Ya os hemos comentado en numerosas ocasiones que el crecimiento demográfico de la población mundial, se enfrenta a unos recursos finitos de suelos cultivables. Si bien el recurso suelo puede considerarse abundante, una buena parte dem mismo padece de un bajo potencial productivo, por lo que a menudo su incorporación a producción agropecuaria no resulta rentable. Ahora bien, solemos soslayar que el progreso induce un cambio de dieta de la población que lo disfruta. Obviamente cuanto mayor es la riqueza de una nación, aumenta la demanda de productos de alta calidad en detrimento de los que tan solo garantizan la subsistencia. Así, por ejemplo, proteínas, frutas y verduras remplazan parte de la ingesta, principalmente basada en los hidratos de carbono (soslayando el mayor consumo de proteínas animales) Y al hacerlo, la demanda de suelo crece por habitante. Se trata de un gran reto al que deberá hacer frente la agricultura del futuro. No debiera extrañarnos tal transmutación. Lo mismo puede alegarse de los recursos pesqueros. El incremento del nivel de vida de segmentos de la población de los países emergentes, en donde el elevado consumo de pescado resulta ser símbolo y síntoma de riqueza, ha terminado por esquilmar los recursos pesqueros de buena parte de los caladeros del mundo. La noticia de hoy nos informa de que la globalización del estilo de vida occidental, por la mayor parte del planeta, podría traducirse en que se requiriera casi el doble de suelo útil por habitante. En otras palabras tal demanda está induciendo que la expansión de tierra cultivable en el futuro pudiera deberse tanto o más a dietas más exigentes que al crecimiento de la población. En consecuencia, cualquier progreso tecnológico que aumente la producción alimentaria mundial se encuentra obligada a hacer frente a estos dos problemas, mientras que de no ser así tan solo resta seguir expandiendo la agricultura a suelos cuya puesta en cultivo demanda más insumos y cuidados. Ahora bien, la agricultura industrial que padecemos, ante tal vicisitud, se verá obligada a aumentar la cantidad de agroquímicos (pesticidas y fertilizantes) incrementándose de paso tanto los costes de producción como la pavorosa contaminación global que sufre el planeta. Independientemente, no debemos soslayar la resistencia de las diferentes culturas existentes a abandonar sus hábitos alimentarios, como lo es nuestra dieta mediterránea, aquí en España. Y para echar más leña al fuego, los nutricionistas sugieren dietas saludables que soslayan palmariamente todo este cambalache. ¿Cómo podemos salir de este atolladero?. ¿Un dilema de difícil solución?.

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Capacidad Productiva de los suelos del Mundo Fuente FAO en el Blog Tunza

¡Pues va a ser que sí!. Ya hemos visionado numerosas imágenes televisivas en donde las flotas japonesas siguen agrediendo a las ballenas por cuanto sus productos son culturalmente perentorios para el pueblo nipón. España no puede alegar casi nada al respecto ya que posee la segunda flota pesquera más importante del mundo. Y mientras tanto, los que velan por nuestra salud nos animan a consumir más proteína de pescado en detrimento de la de los animales terrestres.

Hace seis meses en Cuba, a penas me alimenté de carne o pescado, dada tanto su carestía, falta en los mercados y restaurantes, así como que se me antojaba muy dura (animales viejos) para el ¿exquisito? paladar español. Francamente, me habitué con una facilidad que no esperaba, por cuento me consideraba un impenitente carnívoro. Empero en los países desarrollados o para los ciudadanos puentes, “comer bien” es tanto una demanda como un signo de prosperidad y cultura.

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La Capacidad de los Suelos del Mundo para la agricultura Fuente FAO en el Blog Tunza

Seguimos soslayando que la mayor parte de los suelos con un alto rendimiento agropecuario se encuentran ya cultivados y a menudo contaminados. Del mismo modo, el riego ha generado hasta la fecha la degradación de los recursos edáficos (por ejemplo su salinización) de este tan vital como despreciado recurso natural “no renovable”. Y cuando no es así, a menudo su mantenimiento depende del uso (abuso) de unos acuíferos que se agotan en decenios. Y en aras de complicar aun más el asunto, la agroenergética desarrollada con vistas a la producción de biocombustibles, secuestra suelos que debieran estar destinados a la producción de alimentos para el consumo humano y animal. Dejemos al lado la pérdida de suelos muy productivos propiciada por la expansión de las infraestructuras urbanas e industriales (el sellado del suelo) ¿Sigo? ¡creo que es suficiente!.

