No somos Grecia: Un Cuento sobre Malvados, Villanos, Caballeros, Princesas y Rescates

Érase un Reino asediado por malvados que pretendían arrebatarle todos sus bienes y riquezas. Unos procedían del exterior y otros ya se encontraban dentro. Cercados por todos los frentes, sus nobles enviaron a los mensajeros de la corte a viajar en busca de apoyos de sus antiguos aliados, como también para recabar el auxilio de otros nuevos, incluso allende de los mares. Los consejeros del Rey parecían no dar una a derechas, pero tampoco a izquierdas. De hecho, la nueva asamblea de sabios, tras prometer el fin de las desdichas de los ciudadanos, tampoco lograba obtener la pócima prometida para liberarse de tan contumaz asedio. Los pitonisos también lo intentaron, pero no lograron que ninguno de sus vaticinios se cumpliera. En realidad, tanto unos como otros habían sido parte del problema, aunque finalmente achacaban la situación al despilfarro a los propios ciudadanos, cuyo único mal había consistido en creer a los poseedores de tanta “sapientia”. Terminaron por pensar que todos les mentían. Empero, claro, está se trataba de ignorantes, la plebe analfabeta. Tampoco parecían incomodar a la nobleza, que soslayaba sus desdichas, concentrando su atención en salvar sus tesoros, arrebatados al pueblo durante decenios de sibilino espolio. Todo era un mar de concusiones. Se acercaban los juegos de balón (…)

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Érase una vez….. Fuente: Malise Stranhearn

Se acercaban los juegos de balón en los que antaño el Reino había logrado fama y gloria. Los atletas de otras tierras temían ciertamente a aquella escuadra de grandes atletas. Los pregoneros mezclaban en sus proclamas ambos acontecimientos al grito de ¡no somos Grecia!. Finalmente los reyes de los Estados vecinos, más por su propio beneficio que por el del asediado, se reunieron y comenzaron a analizar como ayudar/hurtar a la nobleza, aunque fuera a costa de subsumir aun más en las tinieblas a la plebe afectada.  ¡La solidaridad entre iguales!. Y así los mensajeros retornaban con buenas nuevas: ¡Nos ayudarán!, con un magnífico Plan de Rescate (Rescue plan: como se decía en el lenguaje de la diplomacia por aquellos remotos tiempos) Se informó a la plebe asustada que los sabios de todo el mundo también reconocían que los habitantes del atribulado Estado ¡no eran Griegos! Empero en verdad que años antes, Grecia también había sido aparentemente rescatada, tras lo cual sus ciudadanos fueron presa de muchas mayores penurias y necesidades. La gente menuda comenzó a preguntar a sus padres que significaba ser griego, porqué estaban tan mal considerados, que delitos habían cometido (….).

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El Discóbolo de Mirón. Fuente: Medina

Un artesano apreciado por sus sabios consejos respondió a su retoño. “Los griegos inventaron los grandes juegos, no solo los de pelota!. Los sabios griegos fueron los padres de la cultura occidental. De sus enseñanzas nació nuestra civilización y la de los que nos van a rescatar. ¿Y eso es malo? ¿Por eso son villanos? Preguntó desconcertado el pequeño. No hijo no, su mala fama se fraguó debido a que ellos fueron de los primeros en padecer el tipo de asedios que hoy nos afecta a nosotros: sus nobles, sabios, pitonisas y comerciantes cayeron antes en la trampa de los malvados, o eso creo. Pues a mi me dan pena, respondió el pequeño. No te preocupes, si nuestros nobles, sabios, pitonisas y comerciantes perseveran en su modo de proceder pronto todos seremos griegos, da igual en que tierras moremos. Padre, pues ahora aun entiendo menos (…). Cariñosamente el artesano se agachó hasta la altura de su pequeño y le susurró al oído. No hagas caso de lo que la gente dice y menos aun si sus palabras salieron primero de los que rigen nuestros destinos. Los griegos no tienen culpa de nada, pero nuestros nobles, sabios, pitonisas y comerciantes no quieren que se les identifique con lo que allí ocurrió. Esa es la razón por la que proclaman una y una vez que no somos griegos. Y los ejércitos que nos van a ayudar (…), ¿porque insisten también sus generales en no confundirnos con la plebe de aquel reino?, respondió la criatura aun más desconcertada Para aplacar la angustia y la cólera de lacayos como nosotros, respondió el sabio artesano. Padre pues lo que dice ahora tampoco parece esperanzador. No lo es hijo mio, porque en el fondo aunque somos griegos, no inventamos los grandes juegos, ni trajimos cultura a este mundo, ni construimos la civilización en la que vivimos. ¡Nosotros no hemos hecho nada malo!

Y mientras tanto, en el castillo del reino la princesa suspiraba, susurrando en un mar de lágrimas ¡pues yo anhelo a que un bello, culto noble y valeroso caballero griego venga a rescatarme y me lleve con el para siempre jamás de este infame reino!. ¡Al fin y al cabo ellos fueron los primeros (…)!. No diga eso mi señora, le respondió su primera doncella. Su alteza está reservada para ser entregada a un rubio noble del norte. Él se encargará de vuestro destino, como también lo hizo ya de las princesas griegas. ¡Pero si son unos bárbaros!, repicó afligida la princesa. Los rubios del norte siempre han deseado doblegarnos o exterminarnos. Nos consideran inferiores. Calle por Dios, mi señora (…) Si la escuchara su padre (…)

Los juegos de balón, que antecedían a los grandes creados por los griegos en tiempos remotos, comenzaban. La plebe se encontraba exaltada. Los atletas del reino salían a defender su honor ante el temor de sus rivales, menos menesterosos. Los pregoneros y mensajeros narraban al pueblo las alabanzas que se narraban de nuestros atletas hasta en los confines del mundo. Otros en cambio se limitaban a vociferar ¡todos nos quieren, vienen a salvarnos! Y así el reino se encontraba en aquellos instantes en boca de todos, más allá de los confines de la tierra. La plebe, aquél día, se encontraba entusiasmada al contemplar tanto interés en su reino. Pero papa, esto parece un buen augurio. Y el artesano, un tanto cansado respondió: ya sabes hijo mio que nosotros también cebamos a los cerdos antes de la matanza, pero luego nos deleitamos comiéndonos sus entrañas.

Juan José Ibáñez

Vayan estas deshilvanadas líneas como muestra de solidaridad con el pueblo griego en unos momentos de la historia en los que nadie quiere ser como ellos, cuando les debemos la civilización de la que decimos sentirnos tan orgullosos.

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2 comentarios

  1. Enhorabuena por tu Blog Juan.
    Y muchas gracias por las deshilvanadas líneas que llevan realidad al cuento de ficción en el que nos hace estar permanentemente.

  2. Muchas Gracias Ribera por tus palabras,
    Aprovechando que es ya Domingo,
    Tómate una buena copa de Vino de tu Tierra a nuestra salud.
    Un cordial saludo
    Juanjo Ibáñez

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