Los Organismos del Suelo como Indicadores de Fugas de Gases en Almacenamientos y Sistemas Distributivos Subterráneos

Reconozco que no se me había ocurrido algo parecido a lo que la noticia de hoy narra, a pesar de que resulta de lo más lógico y evidente. Cuando bajo el suelo se esconden tuberías que conducen gas, o si se almacena CO2 con vistas a mitigar el cambio climático, las grietas o roturas de estos sistemas podrían monitorizarse mediante el impacto de los gases en los organismos que habitan en el medio edáfico y las plantas que crecen sobre él. Personalmente considero que, más que una realidad, se trata de una posibilidad que debería explorarse. Sin embargo, abajo os dejo una nota de prensa que va más allá. ¿Y si la rotura afectara a conducciones de sustancias líquidas como el petróleo? Me atrevería a señalar que quizás también fuera viable. Ahora bien, en gran medida, depende de la profundidad de las tuberías y/o vasija de almacenamiento, así como del comportamiento físico de los suelos-regolitos, rocas circundantes, según el caso. Sin embargo, un adecuado estudio del comportamiento de la ecología del suelo y la sensibilidad de las plantas ante los contaminantesnpodría aportar soluciones. El problema estribaría cuando se aborda la monitorización de conducciones a lo largo de cientos o miles de kilómetros, aunque (…..).

tuberias-suelo-revista-cubana-de-derecho-ambiental

Tuberías bajo el suelo. Fuente: Doctrina, Revista Cubana de Derecho Ambiental

Se trata de una idea simple y original. Toda sustancia gaseosa que se esconde bajo el suelo por acción del hombre,  al dañarse, se desplazará esencialmente hacia la atmósfera, tal cual o modificada/degradada por sus reacciones con agentes fisico/qiímico/biológos del medio edáfico . También ocurre lo mismo con otras de naturaleza sólida o líquida (incluidos residuos tóxicos de diversa índole, incluidos los radioactivos) que al descomponerse dimanan gases. Por lo tanto, de conocerse la reacción de las biocenosis del suelo y las planta,s podrían detectarse las anomalías que se generan. Empero aquí nos enfrentamos con un dilema. O bien se experimenta con ciertos organismos concretos, sembrándolos o inoculándolos o se recurre al comportamiento de las comunidades naturales. En el caso de grandes almacenamientos, como sobre el que versa la nota de prensa, la primera solución resulta razonable. No puede decirse lo mismo de los sistemas canalizados que acarrean gas o petróleo a lo largo de grandes distancias.

Eso sí, actualmente se dispone de sensores remotos con vistas a detectar la clorofila, humedad del suelo y otras sustancias. El uso de tal imaginería satelital podría ser de gran ayuda en estos casos, aunque tal vez habría que implementar sensores nuevos.

Justamente, y a falta de una mayor información, la detección de fugas de CO2 que reseña la nota de prensa que analizamos hoy se me antoja un de las tareas más complicadas. Por un lado, el almacenamiento será muy profundo, por lo que la ascensión del gas desprendido afectaría a grandes superficies, diluyéndose sus concentraciones. Pero este no es el único problema. Las concentraciones de anhídrido carbónico en el suelo son varias veces más elevadas que en la atmósfera, no afectando excesivamente a los organismos edáficos, a no ser que se superen umbrales muy elevados, a lo cual se opone la dilución aludida.

Aquellos que habéis observado las pestilentes emanaciones de los vertederos urbanos al descomponerse las sustancias orgánicas comprenderéis el enorme impacto que generan sobre su superficie.

Sin embargo, como profano en la materia, no puedo aventurarme a profundizar más en este asunto, a pesar de lo cual me antoja un tema de investigación interesante y no tan solo en lo que concierne a los futuros almacenadores-secuestradores del CO2 atmosférico con vistas a mitigar el cambio climático. Posiblemente a lectores más avezados que yo en esta materia se le podrán “escurrir” ideas más imaginativas, heurísticas y concretas según el caso. Se trataría de una investigación de gran interés y aplicación para los expertos de biología y física del suelo. ¡A pensar!

Juan José Ibáñez

Bacterias y líquenes para prevenir fugas de CO2

¿Qué sucedería si al almacenar dióxido de carbono (CO2) en el subsuelo hubiera fugas difusas? Este hipotético caso es el que pretenden analizar los investigadores del proyecto PISCO2, puesto en marcha por la Ciudad de la Energía en las instalaciones que tienen en Cubillos del Sil (León).

FUENTE | La Razón digit@l  12/03/2012

Hasta allí han llevado los 50 m3 de tierra extraídos de las capas superiores del suelo que rodea la futura planta experimental dealmacenamiento de CO2 en Hontomín (Merindad del Río Ubierna, Burgos).

Para ello, «analizaremos cómo reaccionan los bioindicadores (bacterias y líquenes), que nos avisarán de posibles fugas y servirán para prevenir estos casos muy poco probables», explica Jordi Bruno, director de Investigación de PISCO2. Y es que «el CO2 en concentraciones más altas, en enclaves con fugas naturales–prosigue–, hace que determinadas especies crezcan más, como los líquenes, yque tomen otras formas u otras estructuras en el caso de las bacterias, el organismo con mayor capacidad de adaptación del planeta».

BIOINDICADORES

«Por eso –continúa–, tras poner la tierra, sembraremos de bioindicadores las celdas en las que se va a inyectar el CO2 mediante unas parrillas instaladas bajo el suelo, dos por cada celda, y siempre separadas un metro y medio. Así analizaremos su comportamiento controlando previamente cuánta cantidad de agua y humedad requieren para crecer»,añade.

Para el experto, el mayor reto está ya superado. «La mayor dificultad era que el sistema de parrillas no funcionase. Este punto ya lo hemos resuelto». Ahora, están en la última fase, investigar cómo prevenir una fuga de CO2 al exterior durante un año y medio, justo antes de que arranquen las obras de la planta experimental de almacenamiento de CO2.

En la actualidad, hay más de 50 proyectos en el mundo, sobre todo relacionados con la extracción de petróleo. Pero nunca antes se había hecho para este tipo de formaciones geológicas, por lo que conocer cómo reaccionarán resulta esencial.

Autor:   Belén Tobalina

Compartir:

Un comentario

Deja un comentario