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Degradación de los suelos del Mundo Fuente FAO

Los vegetarianos, clamarán que parte de este dilema pudiera solventarse si todos cambiáramos nuestros hábitos alimentarios erradicando el consumo de proteínas animales. En parte tienen razón aunque habría mucho que discutir a este respecto. Por ejemplo, con la tecnología actual, muchos suelos son más rentables para la producción ganadera que con vistas a su puesta en cultivo.

En primera instancia, cualquier incremento de la producción alimentaria mundial terminará induciendo la puesta en cultivo de espacios naturales, con la consabida pérdida de biodiversidad y contaminación ambiental.

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Zonas Cultivadas y Reservas de Tierra en el Mundo en Desarrollo, la Mayor Parte con bajo Potencial Productivo Fuente FAO en el Blog Tunza

No obstante cierto es, que algunas tecnologías, como los cultivos bajo plástico en zonas áridas litorales, con desalinizadoras pueden incrementar considerablemente la producción agraria de diversos espacios geográficos. Cierto es que siempre podemos apelar a los océanos con vistas a cultivar “algas”. Ahora bien, no existen estudios que garanticen como equilibrar dietas mejores para la población mundial con impacto ambiental en un mundo cuya demografía crece sin cesar.

Desde todos los ángulos que alcanzo a percibir, la investigación agropecuaria debía ser una de las principales prioridades de los organismos internacionales. Y en este contexto las ciencias del suelo debieran revitalizarse y conseguir un hueco en nuestras agendas. Empero a vueltas con una economía neoliberal depredadora, nacionalismos y otras delicatesen, todo lo prioritario pasa el ciudadano pasa a segundo plano a los ojos de las gobernanzas que sufrimos. En un espacio finito no se puede crecer indefinidamente. La tecnología podrá retrasar el colapso de un sistema insustentable, pero siempre a un alto precio, como el de destrozar definitivamente la mayor parte de esos espacios naturales, que dicho sea de paso, resultan necesarios con vistas a no deteriorar más aun la biosfera y el sistema climático. ¿Quién le pone el cascabel al gato?.

Juan José Ibáñez

El desarrollo económico cambia las dietas

Un equipo encabezado de investigadores encabezado por Thomas Kastner, de la Universidad Groningen en Holanda, del que formó parte la mexicana María José Ibarrolla Rivas, estudió el uso de las tierras para el sustento de las dietas prevalentes entre 1961 y 2007. «La provisión de alimentos es un requisito para el funcionamiento de la sociedad humana«, señalaron los expertos, para quienes «la tierra cultivable, donde se producen los alimentos y la ración para el ganado, es el recurso central que limita la producción de alimentos«.

FUENTE | EFEverde; 19/04/2012

Desde el surgimiento a mediados del siglo XX de la producción agropecuaria a gran escala esta actividad ha sido responsable de los mayores impactos ambientales de la humanidad, según el estudio.

La producción agropecuaria consume la mayor parte del uso humano de agua dulce y tierras, causa la mayor apropiación de biomasa y la alteración de los ciclos globales del nitrógeno y el fósforo, y genera «una contribución significativa al consumo de energía y las emisiones de gases que calientan la atmósfera«, recuerdan los científicos.

El artículo señala que la cantidad de tierras agrícolas necesaria para alimentar a una sociedad depende del número de habitantes, el tipo de dieta y la producción de alimentos por unidad de tierra.

«Con el desarrollo socioeconómico disminuyen las tasas de crecimiento de la población y cambian las dietas con un incremento típico del consumo de proteína animal, aceites vegetales, frutas y verduras, en tanto que los almidones se hacen menos importantes», agregó.

Los cambios en las dietas suponen un aumento general de la demanda de tierras agropecuarias, mientras que la introducción de tecnologías más avanzadas disminuye el área de tierras necesaria para obtener más producción.

Los investigadores estudiaron esta relación inversa de presiones y para ello emplearon los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que muestran un incremento continuo en la disponibilidad promedio de calorías por persona en décadas recientes.

En el mundo la disponibilidad de calorías por persona ha subido de aproximadamente 2.250 kilocalorías por persona por día a 2.750 kilocalorías. Los incrementos no han sido uniformes y varían de región a región.

«La mayor parte de la población global habita regiones en desarrollo, que son las que probablemente exhibirán una dinámica mayor en las demandas de tierra en las próximas décadas», señalaron los autores.

«Hasta ahora el número creciente de la población global fue el factor principal del aumento en el uso de tierras para la producción alimenticia», añadieron.

En una proyección, el estudio señaló que para alimentar a 9.000 millones de personas con la dieta actual típica de los países desarrollados y las tecnologías modernas se necesitará «casi el doble de la tierra agropecuaria que se usa actualmente«. En muchas regiones del mundo el cambio dietético puede superar al crecimiento de la población como motor principal detrás de los requisitos de tierras productivas en un futuro cercano«, añadieron.

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