de la sociedad civil. En el año 2000, se concluyó el documento y la Comisión de la Carta de la Tierra, una entidad internacional independiente, la dio a conocer públicamente como una carta de los pueblos.

La redacción de la Carta de la Tierra abarcó el proceso más inclusivo y participativo que se haya efectuado jamás en torno a la creación de una declaración internacional. Este proceso es precisamente la fuente de su legitimidad como marco ético rector. La legitimidad del documento se ha fortalecido aún más mediante el respaldo obtenido de más de 4,800 organizaciones, lo que incluye a diversos organismos gubernamentales e internacionales.

A la luz de esta legitimidad, una creciente cantidad de juristas internacionales reconoce que la Carta de la Tierra está adquiriendo un estatus de documento de ley blanda. Se considera que este tipo de documentos, tal como la Declaración Universal de Derechos Humanos, son moralmente vinculantes, aunque no en el plano jurídico, para los gobiernos estatales que aceptan avalarlos y adoptarlos. Por lo general, estos documentos establecen la base para el desarrollo de una ley dura.

En un momento en que se necesita con urgencia la generación de importantes cambios en la forma en que pensamos y vivimos, la Carta de la Tierra nos desafía a examinar nuestros valores y a escoger un rumbo mejor. En un momento en que la educación para el desarrollo sostenible se ha transformado en un elemento esencial, la Carta de la Tierra ofrece un instrumento educativo muy valioso. En un momento en que se necesitan cada vez más las alianzas internacionales de trabajo, la Carta de la Tierra nos exhorta a buscar aspectos en común en medio de nuestra diversidad y a adoptar una ética global que comparte una creciente cantidad de personas en todo el mundo

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3 comentarios

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